Entrevista | José Luis Simón Gómez Catedrático de Geología de la Universidad de Zaragoza, interviene hoy a las 19.30 horas en la Semana de la Ciencia «Margarita Salas» de LA NUEVA ESPAÑA

"El planeta no corre peligro; en riesgo está la especie humana"

"El modelo de turismo de masas que nos empeñamos en potenciar no es sostenible, sea en la montaña o en la costa"

José Luis Simón Gómez. | LNE

José Luis Simón Gómez. | LNE / M. J. Iglesias

María José Iglesias

María José Iglesias

José Luis Simón Gómez, (Teruel 1957), catedrático de Geología en la Universidad de Zaragoza y licenciado en Geología, ha realizado su investigación en los campos de la Geología Estructural. Esta tarde a las 19.30 horas interviene en la Semana de la Ciencia de LA NUEVA ESPAÑA con la conferencia titulada "El impacto humano en el planeta desde una ‘Sociedad del des-Conocimiento’".

–El ser humano interactúa con el planeta desde hace millones de años. ¿Qué hace de este momento algo tan diferente, respecto a otros periodos?

–Durante 2 millones y medio de años, los seres humanos eran pocos y podían permitirse vivir de recursos naturales más o menos renovables. El primer cambio drástico se produce cuando en el Neolítico comienza la agricultura. En tiempos modernos, desde la época de los descubrimientos en el XVI y, más tarde, las revoluciones industriales de los siglos XVIII a XX, el incremento del poder tecnológico ha supuesto que el ser humano se haya convertido en principal agente transformador de la tierra, el agua, el aire y la biosfera.

–¿Qué es, en su opinión, cuidar el planeta?

–Adoptar una actitud inteligente y emocionalmente comprometida con la naturaleza de la que formamos parte. De ello depende nuestra subsistencia como especie y nuestro modelo de civilización. Lo sensato es convivir amigablemente con la Tierra y utilizar conocimiento y tecnología para cuidar de que su dinámica natural se mantenga. El planeta no corre peligro, lo que está en riesgo es nuestra forma de vida como especie, nuestra cultura y nuestra civilización.

–Es crítico con lo que llama "invasión de las energías renovables". ¿Cuál es la más peligrosa para Asturias?

–En los territorios de montaña, como Asturias, la presión mayor y los impactos más acusados proceden de los macroparques eólicos. Sin minusvalorar el impacto de los grandes parques fotovoltaicos, que sustituyen ya a miles de hectáreas de cultivos, el impacto de los parques eólicos en los paisajes, los suelos, el patrimonio geológico, la flora protegida o la avifauna está siendo ya intolerable. Y lo malo es la idea de que la única estrategia posible contra el cambio climático es apostarlo todo a la electricidad de origen eólico o solar, de forma urgente y desordenada.

–Queremos disfrutar de la naturaleza moldeándola a nuestro modo. ¿Es posible desarrollar ese ocio sin atentar contra la geología del terreno?

–Un modelo de turismo de masas como el que nos empeñamos en potenciar no es sostenible. Ya sea el turismo de nieve (abrir cada año más kilómetros esquiables parece ya una obsesión) o el turismo de playa, donde la economía de escala ha llevado a la urbanización destructiva del litoral mediterráneo. Es necesario un turismo rural, cultural y de ocio sano, que se difunda por la España vaciada.

–El "fracking" tampoco es santo de su devoción…

–Por fortuna, el "fracking" en España no pasó de ser un sarampión. La mayoría de los científicos y las propias empresas tardaron poco en darse cuenta del sin sentido que representaba el "fracking". Se planteaban proyectos muy poco meditados, débiles técnicamente, y con impactos imprevisibles.

–¿Tiembla más la Tierra que hace medio siglo?

–La tasa de actividad sísmica global del planeta es más o menos constante. Es posible que haya una percepción social de que los terremotos son ahora más numerosos o más destructivos, pero probablemente se deba a que el incremento de población en muchas zonas de riesgo hace que los daños se agraven, y también a la mayor atención que merecen por parte de los medios de comunicación.

–¿Es posible avanzar más en el pronóstico de grandes catástrofes?

-–Sí, pero de forma muy desigual entre unos fenómenos y otros. La mejora en los modelos de predicción meteorológica hacen, por ejemplo, que el peligro de huracanes o grandes nevadas sea más fácil de pronosticar. El riesgo sísmico es el más difícil de gestionar.

–¿De qué hablará hoy en la Semana de la Ciencia?

–Repasaré los principales impactos modernos del ser humano en el planeta, destacando el triste papel que la ciencia, y en particular la geología, ha jugado muchas veces en ello. Sin duda resulta paradójico que nuestra prepotencia y el poder de nuestra tecnología se conjugue frecuentemente con una alarmante exhibición de ignorancia; la combinación resulta nefasta. Presumimos de ser una sociedad avanzada, una "Sociedad del Conocimiento", basada en la ciencia, pero desconocemos cómo funciona nuestro planeta, o nos comportamos como si así fuese.

–¿La Geología sigue siendo una ciencia desconocida?

–Lo es aún en gran medida, pero hemos avanzado mucho en los últimos 25 años. La apertura de muchos museos y centros de interpretación sobre Geología y Paleontología; o la creación de figuras de relevancia internacional como los Geoparques.

–¿Cuál es para usted el paisaje geológico más asombroso de la Tierra?

–Vaya, esa es una pregunta difícil... Son impresionantes los volcanes de Hawái, los pliegues tectónicos de los Alpes o los glaciares de la Patagonia. Pero también lo son los acantilados del Flysch de Guipúzcoa, el Torcal de Antequera o el Naranjo de Bulnes. Y, si me permite un poco de propaganda de Aragón, destacaría la impresionante geodiversidad del Parque Geológico de Aliaga, el primero que creamos en España, allá por 1993.

–¿Qué le parece esta iniciativa de LA NUEVA ESPAÑA?

–Que un diario convoque a científicos de distintas especialidades para reflexionar con los ciudadanos sobre cuestiones como estas, que sin duda nos conciernen a todos, es una acción cultural muy valiosa. La cultura científica debe formar parte de la cultura ciudadana, y felicito sinceramente a LA NUEVA ESPAÑA.