El fin del aislamiento

Crónica de un viaje en tren por la soledad de la rampa de Pajares, un tramo sin usuarios abocado a la extinción con la llegada del AVE

La actual salida ferroviaria hacia la Meseta, sin apenas uso entre los vecinos, podría quedar en un año huérfana de trenes

José Ángel Fernández, con el cercanías en Puente de los Fierros a su espalda.

José Ángel Fernández, con el cercanías en Puente de los Fierros a su espalda. / A. Velasco

Andrés Velasco

Andrés Velasco

10.50 de la mañana. Faltan 12 minutos para la llegada del tercer tren de cercanías del día que cubre la línea Gijón-Puente de los Fierros. La estación, cerrada a cal y canto. En la pequeña localidad lenense, ni un vecino por la calle. A lo lejos sale un hombre botella de plástico en mano hasta un contenedor de reciclaje. Y se va. Desértico. El silencio lo rompe la voz robótica de la máquina programada para anunciar la llegada del tren.

11.02 de la mañana. Puntualidad británica. De los vagones se bajan dos personas: un vigués aficionado al ferrocarril y un avilesino que quería "despedirse" de la rampa de Pajares y de la estación lenense "por si acaso". El maquinista fuma un cigarro mientras espera para marchar de vuelta en unos minutos. Y parece, que vacío, al menos hasta Campomanes.

Es el día a día del apeadero de Puente de los Fierros, una parada, la última de la Red de Cercanías de Asturias, y que corre peligro de desaparecer junto a la de Campomanes por varios motivos: la llegada de la alta velocidad y el cierre de la rampa de Pajares (que comienza oficialmente en Pola de Lena), y la revisión en 2024 de las Obligaciones de Servicio Público (OSP), que amenaza con acortar la línea Gijón-Puente de los Fierros a la capital del concejo lenense.

La soledad de la rampa de Pajares: casi sin usuarios

La estación de Pajares. / Andrés Velasco

No parece haber demasiada preocupación, al menos vecinal, en perder el tren: "Aquí ya hace tiempo que no para, y la gente se arregla o en autobús o con los coches particulares... De otra forma estás perdido". Estas palabras salen de la boca de Miguel García, que unos kilómetros arriba, en el pueblo de Pajares, pone voz a la situación general del valle. "Da pena que se pueda cerrar la rampa de Pajares, pero más por una cuestión de seguridad o una cuestión nostálgica, porque mucha gente vivió de la Renfe aquí, pero ahora no se utiliza", dice. "Todo se acaba y hay que evolucionar", sentencia, mientras arranca su todoterreno por la sinuosa pista que todavía hoy conduce a la que fuera una estación con actividad en mitad de la montaña payariega. Una vía muerta al lado de la estación hace de perfecto aliño para una fotografía descriptiva de lo que será la rampa de Pajares en poco tiempo.

Al otro lado del Pajares no están muy conformes con la idea de que se cierre la rampa. Busdongo fue en la década de los sesenta una parada imprescindible para los esquiadores. Muchos de ellos venían de León en tren hasta esta localidad leonesa, y desde allí subían andando a la recién estrenada estación de esquí, impulsada por Chus Valgrande. También hacían este recorrido desde la parte asturiana. Pero cuentan algunas historias que desde el Principado los esquiadores "sobornaban" a los maquinistas de los trenes de mercancías con un poco de vino y embutido para que al llegar al conocido túnel de La Perruca, justo a pie de estación, redujese la velocidad para que pudieran saltar y se evitasen la caminata desde Busdongo.

La soledad de la rampa de Pajares: casi sin usuarios

Los andenes de la estación de Busdongo (León). / Andrés Velasco

Hoy la estación de Busdongo, como el apeadero de Puente de los Fierros, es un edificio sin uso. Bonito. Imponente. Pero vacío. "Nos dejan sin opciones: los trenes del servicio regional, tanto para Asturias como para León, pasan a horas malísimas, y si ahora nos los quitan, pues quedaremos solo con la opción del autobús para los dos lados", critica la panadera del pueblo, Aurora Álvarez. A unos metros de la tienda, justo delante de lo que otrora fue el corazón ferroviario de la localidad, se encuentra Casa Maragato. Este establecimiento hostelero es parada casi obligada para muchos cuando cruzan hacia la Meseta. Allí toman varios parroquianos unos café y otros vino. Pero el que habla es Juan Jiménez, el dueño. "Así es como quieren potenciar los políticos la zona rural, quitando servicios", clama. "Hace mucho tiempo que el tren dejó de ser una opción viable, sin coche aquí estás muerto", señala el hostelero, que mira con cierta nostalgia, quizá intuitiva, la estación de tren.

La soledad de la rampa de Pajares: casi sin usuarios

Juan Jiménez, con la estación de Busdongo al otro lado de la carretera. / Andrés Velasco

De vuelta en Puente de los Fierros, a las 11.03 de la mañana. El vigués José Ángel Fernández, de la Asociación Viguesa de Amigos del Ferrocarril saca su móvil. Hace fotos y graba vídeos. "Es la primera vez que vengo aquí, lo hago con años de retraso, pero había que conocer esto por lo que pueda pasar", dice. Fernández, al que ni le iría ni le vendría lo que pueda pasar con esta línea en el futuro, pues no es usuario, sí piensa en el perjuicio para la zona rural: "hay pueblos como este de Puente de los Fierros, Busdongo o Villamanín que corren el riesgo de quedarse aislados, ferroviariamente hablando". "Sería una pena", remata. Mientras, el otro viajero del Cercanías que llegó a las 11.02 hace fotos por la zona. Viene de Avilés, aunque evita dar su nombre. Piensa que las administraciones mantendrán la línea tal y como está pese a la llegada del AVE. Pero ve económicamente insostenible mantener la rampa de Pajares abierta.

11.13 de la mañana. Aparece al fondo el tren regional que viene desde Valladolid. Parece vacío. El ciudadano avilesino se sube de vuelta a casa. Arranca. El tren de cercanías espera aún que llegue la hora de salida. Todavía ni un viajero. José Ángel Fernández sigue fotografiándolo todo. Para el recuerdo. De nuevo el silencio. De nuevo la soledad. El día a día en la estación de Puente de los Fierros.

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