A la costa asturiana no le hacen falta palabras: la aventura de seis amigos sordos recorriendo el litoral

Los caminantes emprendieron una ruta desde el Oriente hasta el Occidente, que finalizó el día 8 de julio 

Agustín, José Manuel, Xosé, Claudio, Arturo y Óscar en su ruta por la costa de Asturias

Agustín, José Manuel, Xosé, Claudio, Arturo y Óscar en su ruta por la costa de Asturias

Marta Cercadillo

Playas, rías, pueblos, cabos, miradores, acantilados y mucha, mucha naturaleza convierten a la costa asturiana en una “joya imprescindible” y un paraíso natural, atractivo y cautivador para todo aquel que lo visita, bien sean turistas o vecinos. Los rincones de la orografía del Principado son muchos y muy variados por lo que, a veces, puede resultar complicado ver y disfrutar de todos ellos. Sin embargo, ese deseo de “conocer a fondo la belleza inigualable de la Tierrina”, fue lo que impulsó a un grupo de personas sordas signantes a emprender el pasado 1 de julio una marcha a pie por todo el litoral astur, desde el Oriente hasta el Occidente, que finalizaron este sábado en Figueras tras caminar “más kilómetros de los previstos”.

Agustín, José Manuel, Xosé, Claudio, Arturo y Óscar tienen edades comprendidas entre los 49 y los 78 años; algunos ya están jubilados, otros son operarios, uno de ellos se gana la vida como protésico dental y todos son asturianos o tienen raíces astures. “Una persona es de Figueras, pero reside y trabaja en Madrid; otros vivimos en La Felguera; y otros vivimos y trabajamos en Oviedo”, explicaron los peregrinos, que iniciaron una aventura con la que pretenden reivindicar “la naturaleza asturiana” de la que se sienten “sumamente orgullos”.

Aunque Agustín, José Manuel y Óscar fueron los que más kilómetros -más de 300- acumularon del grupo de seis amigos, al salir de Bustio destino Figueras, todos ellos coinciden en la espectacularidad del paisaje costero asturiano, que da como resultado final un precioso contraste entre el mar y la montaña: “Sus playas enmarcadas por acantilados y rocas, sus rías y su clima suave hacen que sea un lugar imprescindible para desconectar y disfrutar. Es un paraíso natural que habla por sí solo”.

“Dormimos en los albergues y para comer elegimos los restaurantes al azar que tienen la comida tradicional de calidad o comemos en un picnic. Comer bien en Asturias es tarea fácil”, explicaron los senderistas, que se mostraron satisfechos y contentos por la experiencia vivida que catalogaron de “positiva y gratificante” pese a haberse encontrado con “algunas rutas malas”. La etapa de Villaviciosa hasta Gijón fue la que peor sabor de boca les dejó por carecer de servicios y de cafetería, además de por tener una mala señalización que repercute en que la salida desde Gijón se haga complicada y peligrosa: “Hace falta dotar a esta ruta de más información para mejorar la orientación de los peregrinos”, concluyó el grupo de amigos. Una mala ruta que contrasta, en especial, con la etapa de Muros de Nalón a Cadavedu, el tramo del que mejor recuerdo guardan, pues, pese a su dureza, consideran que no tiene nada que envidiar a una “selva amazónica”. Pero, no todo fue andar, durante su aventura, Agustín, José Manuel, Xosé, Claudio, Arturo y Óscar también tuvieron tiempo de sorprenderse y quedarse impresionados por la gran cantidad de peregrinos extranjeros con los que se cruzaron, así como por el encanto de la “famosa escalera de Ribadesella”. 

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