El mayor regalo del año, el riñón que Beatriz ha dado a su hermano José Luis: "He recuperado la vida"

"Lo más emocionante fue cuando, después del trasplante, me dejaron verlo y los médicos me dijeron que con aquel superriñón todo iba bien... Me prestó muchísimo", dice la donante

Es el primer trasplante renal de donante vivo con grupo sanguíneo incompatible que se realiza en Asturias

Donante y receptor: Beatriz y José Luis  Álvarez García, el pasado viernes, en el jardín de la casa del segundo.

Donante y receptor: Beatriz y José Luis Álvarez García, el pasado viernes, en el jardín de la casa del segundo. / Miki López

Pablo Álvarez

Pablo Álvarez

De los muchos regalos que se han entregado en el año que hoy termina, pocos tan valiosos como el que ha recibido José Luis Álvarez García: un riñón. Remitente del regalo: Beatriz, su hermana pequeña. De los 64 trasplantes renales de donante vivo que se han llevado a cabo hasta la fecha en Asturias, éste es el primero con un grupo sanguíneo incompatible.

–El trasplante me ha cambiado la vida. He recuperado la vida. La diálisis la llevaba muy mal. Me quitaba las ganas de comer, me revolvía el estómago, me daba muchos dolores de cabeza... Ahora voy comiendo mejor. Desayuno bien, pero por la mañana tomo muchos medicamentos: se me juntaron los del ictus, los del infarto, los del trasplante... y al mediodía tengo poco apetito. Por la tarde lo recupero de nuevo y llego a la cena con mucha hambre...

Ictus, infarto, trasplante... Este vecino de la localidad de Villademoros (concejo de Valdés) tiene 55 años y un historial clínico difícil de digerir. Tercero de siete hermanos, está casado con Rosa María García Arviza. Tienen una hija de 31 años y un hijo de 26. Nació y vive junto al mar. Amante de la pesca, conserva en su jardín una pequeña barca que lleva varios años parada. La casa de José Luis Álvarez García está pegada a la de sus padres, en la que viven su madre, viuda, y su hermana pequeña. El trasplantado, su mujer y su donante reciben a LA NUEVA ESPAÑA con algunos nervios que se van disipando a medida que avanza la conversación.

–Ya nací con cálculos de riñón. Me sacaron uno de la vejiga cuando tenía año y medio. Y ahí aguanté hasta los 16 o 17 años, cuando que se me volvieron a llenar de cálculos los riñones, sobre todo el izquierdo. Es un producto que tiene la sangre, que se llama cistinuria, una proteína que te deja muchísimos cristales.

José Luis Álvarez García es el tercero de siete hermanos (uno de ellos ha fallecido). Pese a ser la cistinuria una patología hereditaria, todos los demás están libres de ella. Villademoros es un pueblo que colinda con Cadavedo, más hacia el oeste. Con todo, el mar está muy cerca, y se ve desde su casa:

–En esa segunda ocasión, a los 16 años, la cistinuria me dio más fuerte y tuve que ir al Hospital Virgen del Pilar, de San Sebastián en el que tenían una bañera de litotricia. Estuve allí veinte días, en el barrio de Intxaurrondo. Parecía una bañera normal y corriente, pero entonces en Asturias no la había. Me hicieron una cirugía por laparoscopia. Estuve bastante fastidiado y me vine con el riñón izquierdo muy mermado.

Con 25 años, cuando ya estaba casado y había tenido a su primera hija, reaparecieron las piedras en el riñón.

–Tuve que volver a ingresar, pero esta vez en Oviedo, porque ya tenían litotricia en el Hospital General de Asturias. A partir de ahí, cada dos o tres años tenían que hacerme alguna intervención.

Su trabajo no contribuía a preservar su salud:

–Por desgracia, estuve treinta años trabajando de pintor y, después, otros seis en una fábrica de embalajes, donde me jubilé. Antes, un día de 2010, mientras pintaba, me dio un ictus. Ese mismo año perdí por completo la función del riñón izquierdo.

Llegó el momento de adoptar una decisión: diálisis o trasplante. Toma la palabra su hermana, Beatriz Álvarez García, de 48 años:

–La primera vez que se habló del trasplante yo ya le dije que contara conmigo. Rosa María, la mujer de mi hermano, también se ofreció. Y lo mismo la hija de mi hermano. Un hermano nuestro, gemelo mío, tuvo hepatitis. Nuestra hermana mayor tiene lupus eritematoso. Nos hicieron muchas pruebas a mi cuñada y a mí. Mi cuñada era más compatible, pero los médicos juzgaron más conveniente que yo fuera la donante.

Donante y receptor: Beatriz y José Luis  Álvarez García, el pasado viernes, en el jardín de la casa del segundo. | |  MIKI LÓPEZ

Donante y receptor: Beatriz y José Luis Álvarez García, el pasado viernes, en el jardín de la casa del segundo. / Miki López

El 10 de julio de 2022, estando ya ingresados la donante y el receptor en el Hospital Universitario central de Asturias (HUCA), con todo programado para realizar el trasplante, surge un nuevo contratiempo. Y no menor...

–Me dio un infarto –relata José Luis–. Me pusieron seis stents [muelles para abrir las arterias]. Como tomaba antiagregante, hubo que aplazar el trasplante. Entonces, entré en diálisis y estuve un año haciéndola. Bastante duro. Los lunes, miércoles y viernes tenía que ir al Hospital de Jarrio. Cuando la cardióloga me dijo que podía quitarme el doble antiagregante, los médicos del HUCA, el cirujano Miguel Hevia y la nefróloga María Luisa Suárez, enseguida decidieron actuar. Y el pasado 26 de julio me hicieron el trasplante.

