Entrevista | Aquilino Alonso Miranda Gerente del Servicio de Salud del Principado (Sespa)

"Pagar a cada sanitario en función de sus merecimientos sería posible y a todos nos gustaría"

"No hay maquillaje en las listas de espera; las decisiones las toman los profesionales o el propio ciudadano"

"Estamos negociando para reducir el complemento de exclusividad"

Aquilino Alonso Miranda, el viernes, en su despacho del Servicio de Salud del Principado (Sespa).

Aquilino Alonso Miranda, el viernes, en su despacho del Servicio de Salud del Principado (Sespa). / David Cabo

Pablo Álvarez

Pablo Álvarez

Aquilino Alonso Miranda (Santa Cruz de Mieres, 1960) es director gerente del Servicio de Salud del Principado (Sespa) desde el pasado mes de septiembre. Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Oviedo, fue consejero de Salud de Andalucía entre 2015 y 2017. A este cargo accedió tras ser viceconsejero de Igualdad, Salud y Políticas Sociales (2013-2015) en la misma comunidad. Con anterioridad, ya había trabajado en el Sespa como director de Servicios Sanitarios –número dos– durante catorce meses –entre 2012 y 2013–, con Celia Gómez como gerente. Tiene a su cargo una plantilla de 20.000 trabajadores y que cada año registra unas 600 jubilaciones.

–Lleva en el cargo desde septiembre... ¿Qué tal?

–Bien. Me gustan todos los temas que tienen que ver con la gestión sanitaria y, evidentemente, volver a trabajar en mi tierra es un placer.

–¿Se arrepiente de haber regresado a Asturias y de haber dejado el cargo de director general de Servicios Públicos Supramunicipales de la Diputación Provincial de Sevilla?

–Para nada. Todo lo contrario. Cada vez estoy más contento.

–¿Qué se encontró distinto a lo visto en su anterior etapa?

–Me encontré un Servicio de Salud que, como todos, había pasado la pandemia de covid, con todo lo que eso representó de gran esfuerzo. Me encontré, lógicamente, una plantilla más envejecida. Pero también un Servicio de Salud que goza de buena salud. Desde fuera de Asturias, cuando se vio la respuesta a la pandemia, lo que se observó fue un modelo diferente, un modelo de éxito. Y me encontré con un equipo en la Consejería con ganas de hacer cosas por la salud del conjunto de los ciudadanos y ciudadanas.

–¿Cuáles son sus prioridades?

–Están las demoras en atención especializada; el avance de la atención primaria, que está reconocida a nivel nacional, pero tenemos margen de mejora; y el desarrollo del plan de salud mental.

–Se ve que está usted en perfecta sintonía con su jefa, la consejera de Salud...

–Eso siempre es bueno... La Consejera y yo compartimos una visión general del sistema sanitario.

El Sespa tiene 20.000 trabajadores y cada año hay unas 600 jubilaciones, y hay unos 200 puestos de difícil cobertura

–Hablando de salud mental, ¿qué le dice un caso como el del parricida de Ribera de Arriba?

–En este caso, que nosotros sepamos, no había acudido a los servicios de salud mental. Habrá que buscar mecanismos de detección, pero muchas veces es imposible poder llegar ahí.

–La consejera de Salud fue antes gerente del Sespa. ¿Hay ahora algún solapamiento entre ustedes dos? ¿Sigue Conchita Saavedra haciendo en ocasiones de gerente del Sespa?

–Nos conocemos muy bien. Tenemos la peculiaridad de que yo fui consejero en Andalucía y ella gerente del Sespa. Nos coordinamos todos los días muchas veces al día para distribuir nuestros roles.

–¿Se echará de menos a la Consejera durante su baja por una enfermedad oncológica?

–A la Consejera siempre se la echa mucho de menos y deseamos que se recupere pronto. Somos un equipo con un proyecto claro y seguiremos trabajando en esa línea. Eso es lo que nos pidió la Consejera y lo que estamos haciendo. El proyecto no se verá afectado.

–¿Cómo está la sanidad andaluza ahora?

