"Le quería de verdad, no sé lo que pasó, el alcohol", dice el acusado de matar a su novio en La Arena
El rumano Doru Robert Diditel, de 27 años dice que no se acuerda de nada: "Bebí dos o tres litros de vino y veinte cervezas"
"Robert quería ir a Avilés a por porros y Álex (su novio asesinado) se lo impedía", dice uno de los testigos sobre los motivos del crimen
"Robert dijo: 'Antes de que me maten a mí como mataron a mi padre, lo mato yo a èl', estaba muy borracho", señala otro testigo
El juicio por jurado por el crimen de San Juan de la Arena en la noche del 4 de noviembre de 2020 se ha iniciado en la mañana de este lunes en la sección tercera de la Audiencia Provincial con la declaración de las tres personas que había en la vivienda de la avenida del Río Nalón en el momento el asesinato de Alejandro Fernández-Canteli Álvarez, Álex, un artista ovetense de 60 años, y sin que hayan ofrecido precisamente un relato claro y diáfano de lo ocurrido. El presunto asesino, el rumano Doru Robert Diditel, de 27 años, que era novio de la víctima desde hacía unos meses, se escudó en que había bebido "litros dos o tres litros de vino y veinte cervezas" para justificar que no recordaba nada, y aseguró: "Yo le quería de verdad, no sé lo que pasó, el alcohol, pero nunca quise hacerle daño". El dueño de la casa, un hombre con problemas de sordera y cierto deterioro cognitivo, aseguró que todo se inició porque "Robert quería ir a La Carriona a comprar porros y Álex (su novio) se lo impedía". Y el novio del dueño de la casa, también rumano, admitió: "Escuché a Robert decir: 'Antes de matarme a mí como mataron a mi padre (fue apuñalado mortalmente por un cuñado), lo mato yo a él', estaba muy borracho".
Robert llevaba viviendo en aquella casa de las afueras de San Juan de la Arena desde hacía tres o cuatro años. Huérfano de padre y madre, vino de Rumanía en busca de una oportunidad y echó mano de Virgil M., al que conocía de su pueblo desde pequeño, y que estaba viviendo en la Arena con su pareja, José María F. R. Robert pasó un tiempo en Francia, pero regresó a España para escapar de un juicio, según Virgil. Según aseguró José María F. R., "vivíamos de mi pensión de 400 euros, una veces teníamos trabajo y otras teníamos que pedir para comer". La convivencia con Robert no era precisamente maravillosa: "Bebía y fumaba porros y se alteraba, alguna vez se ponía violento". El novio de José María lo corroboró: "Se ponía violento. Una vez tuve que echarle a él y a otro novio que tuvo. Cuando empezó con Álex, para ser sinceros, siempre estaban discutiendo, en el coche, por Avilés... Robert bebía mucho, 20 o 30 latas de cerveza diarias, y fumaba también".
También es cierto que Álex se había empeñado en sacar a su novio de la espiral autodestructiva en la que estaba encerrado. Lo confesaba el propio acusado: "Siempre me estaba enseñando a pintar, me tranquilizaba, me enseñaba también a leer y escribir, le quería mucho". La versión del acusado sobre lo ocurrido fue muy diferente a la ofrecida por los testigos. Según él, fue Virgil quien le exigió ir a buscar hachís a Avilés. "Me dijo cosas muy malas, me preguntó por qué no iba a pedir a la calle o a sacar dinero con otros chicos". Según la versión de las acusaciones, era Robert quien quería ir a por la droga, y al no conseguirlo de Álex, lo intentó con José María, al que terminó arrojando al suelo y dando varios puñetazos, tal como indicó el agredido en el juicio. En ese momento, declaró Virgil, Álex se interpuso y golpeó en el rostro a Robert, quien amenazó abiertamente a su novio: "Déjame que te mato, maricón", siempre según la versión de las acusaciones.
Ninguno de los dos testigos vio a Robert coger el cuchillo y clavárselo a Álex. Tras agredir Robert al dueño de la casa, Álex pidió que les dejaran solos, que él se encargaba de calmarlo. Pero ni mucho menos. El ministerio público sostiene Robert fue a una cocina exterior de la vivienda, cogió un cuchillo que tenían para pelar patatas y se lo clavó en el tórax a Álex. La hoja de 10 centímetros de largo y 1,6 centímetros de ancho, entró entre las costillas, afectando al pulmón y llegando a tocar la aorta, aunque no llegó a romperla. Suficiente para matar a alguien. José María y Virgil salieron de su habitación y vieron sangrando a Álex. "Voy al San Agustín", dijo, y salió corriendo al coche. Lo puso en marcha, pero no avanzó mucha distancia, porque el ovetense estaba tocado de muerte.
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