La movida asturiana de Berlusconi, un "tifoso" más en las gradas de El Molinón

"Il Cavaliere" sufrió la victoria europea del Sporting ante el Milan en 1987 entre sus hinchas, a los que ofreció dinero para sofocar una trifulca en la tribuna

Berlusconi mediando con la Policía y los aficionados del Milan en  El Molinón. | Ramón González / Marcos León

Berlusconi mediando con la Policía y los aficionados del Milan en El Molinón. | Ramón González / Marcos León / Pablo Palomo

Pablo Palomo

Pablo Palomo

A Silvio Berlusconi, fallecido ayer a los 86 años, le dio tiempo a ser uno de los políticos más determinantes de las últimas décadas de Europa, pero pocos podrían haber intuido en Asturias hace 36 años, el 16 de septiembre de 1987, lo larga que sería la sombra de "Il Cavaliere". El tres veces primer ministro de Italia vivió su noche asturiana –y amarga– el día en que el Sporting derrotó a su Milan en la Copa de la UEFA. El hombre que hizo de la extravagancia una forma de vida fue un "tifoso" más (quizá siempre lo fue) en El Molinón. El magnate vio desde la grada del estadio junto a 200 hinchas "rossoneri" el solitario gol de Jaime para calmar los ánimos después de unos disturbios entre los aficionados transalpinos y la Policía. Berlusconi, siendo Berlusconi, ofreció dinero español a los suyos para calmar los ánimos.

Eloy Olaya fue titular en aquel Sporting entrenado por Novoa. Los rojiblancos golpearon primero en la primera ronda de la competición continental cuando aún se jugaba a doble partido. El Milan pasó a dieciseisavos tras darle la vuelta al combate días después en el campo del Lecce, al estar clausurado San Siro. Al incipiente equipo de Sacchi lo echó el Espanyol, finalista de aquella edición. "Fue histórico para nosotros, para la ciudad y para Asturias", cuenta Olaya. Tati ejerció de seguro de vida ante Van Basten y la melena inconfundible de Gullit. "Fue un partido de los que dejan huella", cuenta el zaguero. A Olaya le cuesta más acordarse del papel de Berlusconi en la grada. "Estaba más pendiente de sus jugadores", ríe.

La movida asturiana de Berlusconi, un "tifoso" más en las gradas de El Molinón

Paolo Berlusconi y Natalia Estrada, en Gijón. / Pablo Palomo

La maniobra del propietario fue la guinda a la accidentada visita del Milan. Sacchi vivía su primera temporada en un club en decadencia y que luego, de la mano de Berlusconi, llegaría a ganar en diferentes etapas ocho Scudettos y cinco Ligas de Campeones. La escuadra lombarda se alojó días antes del duelo en Candás. Tuvieron la puntería de coincidir con las fiestas del Cristo. Los italianos se concentraron en el hotel Marsol y su presencia pasó de todo menos desapercibida. El hoy entrenador del Madrid, Carlo Ancelotti, jugador del Milan de aquella, arquearía sus cejas al escuchar a decenas de parroquianos cantar a voz en grito el himno del Sporting en las inmediaciones de su alojamiento.

Al que no le hizo pizca de gracia la ocurrencia que importunó el descanso de sus futbolistas fue a Sacchi. El entrenador exigió al director del hotel que llamara a la Guardia Civil para disolver a los ruidosos. Cuentan las crónicas de la época que directivos del Milan llegaron a ofrecer cien dólares para parar la algarabía y poder conciliar el sueño. La Benemérita logró controlar la situación salvo en el caso de un aficionado que, en no muy buenas condiciones, siguió a lo suyo. Personas de la expedición milanesa sin determinar (también había decenas de aficionados) le agredieron con una señal de tráfico. Fue trasladado al Hospital de Jove. La noticia de la agresión corrió como la pólvora en la verbena la noche antes del duelo en El Molinón. Se anunció hasta por la megafonía. Hasta 300 personas volvieron al hotel del Milan y tuvieron que intervenir los antidisturbios.

La movida asturiana de Berlusconi, un "tifoso" más en las gradas de El Molinón

Jiménez corta una internada de Gullit ante la mirada de Espinosa durante el duelo. / Pablo Palomo

La tensión se trasladó a las gradas. Los aficionados italianos llegaron escoltados por un gran despliegue de la Policía Nacional. Al parecer, algunas provocaciones de aficionados del Sporting encendieron sus iras y empezaron a destrozar carteles publicitarios, arrasar asientos y a tirar tablas al césped. La Policía optó por emplearse con dureza y hasta echaron del campo a uno de los hinchas. Con la situación ya controlada, llegó Berlusconi a la zona junto a otros dirigentes de su club. El presidente intercedió por los suyos ante las fuerzas del orden y tiró de billetera para tranquilizar a sus seguidores. Aclamado por los suyos decidió sentarse con ellos para ver el partido en una esquina de la tribuna Este. Aquel encuentro se emitió por la RAI italiana. La noche más asturiana de Berlusconi la vieron muchos gijoneses en pantallas gigantes tirando de parabólicas. No es el único nexo con el Principado del italiano ya que su hermano, Paolo, fue pareja de la presentadora gijonesa Natalia Estrada hace varios años.

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