Giro en el caso del crimen de La Arena: la rebaja de pena que pide la fiscal, que ya no ve asesinato

La defensa insiste en que nadie vio al acusado con un arma en la mano, y no puede descartarse que hubiese una pelea o un herida accidental

La acusación particular que ejerce la familia de la víctima considera los hechos un asesinato y pide Justicia

El jurado se reúne este viernes para decidir su veredicto

El acusado, entre dos agentes.

El acusado, entre dos agentes. / Luis Vega

Luis Ángel Vega

Luis Ángel Vega

Giro en el juicio por la muerte de Alejandro Fernández-Canteli, en San Juan de la Arena el 4 de noviembre de 2020. El ministerio público ha variado su petición de condena por asesinato, y considera que los hechos son ahora un homicidio, de forma que reduce su petición de pena de 20 a 12 años de cárcel, la acusación particular, que ejercen los hermanos de la víctima, bajo la dirección letrada de Ángeles Lázaro, mantiene que los hechos fueron un asesinato, por lo que sigue solicitando 20 años de cárcel. Juan Carlos Páyer, letrado del único acusado, el rumano Duro Robert Diditel, de 27 años, pide la libre absolución. Las partes han ofrecido en la tarde de este miércoles sus conclusiones en el juicio por jurado que viene celebrándose en la sección tercera de la Audiencia Provincial desde este lunes. Este viernes se reunirá el jurado para decidir su veredicto.

La fiscal admitió que “no se ha podido acreditar los elementos necesarios para seguir acusando por asesinato”, aunque sí cree que se dan los elementos para condenar por un delito de homicidio. La víctima, aseguró, un artista, una persona tranquila, amable, tenía una pareja, Robert, que, en cambio, “se alteraba”, como declaró uno de los testigos. “Fue a Francia y tuvo que volver por un juicio, las fuerzas de seguridad lo investigaban por robo agravado, rompió un cuadro con los puños, golpeó a José María Fernández, el dueño de la casa, pese a que vivían de su pensión de 400 euros”, describió. Alejandro había estado con una pareja muchos años hasta que murió, y tras estar años sin pareja, “se había ilusionado con Robert, quería sacarlo de la droga”. Finalmente, el día del crimen, “decide ir al lugar donde al final se le causa la desgracia, pierde la vida, después de 18 llamadas de Robert”. La fiscal puso en duda la versión del acusado: “Dice que no discutieron, negó cualquier alteración, pero José María y Mehmet dicen que sí lo hicieron. Diditel agredió a José María, y sí, Alejandro golpeó en la nariz a Roberto, aunque luego trató de tranquilizarlo”. Fue entonces cuando Diditel fue a coger un cuchillo de la cocina y se lo clavó a la víctima. Los otros dos testigos ya solo lo vieron sangrando, cuando se marchaba corriendo para el hospital. “Ya poco se podía hacer, tuvo capacidad para ir hasta el coche, sangrando desde la casa, solo le dio tiempo a recorrer 1,2 kilómetros, y murió desangrado”.

Cuando Virgil, novio del dueño de la casa, se lo recriminó a Robert, este se limitó a responder: “Antes de matarme a mí como mataron a mi padre, lo mato yo a ese maricón”. La fiscal dudó que tuviese las facultades afectadas. “Se nos dice que no sabía lo que hacía, que iba borracho. Los ocupantes de la casa dicen que no bebió en casa. Los forenses niegan que hubiese bebido dos o tres litros de vino y 20 o 30 latas de cerveza, estaría en coma etílico”. Además, “Robert dio detalles demasiado exactos como para estar ebrio. Los forenses dicen que han detectado cierto grado de ocultación cuando lo examinaron unos meses después del crimen”. Los agentes que le detuvieron tampoco lo vieron ebrio. “Echar la culpa al alcohol es instrumental, pretende no asumir ninguna responsabilidad en este caso, no consideramos acreditado que bebiese en grandes cantidades ni afectase a sus facultades”, añadió la fiscal.

Por otro lado, no se ha encontrado el arma con la que se infligió la herida recibida por Alejandro Fernández-Canteli, que “necesariamente herida le hubiese causado la muerte”. El acusado, por otro lado, llamó a su hermana a Rumanía para que su cuñado se responsabilizase de los hechos, ya que tenía experiencia de la cárcel. Mientras tanto, Diditel le enviaba desesperados mensajes a su novio: “No me denuncies, por favor, fue el vino, soy demasiado pobre”. Con ello, dijo la fiscal, “solo pretendía librarse”.

La letrada Ángeles Lázaro, sin embargo, mantuvo que los hechos son un asesinato. “Hubo un plus, todas las muertes son terribles y execrables, pero sitúense en la discusión del salón, cuando la víctima dice que va a encargarse de tranquilizarlo. Sorpresiva e imprevistamente, va a la cocina, coge un cuchillo, y le propina una puñalada en una zona vital, mortal de necesidad. Quien recibe el ataque está confiado y no prevé lo que va a ocurrir”. Finalmente, pidió “justicia para Alejandro”.

En cuanto a la defensa, trató de explotar las zonas de sombra de este caso. El letrado Juan Carlos Páyer se preguntó “qué pruebas hay para demostrar que Robert atacase a Alejandro, donde está esa prueba, quien ha testificado eso”. Su defendido, añadió, “dijo que estaba muy bebido, no sabe quién apuñaló a Alejandro”. Páyer indicó que “es difícil que haya habido una autolesión, las acusaciones dicen que tuvo que ser Robert, pero esta defensa se pregunta: ¿Por qué Robert?”. “No sabemos qué pasó allí. Nadie vio a Robert con ningún cuchillo. Al mango de cuchillo que se encontró, no se le hicieron pruebas para ver si había huellas dactilares o restos de sangre. Pudo haber un forcejeo y en esa pelea por mala suerte se empujaron el uno al otro y ese cuchillo se introdujese en el cuerpo de Álex. ¿Fue Robert? No lo sabemos”. Para el letrado hay pruebas de que Doru Robert Diditel bebió en grandes cantidades, y puso en duda que la víctima fuese una persona tranquila, porque un hermano suyo describió una pelea. Para esa defensa, “no hubo alevosía, pero sí homicidio, aunque no hay ninguna prueba que acredite que fue Robert. El acusado advera que no atacó a nadie. Tiene que haber una prueba clara que nos despeje cualquier otra posibilidad, como un forcejeo o la mala suerte. El problema es que nadie vio nada”.