–Ha salido de la pandemia más perjudicada, con algunos problemas que son comunes al resto y con otros que son específicos de Andalucía. No la sigo mucho, pero creo que está en peor situación que la nuestra.

–Si tuviera que votar una sede para la Agencia Estatal de Salud Pública, ¿votaría por Granada o por Asturias?

–Por supuesto, votaría por Asturias. Lo tengo muy claro. Se cumplen todas las condiciones para que venga a Asturias.

Que nosotros sepamos, el parricida de Ribera de Arriba no había acudido a los servicios de salud mental

–¿Oviedo es la sede clara para la Agencia?

–Estamos abiertos a cualquier posibilidad, pero creo que Oviedo cumple todas las condiciones. Lo cual no significa que otros sitios no pudiesen ser.

–¿Cuánta plantilla tiene el Sespa ahora mismo?

–En torno a 20.000 profesionales. Cada día oscila un poquito, pero estamos en ese entorno.

–¿Cómo va el proceso de estabilización de plantilla?

–Vamos avanzando y tenemos el compromiso y la obligación de finalizarlo antes de que acabe este año. Creo que vamos a conseguirlo.

–A finales de año, ¿cuál será la tasa de interinidad de la plantilla?

–Estará en torno a lo que se plantea: el 8 por ciento. Hay una variable que hace que pueda estar un poco por encima o un poco por debajo, que son las jubilaciones. Cada año podrían jubilarse, y digo podrían porque luego hay gente que decide prorrogar, en torno a 600 profesionales.

–¿Cómo van a gestionar la cuestión de los puestos de trabajo que son de difícil cobertura?

–Hemos empezado el proceso de negociación. Hay una regla general: serán considerados de difícil cobertura aquellos puestos que nos han podido cubrirse en los últimos años por ninguna de las fórmulas que utilizamos de manera habitual.

–¿Cuántas son esas plazas?

–Depende de cómo se definan. La variabilidad es grande según se ponga el corte en un sitio o en otro.

–¿Pero pueden ser 20, 200, 2.000...?

–Por encima de 200, seguro.

Desde fuera de Asturias, cuando se vio la respuesta a la pandemia, se observó que aquí había un modelo diferente, un modelo de éxito

–¿Todas de médicos?

–No, también de otras categorías.

–¿Habrá compensaciones sólo económicas para quienes acepten esas plazas?

–La parte económica no lo hace todo. Ésta es una idea que compartimos con el ámbito sindical. Evidentemente, habrá alguna gratificación económica, pero no es la única ni, en algunos casos, la más importante.

–Con la reforma del mapa sanitario, ¿cuáles van a ser las posibilidades de movilizar profesionales a zonas con escasez?

–No vamos a cambiar los derechos de los trabajadores. Cada uno tendrá la plaza donde la tenga y podrá moverse de manera voluntaria. No va a haber ninguna conculcación de los derechos que tienen los trabajadores.

–Y si no aumentan las posibilidades de mover al personal, ¿para qué sirve fusionar áreas sanitarias?

–Sirve para varias cosas que son lógicas: disminuir la parte burocrática, por ejemplo, la que implica derivar pacientes de un área a otra, y homogeneizar la manera de atender a los pacientes. Un profesional que está trabajando en un hospital comarcal pertenecerá a un servicio mucho más grande. Y si quiere ir al hospital de referencia a hacer manos, como dicen los cirujanos, podrá hacerlo. Con lo cual, la reforma del mapa va a contribuir también de forma importante a que las plazas de esos hospitales comarcales sean más atractivas. Será más fácil llegar a acuerdos para las consultas colaborativas, para desarrollar la central de compras... Aportará una mejora de la calidad, de la homogeneidad y de la equidad.

No he tenido la tentación de mirar cuántos médicos ganan más que el gerente del Sespa, pero seguro que muchos

–¿Cómo va la tramitación del mapa sanitario?

