Medio Rural archiva la denuncia por la loba muerta a tiros en Teverga en 2020

La Consejería no ha podido localizar a los furtivos y concluye que no hay pruebas de que el autor sea un guarda, como sospecha Ascel

Ramón Díaz

Ramón Díaz

La muerte a tiros por furtivos de una loba radiomarcada en Teverga en septiembre de 2020 se quedará sin castigo. Ni los investigadores judiciales ni los de la Consejería de Medio Rural han conseguido localizar al culpable o los culpables del acto delictivo. Si primero (en 2022) fue el Juzgado de Grado el que ordenó archivar las actuaciones, ahora es el Gobierno del Principado el que reconoce que no ha sido capaz de recabar pruebas sobre la autoría del delito y, en consecuencia no adoptará ninguna medida.

Los informes encargados por Medio Rural a un funcionario y a un investigador de la Universidad de Oviedo han llevado a ese departamento a concluir que la loba tiroteada no murió como consecuencia de una cacería celebrada esos días en la zona en la que se hallaron los restos y el GPS que portaba, ni tampoco hay prueba alguna de que el autor de la muerte haya sido un guarda, señalado por la Asociación para la Conservación y Estudio del Lobo Ibérico (Ascel) como presunto autor de los disparos. Por todo ello, Medio Rural ha decidido archivar el escrito de denuncia de Ascel y de las actuaciones seguidas, "por quedar agotada la cuestión de fondo, sin que proceda, por razones de eficacia y eficiencia, desarrollar actividad adicional".

La loba, según la Consejería, fue abatida a tiros el 10 de septiembre de 2020 en la zona de La Magdalena (Teverga), que si bien fue coincidente con una cacería de jabalí en la reserva del área de caza denominada "506 Páramo", las posiciones de la loba registradas con el GPS "no coinciden con los ganchos de la cacería, por lo que no es razonable pensar que pudo haber muerto a consecuencia de la misma", apunta Medio Rural.

Además, el guarda señalado por Ascel, según el informe del funcionario de Medio Rural, no realizó ninguna actuación de control el día de la muerte de la loba. El esqueleto del animal se halló el 17 de noviembre de 2020. El GPS se había encontrado anteriormente en un lugar próximo, donde seguramente fueron abandonados por los furtivos.

Ascel teme que los datos recabados gracias al radiomarcaje puedan ser utilizados ilegalmente para determinar dónde están los animales, bien para facilitar los controles de población, bien para cacerías furtivas.

Por otro lado, el lobo que cayó en una trampa hace unos días en la sierra del Palo (Allande) no murió, como habían señalado inicialmente diversas fuentes. Sigue vivo.

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