Habla hoy en el Centro Niemeyer | Julio María Sanguinetti Expresidente de Uruguay

"Las democracias resisten, pero están siendo cada vez más difíciles de gobernar"

"Partidos extremos han tensionado el tablero político; frente a esto no se trata de volver al pasado, sino de hacer vino nuevo con odres viejos"

Julio María Sanguinetti, ayer, en el hotel de Avilés donde se hospeda.

Julio María Sanguinetti, ayer, en el hotel de Avilés donde se hospeda. / Luisma Murias

Francisco L. Jiménez

Francisco L. Jiménez

"Nunca había estado en Avilés, pero lo poco que he visto me gusta", afirma con cortesía Julio María Sanguinetti al presentarse a los periodistas que le esperan en el hotel de la ciudad donde se alojará hasta el viernes. Su estancia en la Villa del Adelantado está motivada por la celebración en el Centro Niemeyer de la XXVIII Reunión plenaria de la Fundación Círculo de Montevideo, que él mismo preside desde 1996. Tiene 87 años que no le restan un ápice de lucidez mental, presidió el Gobierno de Uruguay en dos períodos (1985-1990 y 1995-2000), fue ministro en dos ocasiones (de Educación y Cultura y de Industria y Comercio), ocupó tres veces un escaño como diputado y dos veces como senador, la última en 2020. Ha ejercido de abogado, periodista, escritor y político y desde diciembre de 2019 es el secretario general del Partido Colorado, un puesto que había asumido previamente de 1983 a 1985 y de 2004 a 2009. Por encima de todo esto, es una personalidad mundial que goza de gran respeto y cuya trayectoria lo convierte en un líder de opinión iberoamericano.

–¿Qué objetivos se fija para la doble jornada de reuniones a celebrar en Avilés con el lema "El renacer de la ética"?

–Cuando constituimos la Fundación Círculo de Montevideo en 1996 acababa de caer el Muro de Berlín, se empezaba a hablar de la globalización y se atisbaba un mundo nuevo. Pensamos en generar debates para contribuir a la construcción de una nueva sociedad sin fragilidad democrática. Desde entonces hemos reflexionado sobre todos los grandes temas que preocupan en el mundo. ¿Por qué la ética en esta edición de nuestras reuniones? Porque las democracias resisten, pero están siendo cada vez más difíciles de gobernar. El ciudadano ha pasado a ser un mero espectador que se sienta en la platea a ver la comedia de la política; una veces aplaude y otras, pita. Al periodismo ya no le basta con dar la noticia, ahora debe ir más allá: tiene que informar, dar contenido a la noticia y diferenciarla de lo que se dice en dos grupos de whatsapp o un muro de Facebook. Todo esto, entre otras realidades, horada a las instituciones y debilita a los partidos. Amenaza, en consecuencia, a las democracias.

–Usted pronunciará una conferencia en la que hablará de la "democracia de los extremos"… ¿A qué se refiere con ese concepto?

–A la entrada en escena de fuerzas minoritarias que han llevado a democracias consolidadas a estados de tensión. Me refiero a procesos desestabilizadores que hoy hacen posible la victoria electoral de un candidato de ultraizquierda y mañana la de un extravagante de derechas. Ha pasado en Iberoamérica, pero también en Europa: ¿dónde están los grandes partidos italianos, los partidos "gaullistas" de Francia?

–Pienso en España y la cierta similitud con lo vivido en su país, Uruguay: un bipartidismo hegemónico desbancado por la irrupción de una pléyade de partidos de "nuevo cuño" que han cambiado las reglas de juego.

–Lo ocurrido en Uruguay es que se han formado dos grandes coaliciones de amplio espectro, la de centro y la de izquierdas, en las que se aglutinan partidos variopintos. Y sí, en España también este fenómeno es una realidad.

–¿Por qué ha pasado esto?