–El paso siguiente es llegar a acuerdos con los sindicatos. Por ejemplo, actualmente en la bolsa de trabajo se elige por áreas sanitarias. Cuando se reforme el mapa, como las áreas van a ser más grandes, y no queremos conculcar ningún derecho de los trabajadores, lo que estamos pactando y planteando es que las bolsas de trabajo puedan elegirse por zona básica de salud, lo que nos permitirá ser mucho más ágiles en el ámbito de la contratación, y por hospital, con lo cual garantizamos los mismos derechos que hay ahora. Tenemos que ser competitivos con los grandes hospitales; si no, si estamos hablando de captación de profesionales y ponemos más dificultades que en las comunidades del entorno, pues se irán a las comunidades del entorno. Hay que hacerlo bien, hay que contemplarlo todo.

–El Sindicato Médico de Asturias (SIMPA) reclama que se concentren puntos de atención continuada: que se cierren algunos y que se agrupen profesionales en otros...

–Hay un compromiso claro por parte de la consejera de Salud de que no reduciremos ningún punto de atención. Se mantendrán los mismos.

–¿Ha pasado lo peor de la escasez de médicos de familia?

–Teóricamente, sí. Este año será el primero en el que terminen de formarse 62, que son más que las jubilaciones.

En nuestra hoja de ruta no está permitir que los mandos intermedios compaginen medicina pública y privada

–¿Cuántos médicos ganan más que el gerente del Sespa?

–No lo sé. No he tenido la tentación de mirarlo, pero seguro que muchos.

–¿Cómo se modificará el complemento de dedicación exclusiva a la sanidad pública?

–Hay un compromiso nuestro de revisarlo a la baja, pero manteniéndolo como concepto salarial.

–Actualmente, ese complemento es de 996 euros brutos al mes, y la idea es reducirlo para que los profesionales de la sanidad pública que decidan dedicarse también a la privada pierdan menos dinero... ¿En cuánto puede quedar?

–No lo sé. Estamos negociando.

–¿Puede quedar en torno a la mitad?

–Podría ser una opción, pero ya digo que estamos en un proceso de negociación y cualquier cosa que se diga puede interferir en el proceso.

–El Colegio de Médicos de Asturias sostiene que habría que permitir a los mandos intermedios compaginar pública y privada.

–Cambiar eso no está contemplado en nuestra hoja de ruta.

La fusión de áreas sanitarias reducirá burocracia y homogeneizará la manera de atender a los pacientes

–¿Usted qué problema ve?

–Veo una cosa clara: un jefe de servicio tiene mucho trabajo, no solo asistencial. Eso le requiere un tiempo de dedicación mayor que el del resto de profesionales. Ahora se está también modificando el Estatuto marco del personal estatutario de los servicios de salud. Veremos si eso se toca...

–Quizá sería buena idea retribuir con generosidad a los mandos intermedios por esa mayor dedicación de la que usted habla.

–Sería una opción y habría que ver cómo, pero iremos haciendo las cosas paso a paso.

–¿Le gustaría acabar con el "café para todos" y pagar a cada profesional en función de sus merecimientos?

–¿A quién no? Pero es complejo. Estamos en un ámbito no funcionarial, pero sí estatutario, que es parecido. Eso requiere negociación y llegar a acuerdos. Yo creo que a todo el mundo le gustaría, incluso a los profesionales sanitarios.

–¿Sería posible individualizar las retribuciones sin caer en arbitrariedades?

–Pienso que sí.

–¿Usted cree que el ciudadano medio está contento con su sanidad pública en Asturias?

–El último barómetro del CIS concluye que estamos bien en comparación con el entorno. Tenemos un buen sistema sanitario. Pero eso no significa autocomplacencia, sino que partiendo de una base que es buena tenemos que seguir avanzando en dar una mejor atención sanitaria al conjunto de la ciudadanía.

–¿Las listas de espera están mejor o peor que hace un año?

–Están mejorando. En la lista de espera quirúrgica, entre septiembre de 2023 y febrero de este año, la demora media se redujo en 12,5 días. Otro indicador básico son los pacientes que están por encima de los 180 días de demora, que también se ha ido reduciendo: en diciembre del año pasado teníamos 3.288 pacientes con más de 180 días y en febrero de este año habían bajado a 2.503. Llevamos cinco meses en los que este número se va reduciendo y eso refleja que se va estabilizando hacia la reducción. Nuestro objetivo es que esas esperas de más de 180 días se aproximen lo más posible a cero.

