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La tragedia italiana, imposible en los Picos

El derrumbe del glaciar de los Alpes que mató a once personas no es posible en Asturias, donde solo quedan heleros y "cada vez menos"

Un helicóptero sobrevuela la parte del glaciar que se ha desprendido en la montaña Marmolada, en Italia. EFE

Una tragedia como la del desprendimiento de parte del glaciar en la Marmolada, ocurrida en los Dolomitas italianos este mes y que se llevó por delante la vida de once personas, es imposible que pueda pasar en Asturias. En primer lugar, porque ya no hay glaciares, esto es, masas de hielo que avanzan y presentan grietas de torsión, sino heleros, que son masas de hielo estático. Por otro lado, son ya contados los heleros que hay en Picos de Europa, "cada vez más exiguos" por el calentamiento global, aunque el hecho de que estén muchos de ellos enterrados es un factor para que perduren. Pero su disposición impide que puedan desprenderse como ocurrió en los Alpes. Otra cosa, advierten, es lo que pueda pasar en los Pirineos, donde sí hay glaciares.

Según Jesús Ruiz Fernández, geógrafo de la Universidad de Oviedo y director del Cecodet, que estudió el helero de La Forcadona, "no es posible que haya ese tipo de desprendimientos, al tratarse de campos de hielo de pequeñas dimensiones en sitios muy reducidos, en circos que están a su vez en concavidades". Los heleros de Picos de Europa están "en su mayor parte enterrados por derrubios, con lo que no hay ningún riesgo". Según Ruiz, aunque están enterrados, como es el caso de La Forcadona, y ese es un factor que aísla al hielo de la radiación solar, "es muy posible que en unas décadas terminen desapareciendo".

El geógrafo de la Universidad de Cantabria Juan José González Trueba, de padre asturiano, hizo su tesis sobre los heleros de Picos de Europa y conoce bien su morfología. "Algo como lo de la Marmolada no puede pasar en Picos de Europa. Los glaciares de los Dolomitas son más amplios, están colgados de las paredes y pueden desprenderse con más facilidad con el aumento de las temperaturas", indica. En cambio, los de los Picos "son más modestos de tamaño y están fundiéndose. Se sitúan además al fondo de las paredes, en hoyos o jous, en la cara norte de los picos, y no pueden soltarse". Añade que "en Picos hay restos de hielo fósil enterrados, y llegará un punto en que vayan desapareciendo".

Un ejemplo de lo que señala González Trueba es el Jou Negro, el más importante de los heleros que se conservan en Picos de Europa, con unas 2,2 hectáreas de superficie y un espesor máximo de unos 13 metros. El hielo de este jou forma una masa continua entre los 2.315 y los 2.220 metros, en la cara norte del Torrecerredo (2.650 metros) y está cerrado en el frente por una morrena terminal de forma arqueada.

También hay otros heleros en el Jou del Trasllambrión, a una altitud de entre 2.350 y 2.450 metros, con una placa de hielo adosada a la pared de más de tres metros de grosor Sepultada en gran parte por derrubios de la ladera, data de la Pequeña Edad de Hielo (desde principios del siglo XIV hasta mediados del siglo XIX). Otro helero, el de La Palanca, se sitúa a 2.500 metros de altura.

En el borde sur del Jou Santo, entre la Torre del Torco y la Torre Santa, se encuentra el Neverón de La Forcadona, del que aún se conserva un cuerpo de hielo de unos ocho metros de espesor parcialmente enterrado bajo un manto de derrubios. Otros heleros, como la Cemba Vieja (“nieve vieja”) o la cara norte de Torre Santa, se han perdido, el último reducido a varios neveros permanentes de reducidas dimensiones.

Por lo que se refiere a los Pirineos, el retroceso de los glaciares hace poco probable un desprendimiento de hielo como el de la Marmolada, aunque la caída de rocas en la montaña se ha acelerado con el cambio climático al alterar el permafrost, que es la capa de suelo helada y actúa como pegamento. Un desprendimiento de rocas similar al que también recientemente se produjo en los Esparrets, en el valle de Pineta (Huesca), que motivó el cierre de un sendero a la Faja Tormosa. En los glaciares más significativos, Monte Perdido o el Aneto, no hay seracs, bloques de hielo como el que se desprendió en La Marmolada. Además, las masas de hielo no tienen tanta inclinación. No obstante, en el Monte Perdido, en 1953, sí hubo un desprendimiento que mató a dos militares, aunque en ese momento había mucho más hielo que en la actualidad.

Enrique Serrano, catedrático de Geografía Física de la Universidad de Valladolid que está inmerso en una campaña de investigación en Groenlandia, coincide con los otros expertos: "En Picos no es posible este proceso pues los heleros son muy pequeños, y si se desprende una porción afecta a una masa muy reducida de hielo. Y por supuesto no hay rutas montañeras por ellos". Aunque matiza: "Sí es posible en los Pirineos, en la Maladeta llevamos 12 años estudiando el frente y los colapsos son frecuentes. Ya hubo un GLOF (inundación por desborde violento de lago glaciar) con bastante peligrosidad. Pero, de nuevo, esas rutas no son tan frecuentadas como la Marmolada. En el de Aneto, en cambio, sí podrían suceder cosas parecidas y es el más frecuentado".

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