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El ocio nocturno pide regular los festivales de verano: "Podríamos salir ganando todos"

Los bares de copas perciben que "la gente tenía muchas ganas de salir", pero la inflación y la proliferación de macroeventos les restan rentabilidad

Un local de ocio nocturno. | EP

El ocio nocturno se recupera este verano tras meses de cierre y restricciones por la pandemia. "La gente tenía muchas ganas de salir", coinciden los hosteleros, que han notado un aluvión de clientela, pero, advierten, no es oro todo lo que reluce: la subida de costes resta rentabilidad a los negocios y muchos creen que la proliferación de festivales les ha perjudicado.

En el oriente asturiano, en Llanes, José Alberto Concha, portavoz de la junta local de la patronal Otea, asegura que "estamos bien. La gente tenía muchas ganas de volver y de salir". Viven "un momento de recuperación, aunque se vea afectado por los festivales". Concha aprovecha así para introducir la cuestión de los grandes eventos y verbenas que han proliferado este verano en la región. "En agosto no suman nada. Perjudican a la hostelería y al ocio nocturno. Hay actividades como las fiestas de prao, las tradicionales, que hay que apoyarlas, pero las nuevas ocurrencias están fuera de lugar. Son un error y solo sirven para dar imagen de masificación. Con estas iniciativas solo se beneficia el promotor del evento en cuestión. No tiene sentido que haya verbenas hasta las 7 de la mañana y sin aforos, y quien tenga un local de ocio nocturno lo tenga vacío", lamenta. Pepe Gutiérrez, presidente de la Asociación de Ocio Nocturno de Llanes (Alollano), se muestra más tajante y cree que "ha sido un verano muy flojo porque las fiestas se lo llevaron todo, ya que la gente salió en manada a las verbenas, los festivales y los macroconciertos". Avisa de que este hecho "supone una pérdida de ventas considerable para el ocio nocturno". "Ya preveíamos que iba a ser un verano poco habitual, pero no esperábamos que iba a ser tan flojo. Y eso que se ha visto muy claro que la gente tenía ganas de celebrar lo que no se celebró estos últimos años", zanja Pepe Gutiérrez.

Ángel Lorenzo, presidente de Otea en Gijón, abre otro melón y destaca que "estamos satisfechos con la facturación, pero no con el rendimiento" debido a que "la rentabilidad es menor a causa de los costes energéticos y de mercancías". La inflación es, de hecho, uno de los grandes caballos de batalla actuales para el sector.

En la capital asturiana, "el balance, hasta el momento, es positivo, porque antes estábamos cerrados. Hemos vuelto a trabajar como antaño", afirma Pepe Reina, presidente de la Asociación de Bares de Copas de Oviedo (Abaco). "La gente tenía muchas ganas de salir; se aprecia perfectamente en que los locales de ocio nocturno, los festivales y las fiestas de prao están todos llenos", añade Reina, que comenta que, al contrario de lo que pasa en otros sectores, "en nuestro caso la gente entra y consume. No ha caído el consumo". Sergio Fernández, que gestiona varios bares de copas, cuenta que "este verano en Oviedo ha estado bien, dentro de lo que cabe. Cada vez va a menos porque se vivió mucha locura con el final de las restricciones y es algo lógico". Sobre el tema de los festivales y la existencia de cada vez más verbenas, explica que "está bien que haya fiestas, pero habría que poner un horario límite. Que los festivales terminen a las dos o a las tres de la mañana y así, al finalizar, el ocio nocturno también se pueda beneficiar. Es como lo hacen en Madrid. Así ganamos todos".