–¿Van a cambiar el decreto de garantías de tiempos máximos de demora?

–No lo tenemos previsto. Ahora mismo lo que tenemos que garantizar es que se cumpla el decreto de garantías y estabilizar nuestra situación siempre a la baja.

–¿Se está metiendo presión en los quirófanos para que se trabaje más?

–Con la colaboración de los jefes de servicio, estamos analizando y intentando mejorar. Afortunadamente, en un sistema sanitario tan grande siempre hay margen de mejora.

–¿Por qué aumentan tanto los pacientes catalogados como "transitoriamente no programables" que no computan para los datos oficiales de lista de espera?

–Son aquellos pacientes que, teniendo indicada una cirugía por algún motivo, no se les puede hacer ahora, ya sea por alguna situación clínica o porque el paciente no puede. Tenemos que revisar de forma periódica a esos pacientes para garantizar que no se queden más tiempo en esa situación. Pero ni desde la Consejería ni desde el Servicio de Salud hemos dicho que esos pacientes sean un motivo de aumento de la las listas de espera.

–¿Usted asegura que no hay maquillaje en la lista de espera estructural?

–No hay maquillaje. Así de claro lo digo. Todos los pacientes están o en la lista de espera estructural o con alguna indicación de que en ese momento no se puede operar. No es una decisión que tomen el Servicio de Salud o la Consejería de Salud, sino una decisión que toman los clínicos o el propio ciudadano.

–¿No hay otras instancias que toman decisiones a este respecto, como los servicios de Atención al Ciudadano?

–En ningún caso deberían. No les corresponde a ellos.

–¿Los servicios, los jefes de servicios, son soberanos en el manejo de sus pacientes en la lista de espera?

–Son soberanos siempre que se cumplan algunos criterios que están claramente definidos: que hay que operar primero a aquellos pacientes que tienen una indicación quirúrgica preferente; y, segundo, que una vez que operas a los preferentes, a los que más lo necesitan por el deterioro de su calidad de vida o a los que sufren un riesgo para su vida, hay que operar por orden: no puedes operar primero al último que llega. Antes tienes que operar a los anteriores. Ése es otro criterio que se vigila desde las gerencias de los centros hospitalarios y que también nosotros vigilamos. A partir de ahí, decidir si un paciente se puede operar o no es una decisión de los profesionales, que para eso están, o del propio ciudadano. Y ahí hay otra situación que se produce de vez en cuando, cuando un paciente que se deriva a un centro privado no acepta hacerse la cirugía.

–¿Qué pasa con los pacientes en lista de espera que rechazan operarse en otro hospital?

–Se quedan en situación de rechazo de intervención quirúrgica.

–¿Y pasan a la cola?

–Ahora mismo, no.

–UGT dice que se les castiga.

–¿Cómo se les puede castigar?

–Por ejemplo, pasándolos para el final de la lista de espera por rechazar otro hospital.

No se trata de castigar a nadie, sino de darles a todos la opción de operarse con todas las garantías de calidad. En un sistema como el nuestro hay que dar las opciones con equidad, y eso significa que a todos vamos a ofrecerles la posibilidad de operarse en un sitio con calidad. Si alguien lo rechaza, se le operará en el momento que le corresponda. Ya se le ha dado opción de hacerlo. Si no, si todos quisieran que les operara el mismo cirujano y no dieran otra alternativa, no habría equidad y esto no tendría fin.

–¿Tiene alguna reticencia ante la llegada del Grupo Quirón a Gijón?

–Mi modelo es el de la sanidad pública, mejorar la respuesta de los servicios sanitarios públicos a las necesidades del conjunto de la ciudadanía. Si una vez que eso suceda alguien quiere invertir, es su decisión.

–¿Usted lo vería como una competencia o como una descarga de trabajo a la sanidad pública?

–No pienso en que alguien pueda descargar de trabajo, sino en dar desde la sanidad pública la respuesta que los ciudadanos se merecen. Ése es mi objetivo.

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