Los niños saharauis vuelven a la región entre "emoción y nervios"

Tras dos años de parón por la pandemia, el programa de acogida estival regresa con treinta menores que llegaron "tras un duro viaje"

Lorena Landázuri

Caras de nervios, expectación y alegría se dieron cita ayer en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Oviedo –el Calatrava– para recibir a los niños saharauis que disfrutarán de un verano en Asturias con sus familias de acogida. Los menores forman parte del programa "Vacaciones en paz", una iniciativa que arrancó a mediados de los 80 con el propósito de aliviar la situación que los menores viven en su territorio. "Conocer otras culturas, saber que tienen opciones de estudiar y de mejorar sus vidas, es uno de los objetivos del proyecto", afirma Paula Bernardo, coordinadora del programa en Oviedo. La presente edición cobraba aún más importancia ya que, tras dos años de parón por la pandemia, la iniciativa retomaba su actividad con ilusiones renovadas. "Es la actividad que da sentido a nuestra asociación, es la que más tirón tiene entre la gente y por eso es muy importante para nosotros que vuelvan otra vez los niños porque son los mejores embajadores que hay del pueblo saharaui", explica Félix Casillas, coordinador de "Vacaciones en paz en Asturias".

La emoción y el cansancio eran evidentes en los rostros de los niños. "El viaje fue largo porque los menores salieron muy temprano de sus casas y los vuelos se retrasaron. Han tenido que estar horas haciendo escala, así que para ellos esta siendo un poco duro", cuenta Bernardo. Otro de los factores que convierte en especial esta edición del programa es el hecho de que "esta vez, todos los niños vienen por primera vez a encontrarse con sus familias de acogida, además, son de menor edad que en otras ocasiones, tienen entre 6 y 7 años y es algo que motiva ese instinto de protección. Todo esto hace que haya mucha emoción y nervios, como no se recordaba", explica Paula Bernardo, quien lleva vinculada al proyecto desde hace 12 años y que en ocasiones anteriores también fue madre de acogida.

Asturias es para estos menores un espacio de oportunidades que les permite, entre otras cosas, "acudir a médicos, hacer revisiones, que disfruten de una alimentación sana. Es eso lo que queremos aportarles", explican desde "Vacaciones en paz". Es precisamente el aspecto sanitario uno de los principales pilares del proyecto. "Es un tema que nos preocupa, más aún porque seis de los niños que vienen están especialmente enfermos, con patologías que allí no pueden ser atendidas, por ello esperamos que aquí se les pueda tratar", relata Bernardo. La ilusión de las familias, que esperaban impacientes la llegada de "sus niños", como muchos de los padres de acogida comentaban, contrastaba con los llantos de algunos menores que no sabían donde fijar la mirada ante la expectación que despertaba su presencia. "Las familias están muy ilusionadas e implicadas. Muchas son veteranas y estamos completamente convencidos de que los niños lo van a pasar muy bien y van a estar muy cuidados y atendidos", cuenta Félix Casillas, coordinador del programa en Asturias. Sin embargo, a pesar de la veteranía de algunas familias, la emoción era clara. "Llevamos 12 años participando en el programa y repetimos por lo que los niños son capaces de darnos a nivel personal. Además, mantenemos el contacto; de hecho, la primera niña que acogimos nos mandó las fotos de su boda el otro día", cuentan con añoranza Ángeles Fernández y Javier Fernández, una pareja que este año será familia de acogida de una niña de 8 años llamada Metu. "Supone una satisfacción enorme saber que estás haciendo algo bueno por alguien, los días previos son de muchos nervios, pero también de muchas ganas", confiesa Susana González, quien será madre de acogida por segunda vez.

Aparte de las familias que repiten aventura también están las primerizas, que en este caso son tres. "Las familias nuevas tienen más temores que las repetidoras. Les preocupa qué querrán comer, cómo entenderse con los niños. Sin embargo, es algo que se soluciona a los pocos días", cuenta Bernardo.

Además, la asociación cuenta con colaboradores saharauis que ayudan si hay problemas de adaptación, o si los niños padecen alguna enfermedad que requiera de una traducción especial; "pero vaya, que en el día a día el idioma nunca es un problema", asegura Paula Bernardo. El apoyo de las administraciones es fundamental para realizar el proyecto, algo que agradecen los responsables de "Vacaciones en paz". "Para nosotros son imprescindibles y no importa nunca el color político. Han apoyado el programa siempre y hemos estado muy respaldados", aclara.

Como reto de futuro, desde la asociación aspiran a "recuperar los números previos a la pandemia". "La sociedad asturiana es una sociedad que responde, al igual que la Administración. Queremos volver a traer a 140 o 150 niños. Esta vez son 30 porque fue tras la sexta ola cuando se decidió que el programa se iba a hacer así que optamos por un grupo reducido para el año que viene volver a nuestros orígenes", concluye Bernardo.

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