Había que sortear la incompatibilidad del grupo sanguíneo entre la donante del riñón y el receptor del órgano. La doctora María Luisa Suárez detalla el problema y el procedimiento seguido por vez primera en la sanidad asturiana:

–Para realizar el trasplante renal es necesario, en principio, que el donante y el receptor tengan un grupo sanguíneo compatible. De lo contrario, por la presencia en la sangre del receptor de anticuerpos contra el grupo sanguíneo del donante, se produce un rechazo inmediato y la pérdida del riñón. En el caso del trasplante con donante vivo, si esos títulos de anticuerpos del receptor están por debajo de un nivel concreto, se puede puede realizar un tratamiento de "desensibilización" para eliminarlos para el momento del trasplante, y así poder realizarlo con éxito. Esa desensibilización consiste en un tratamiento inmunosupresor adicional y la realización de plasmaféresis y/o inmunoabsorción, que son técnicas para eliminar anticuerpos del plasma mediante circulación extracorpórea, previa al trasplante. El riesgo de rechazo por estos anticuerpos está presente durante el primer mes, aunque es bajo, y posteriormente, los resultados son los mismos que los del trasplante con grupo sanguíneo compatible.

Superado este escollo, la donante, Beatriz Álvarez García, retoma el hilo del relato:

–Me eligieron a mí porque vieron que mi hermano tenía pocos anticuerpos contra ese factor de incompatibilidad, gracias a Dios. Me dieron una alegría enorme. Cuando ingresamos en el HUCA, nos pusieron en la misma habitación. Eso fue otra alegría. El día del trasplante, me bajaron a mí al quirófano, me pusieron una mascarilla para la anestesia y lo siguiente que recuerdo ya es el área de reanimación, después de la extracción de mi riñón. Al despertarme, sentí un dolor en la zona, como es normal, pero por lo demás muy bien todo. Los médicos, geniales también. Yo salí del HUCA cuatro días después de la operación, y mi hermano tardó dos días más.

Hubo un momento de particular satisfacción para esta mujer valdesana:

–Lo más emocionante fue cuando me permitieron ver a mi hermano. Después de la intervención, nos habían puesto en habitaciones distintas y tardaron un poco en dejarme. Resultó que José Luis había empezado a orinar muy bien. Los médicos me dijeron que con aquel superriñón todo iba perfecto... Eso me prestó muchísimo...

El receptor del órgano recuerda ese momento:

–Mi hermana aneció, hasta que logró que la dejaran verme... La familia le decía que yo estaba bien, pero no quedó convencida hasta que me vio.

Han pasado cinco meses desde la intervención quirúrgica. Hasta el momento, todas las revisiones se han resuelto sin mayores contratiempos. El trasplantado está bajo un seguimiento frecuente: va al HUCA una vez al mes. Su hermana debe acudir a revisión una vez al año, pero no sigue ningún tratamiento derivado de la donación:

–Ya nos queríamos mucho, pero ahora más todavía. Yo animo a donar a todo el mundo que pueda. Es lo mejor que puedes hacer en la vida. La enfermedad renal es muy mala –asevera Beatriz Álvarez.

Su hermano despide 2023 contento y animado. El regalo recibido este año es insuperable:

–Puedo comer normal, aunque no debo engordar. Lo único que me quitaron es el pomelo, porque tiene alguna incompatibilidad con el medicamento para el rechazo.

La recuperación de la salud y de la calidad de vida alimenta nuevas ilusiones en José Luis Álvarez:

–El mar me gusta desde que nací. Voy a pescar a caña siempre que puedo, y espero poder volver a los pedreros dentro de un año. Pero ahora mi gran sueño es hacer un crucero.

Asturias cierra el año con 122 trasplantes de órganos, la mayor cifra desde 2019

Trasplante  de riñón en el HUCA. | LNE

Trasplante de riñón en el HUCA. | LNE / Pablo Álvarez

Si no se produce algún cambio a lo largo del día de hoy, la sanidad asturiana cerrará el año 2023 con un total de 122 trasplantes de órganos: 79 de riñón (de ellos, 5 de donante vivo), 29 de hígado y 14 de corazón. Esta cifras son superiores a las registradas en 2022, cuando se llevaron a cabo 98 injertos de órganos: 68 renales, 24 hepáticos y 6 cardiacos. Este dato global de 122 también está por encima de los 121 trasplantes de 2021 y los 113 de 2020; y por debajo de los 136 implantes efectuados en 2019, año anterior a la llegada de la pandemia de covid. Todos estos procedimientos quirúrgicos se llevan a cabo en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). Por otro lado, el ejercicio que hoy concluye se saldará con una satisfactoria cifra de donaciones de órganos, un total de 54. Es una menos que en 2022, pero está por encima de las 52 donaciones de 2021, de las 46 de 2020 y de las 53 cesiones de órganos de 2019. El equipo de coordinación de trasplantes de Asturias valora como "muy positivo" cerrar este ejercicio por encima de las 50 cesiones de órganos por millón de habitantes. Y otro dato clave del año 2023 es que sólo se han registrado dos negativas a la donación por parte de las familias de los fallecidos a las que se han solicitado órganos. En este epígrafe, Asturias suele estar por debajo de la media nacional.

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