La "magia" que desprende el Ártico contada por los dos asturianos que participaron de la hazaña de intentar grabar las auroras boreales desde dentro

La operación consistía en lanzar un globo de helio que llegara hasta los 30 kilómetros de altura, transportando las distintas cámaras y otros instrumentos para el vuelo

Carlos López, a la izquierda, y Xurde  Margaride, en el Ártico, disfrutando de una aurora boreal.

Carlos López, a la izquierda, y Xurde Margaride, en el Ártico, disfrutando de una aurora boreal. / LNE

A. Rubiera

A. Rubiera

La expedición científica española que ha intentado la hazaña de capturar en formato audiovisual (4K) y en 360 grados el funcionamiento interno de las auroras boreales desde la estratosfera, a 25.000 kilómetros del suelo, ha concluido sin éxito su misión en el lago helado de Inari (Finlandia), cerca del Círculo Polar Ártico. Sin éxito pero con más experiencia para volver a intentarlo, tal como dicen los principales expedicionarios del equipo de expertos españoles formado por el científico Javier Cacho, el experto en lanzamiento de globos atmosféricos Fernando Ortuño, el productor audiovisual Chedey Reyes y el director de fotografía Carlos Calato.

Junto a ellos, aprendiendo mucho de todo y poniendo a disposición de la hazaña sus aptitudes y conocimiento del terreno, han estado dos asturianos: el fotógrafo gijonés Xurde Margaride y el guía de Mieres afincado en el Ártico desde hace casi dos décadas Carlos López. Sabían de sobra que la operación era "muy muy complicada", dice Margaride. Tanto como que no hubiera ni mínimos imprevistos en una operación que, básicamente, consistía en lanzar un globo de helio que llegara hasta los 30 kilómetros de altura, transportando las distintas cámaras y otros instrumentos para el vuelo. Un globo que a medida que asciende, debido a la escasa presión atmosférica, se iría dilatando hasta explotar a la altitud adecuada.

En ese viaje el material de grabación estaría activo y tomando imágenes "dentro" de la aurora boreal, con equipos que se recuperarían gracias a los localizadores de seguimiento que también llevaba adosado el ingenio.

Tras varias pruebas y ensayos, el vuelo definitivo se llevó a cabo el pasado jueves. "El lanzamiento fue correcto y todo iba muy bien, pero al final no conseguimos recuperar el globo. Después de realizar los análisis de toda la operación descubrimos un factor importante que nos hizo perderlo; resumiéndolo mucho, el globo sufrió una congelación importante fuera de lo que ya teníamos previsto, que hizo que, además de variar el rumbo, todos los equipos a bordo dejaran de funcionar, por lo que no pudimos localizar el punto exacto donde cayó a tierra", relata Xurde Margaride. En contra tuvieron la "siempre variable meteorología de la zona, que además de adversa es supercambiante", y lo fue un poco más esa jornada.

"Como en todo, aprendemos de los errores y ya estamos pensando en la posibilidad de corregir fallos y preparar un nuevo lanzamiento, pero no será en este viaje", dicen los asturianos, a los que el equipo científico recurrió como una "ayuda más" para intentar llevar a buen puerto una hazaña que ya habían intentado hace siete años.

Atrapados por la aurora boreal

Una espectacular aurora fotografiada por Margaride. / Xurde Margaride

Esa ayuda venía dada por los conocimientos en fotografía de Margaride, con experiencia de casi 10 años viajando al Ártico para fotografiar auroras, y el aporte de Carlos López como guía experimentado de la zona, donde lleva viviendo casi dos décadas. Juntos, de hecho, pusieron en marcha en 2018 la empresa Destino Laponia, con la que comparten con otros viajeros su amor por el Ártico.

"Vi mi primera aurora en 2016 y la verdad es que poco importó que estuviéramos a unos 32 grados bajo cero. Porque fue algo mágico. Los nervios de la situación, de estar en el bosque, entrar en el lago helado, con la nieve por las rodillas... y de repente empiezas a ver unas luces en el horizonte. Me pareció una cosa flipante. Además, con esa obsesión que tenemos los fotógrafos, acabé quedándome solo, porque el resto de gente ya se había metido en la furgo y estaban esperándome. Y fue entonces cuando se hizo una forma que a mi vista fue casi un ángel y lo sentí como mágico", relata. Se quedó desde entonces atrapado por unas auroras y un Ártico al que ahora vuelve cada año para contagiar ese sentimiento a otros.

Sabe bien que se trata de un fenómeno científico donde juegan la atmósfera y la luz, pero Margaride se deja llevar por la mitología y, de todas, se queda con la leyenda del pueblo sami, que creía "que las auroras son el alma de los ancestros, y me parece hasta lógico".

La actividad solar es variable y cíclica, ya que cambia constantemente siguiendo ciclos de 11 años, y este 2024 tocaba cambio y una mayor actividad. Dice Xurde que en los dos viajes que ha hecho este año al Ártico ha visto mucho, pero tanto como en otras ocasiones. O es que ya se está acostumbrando. En todo caso, la experiencia científica ha añadido adrenalina a unos viajes que nunca le defraudan. Ni a él, ni a todos los novatos que ha llevado hasta el polo en el último lustro. Lo dicho: no se habrán captado las imágenes que buscaban, pero siguen atrapados por Laponia.

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