El "lavado rosa" de la política asturiana: el feminismo político choca con la estadística

En Asturias nunca ha habido una presidenta, las mujeres son minoría en la Junta y en el ámbito local las áreas de poder son de hombres

El "lavado rosa" de la política asturiana: el feminismo político choca con la estadística

El "lavado rosa" de la política asturiana: el feminismo político choca con la estadística / LNE

Mariola Riera

Mariola Riera

No salen el parlamento y gobierno del Principado muy bien parados en las estadísticas sobre la presencia de mujeres en los mismos. Bien se podría decir, salvando las distancias y por utilizar un término de moda, que los principales partidos políticos asturianos practican el "pinkwashing" (del inglés pink, rosa, color asociado por costumbre al sexo femenino; y wash, lavar) o lavado de imagen rosa. Esto es: el despliegue de estrategias de promoción para exhibir su apoyo al feminismo y a la igualdad –ahí está reciente el 8 de marzo y los múltiples actos convocados por izquierda y derecha–, pero sin una correlación real. Es decir, lo del feminismo político es mucho ruido y pocas nueces.

Porque a la hora de la verdad las mujeres están en un segundo plano: son minoría en la Junta –no así en el Gobierno regional, que son mitad–, son los hombres los que se llevan los cargos de más poder y en ellas recaen las áreas de menor peso. Un ejemplo claro: a Asturias se le resiste una Presidenta del Gobierno, el techo es la Vicepresidencia, esta legislatura en manos de Gimena Llamedo. Nunca ha habido una mujer al frente de la comunidad, que en la actualidad, según los datos de la última legislatura, se sitúa un poco por debajo de la media en España en cuanto a presencia femenina en su parlamento. Las mujeres son el 46,7% en la Junta; la media española es del 46,9%.

Así figura en el informe "Las mujeres en los poderes públicos en Asturias" realizado en diciembre por el Instituto Asturiano de la Mujer con el fin de analizar la evolución desde la aprobación y aplicación de la ley de Igualdad de 2007, cuyo objetivo fue garantizar la representación suficientemente significativa de ambos sexos en los distintos órganos y cargos de representación política. Al Principado le cuesta consolidar la presencia de mujeres y el poder ejercido por éstas, aunque va por buen camino.

Nada que ver ahora con 1995, cuando tras las elecciones en la Junta se sentaron un 17,8% de diputadas. Cuatro años más tarde se logró que ellas fuera un tercio y ya en 2007, con la ley de Igualdad, las mujeres rozaron el 40%, en concreto, fueron un 37,7%. Hubo que esperar a 2011 para cumplir con la norma –fija que ningún sexo puede estar por debajo del 40%– y llegar la legislatura de 2019 para disfrutar del máximo nivel de representación femenina en el parlamento, de un 48,9%. Pero cuatro años después, en esta legislatura estrenada en mayo de 2023, se ha bajado al 46,7%.

En el PSOE cumplieron con la paridad con un 45,8% de mujeres en sus escaños ya en 1999 y a partir de 2015 éstas han sido la mitad. En el PP les ha costado más, pues las diputadas no llegaron al 40% hasta 2012. Poco duró, pues en la legislatura siguiente bajaron, lograron ser la mitad en 2019, pero ahora sólo un 35,3%.

En cuanto a los gobiernos, un dato que habla por sí solo: la presidencia asturiana siempre ha sido masculina. Los líderes de PSOE y PP, los partidos con opciones de gobernar, presentaron candidatos en las últimas elecciones y nada indica que sus líderes –el actual presidente socialista Adrián Barbón y el secretario general del PP Álvaro Queipo– tengan intención de dar el relevo y abrir paso a una compañera de filas. Pero en política nunca se sabe.

Pese a no tener nunca presidenta, en las consejerías siempre ha habido paridad desde 2003, salvo en 2011 (el gobierno de Foro de Francisco Álvarez-Cascos). Pero las mujeres han sido mayoría casi siempre de forma abrumadora en los escalafones de menos poder. Las direcciones generales y secretarías generales técnicas son donde ellas tienen destacada o mayor presencia. Un ejemplo: en esta legislatura se incumple la ley de Igualdad, pero en detrimento del hombre, al no haber paridad en el reparto de secretarías: las mujeres son el 70%; en la anterior legislatura eran incluso el 80%. Según el informe, las secretarías generales son "el único alto cargo claramente feminizado" en Asturias. En cuanto a las áreas y su composición, la Consejería de Derechos Sociales es la más feminizada. Por contra, Ciencia y Fomento son las más masculinizadas.

Una situación que parece repetirse en los ayuntamientos. En la administración local las áreas que los hombres tienden a ocupar con más frecuencia "son aquellas en las que tradicionalmente se ha venido ejerciendo el poder político y económico". Entre éstas figuran urbanismo y obras públicas. Mientras, la presencia femenina es habitual en igualdad, sanidad, servicios sociales... Este mandato, en las corporaciones locales, áreas de bajo rango como política lingüística y familia están en su totalidad en manos de mujeres.

Tampoco es que las cosas vayan mejor en las alcaldías, donde se ha optado tradicionalmente por hombres. Este mandato iniciado en 2023 ha supuesto por primera vez desde 1995 una reducción de la presencia femenina al frente de los ayuntamientos: 18, un 23,1%. El techo de cristal está en 22 consistorios en manos de mujeres, en 2019, un 28,2% del total. España está en el 24,46%.

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