Gijón, punto álgido asturiano durante la temporada estival, ha vivido "un mes de julio flojo pero un agosto buenísimo, incluso mejor que otros años anteriores a la pandemia", informa el hostelero Paco García. También asegura que "los locales funcionan bien". Reconoce que "en julio, con tanto festival, la hostelería se ve trastocada, ya que cambia el turismo y lo enfoca hacia personas mucho más jóvenes". Ángel Lorenzo informa por su parte de que "en afluencia de gente el verano ha sido muy bueno, principalmente los fines de semana". El presidente de Otea en Gijón subraya que "los festivales se han notado en negativo. Desde Otea creemos que hay que reunirse para poder competir y, sobre todo, convivir. Al fin y al cabo, la hostelería da empleo todo el año". Por ello, explica que "quitando esos días de julio, en los que esperábamos una rentabilidad mucho mayor, agosto está siendo muy bueno en facturación, pero, insisto, no en rendimiento".

En Avilés, "se ha registrado un agosto mucho mejor que julio, pero es que el mes de julio nunca suele ser bueno por los festivales de Gijón, las fiestas de Salinas o las de Piedras Blancas, y eso que este año afectó menos", destaca Miguel Villabrille, hostelero avilesino. Cataloga el verano de 2022 como "positivo, ya que se ha visto que la gente tenía ganas. Además, hay una burbuja de ocio nocturno, entre festivales, verbenas y locales, en la que cualquier oferta está atendida. Permite que la gente pueda elegir en qué plan quiere salir". Sobre la gran cantidad de ofertas de festivales y verbenas, Villabrille añade que "lo importante es que se consigue que la gente salga a la calle. Van a un festival de la cerveza, por ejemplo, y, posiblemente, después acaban en un local de ocio nocturno". "Lo importante es que la gente salga a la calle", insiste. Juan Arias, propietario de otros dos locales de ocio nocturno en Avilés, explica que, "en uno de los dos locales, el que tiene un ambiente de gente más mayor, coseché más beneficios que en el otro establecimiento, ya que este último está más destinado a gente joven, que, en verano, prefiere ir a festivales, verbenas y macroconciertos". Arias destaca "el poco consumo que se recibió para la cantidad de turistas y de gente que se veía".

Avilés es una buena muestra de que nunca llueve a gusto de todos, ya que David Franqueira, otro empresario hostelero del ocio nocturno, propietario de dos locales en Avilés, asegura que "es bueno que haya festivales. Afecta, eso sí, pero nada que ver con como era antes, que te barría. Yo, particularmente, este año no noté mucho los festivales". Lo que sí ha notado Franqueira es que "las cosas han cambiado desde que hemos superado la pandemia y terminado con los cierres de la hostelería y las eternas restricciones. Ahora hacemos más caja, pero cerrando antes. Se ve que la gente tiene muchas ganas de fiesta, pero suelen retirarse a una hora más temprana. Si un grupo grande me aguanta hasta las cinco de la mañana, yo aguanto, pero ya no es lo habitual". Añade que "no estamos llegando al tardeo, pero la pandemia nos ha cambiado y la gente tira más por el vermú. Ahora cierras la terraza y la gente marcha". Por este motivo, el empresario asegura que "vale más tener un bar pequeño, pero con mucha terraza, que lo contrario. Antes éramos mucho más de barra, de estar dentro y cubrirnos de la lluvia. Parece que ahora, no sé si por herencia del covid-19 o por qué, preferimos la terraza, que es lo que lleva dominando en Europa desde hace bastantes años. Lo que pasa es que, cuando algo nuevo llega a Europa, alguna nueva tendencia o algún nuevo comportamiento o actitud, tarda cinco años en llegar a Madrid, y cinco años más al Principado de Asturias". Y añade: "Ya veía venir que el verano iba a ser gordo".

Franqueira, como el resto de compañeros del sector del ocio nocturno, notó que "la gente tenía muchísimas ganas de salir, estar en la calle y disfrutar" así como que "nunca tuvimos tanto turismo como ahora". Ahora queda por ver si estas tendencias que han percibido los responsables de bares de copas han llegado para quedarse o son cosa de la etapa poscovid.

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