–Al margen de que cada país tiene sus peculiaridades, hay una serie de acontecimientos planetarios que lo explican. Antes se nacía y moría ateo y comunista o religioso y de derechas porque había un fuerte sentido de pertenencia que hoy está en crisis o ha desaparecido; estamos en una espiral de cambios civilizatorios que transforman la sociedad: el empleo ya no es "para toda la vida", las redes sociales han cambiado nuestra forma de ver el mundo y de relacionarnos, el feminismo... la ansiedad e infelicidad que genera el consumismo... La política, los gobiernos y las democracias se ven afectadas por todo esto.

–¿Incluiría en esa lista la eclosión de reivindicaciones independentistas dentro de los Estados?

–Lo que existen son pulsiones identitarias, en unos casos de tipo étnico, otras veces territoriales o incluso basadas en naciones imaginarias cuya existencia trata de justificarse por hechos y relatos faltos de rigor. Todo esto es lo que alimenta nuestra idea de poner en valor los principios fundamentales de la ética para fortalecer la democracia.

–¿Para volver al pasado o para dar cabida a esas nuevas realidades en la gobernanza?

–Para adaptarnos a la nueva realidad, nuestro objetivo último es hacer un llamamiento a la integración: hacer nuevo vino en odres viejos.

–¿España está en proceso de formación de gobierno: un partido mayoritario, el PSOE, ha de negociar con un heterogéneo grupo de fuerzas minoritarias con intereses dispares. ¿Qué haría usted, político de largo recorrido, en semejante situación?

–No perder de vista el objetivo fundamental: garantizar la gobernabilidad. Las democracias se han rebelado resistentes en estos nuevos escenarios, pero el peligro es que se vuelven menos competentes.

–Una condición para la formación de Gobierno en España es la controvertida amnistía que pide el independentismo catalán. Usted que apoyó una amnistía en su país en la década de los años 70, ¿cree que el perdón es útil para cerrar heridas?

–Hay diferencias sustantivas entre unas amnistías y otras; la de Uruguay –también en la ejemplar Transición española se aplicó una– fue de pacificación. Aún dando por sentado que la democracia es una administración de disensos, lo que cabe preguntarse en estos casos es dónde está el límite de la política.

–Sus gobiernos sacaron a Uruguay de sendas crisis económicas sin renunciar al desarrollo de políticas sociales. ¿Estaría bien saber cómo se logra eso ahora que todo parece ir mal?

–En economía no hay milagros y el que los pregona miente: no se pueden bajar los impuestos y subir los sueldos el mismo día. Esto va de crear condiciones jurídicas que den seguridad a las empresas para producir y a la vez de apoyar a los colectivos sociales más desfavorecidos. Va de un delicado equilibrio que hay que encontrar para reducir los excesos monetarios y el déficit fiscal que siempre acompañan a la crisis. Pero claro, unos dicen que en esos casos debe buscarse a toda costa el equilibrio fiscal y otros dicen que lo que debe es gastarse más para inyectar dinero a la economía. Es muy complejo porque el Estado del Bienestar que hemos construido es caro y tocar sus pivotes siempre se antoja una tragedia.

–He visto que es usuario activo de redes sociales. Otros a su edad no las quieren ver ni en pintura...

–Mire: empecé a escribir a máquina en el periódico; luego llegaron las eléctricas y más tarde, las electrónicas y los computadores... Ahora lo digital. Para mí no ha sido un problema, hay que usarlo todo, pero usarlo bien; la cosa no es el uso, sino el abuso.

–En uno de sus últimos "post" se alinea con Israel en el conflicto de Gaza. ¿Por qué?

–Porque hay un agresor y un agredido, e Israel es el segundo. Porque Israel es una democracia y tiene, además del deber, el legítimo derecho a defenderse. Y porque ni siquiera se trata de que haya habido una agresión de un ejército a otro, sino que un grupo terrorista ha matado y secuestrado civiles. El terrorismo nunca, nunca tiene cabida en la democracia.

Suscríbete para seguir leyendo