Jean-Michel Jorda (francés afincado en Asturias) documenta hasta qué extremos llega el turismo de montaña en el Himalaya

"Llevo más de 35 años viajando por las montañas del mundo y lo que quería era echar un vistazo a los peligros de la privatización de las montañas más altas del mundo"

Una panorámica del campo 2 sacada del documental "Everest Invaders".

Una panorámica del campo 2 sacada del documental "Everest Invaders". / "Everest Invaders"

A. Rubiera

A. Rubiera

Hace cerca de 30 años que el francés Jean-Michel Jorda se percató de cuánto podían cambiar la épica de la montaña. "La primera vez fue en Francia. Me prohibieron entrar a un barranco que había ayudado a equipar porque alguien del valle había decidido vender el acceso al cañón obligando a la gente a que si quería entrar debía hacerlo con una guía. Un poco más tarde, en el Mont Blanc, otra persona me prohibió el acceso porque no tenía una reserva en el refugio".

Entendió entonces, y ha ratificado con los años, "que la venta de actividades de montaña iba a tener consecuencias tremendas en mi acceso a las cumbres". Ahora Jorda, documentalista de cine, tiene suficientemente claro que "las montañas son cada vez menos accesibles para los auténticos montañeros. La comercialización de las cumbres es una trampa que pronto les impedirá alcanzar sus sueños". El alpinismo, dice, es ahora un bien de consumo y llegar a los picos más altos del mundo "no es cosa solo de los mejor preparados, sino de cualquiera con ganas de cumplir un sueño".

Arriba, un fotograma del documental donde unos turistas reciben clases de cómo ponerse los crampones en el campo base del Everest; sobre estas líneas, Jean-Michel Jorda, en el Himalaya. Al lado, cartel del documental. | «Everest Invaders»

Un fotograma del documental donde unos turistas reciben clases de cómo ponerse los crampones en el campo base del Everest. / "Everest Invaders"

Por eso le ha parecido importante "mostrar la diferencia entre un montañero y un turista de montaña". Y lo ha hecho con el máximo ejemplo posible, con el Himalaya. Su documental, "Everest Invaders", sobre los invasores de la cima del planeta, es uno de los trabajos galardonados en el Memorial "María Luisa" de fotografía y vídeo de naturaleza, montaña y aventura, que mañana, sábado, a las 19.00 horas, entrega sus premios en una gala abierta al público en el teatro Filarmónica de Oviedo.

"En esta película hablamos del Everest. Sin embargo, llevo más de 35 años viajando por las montañas del mundo y lo que quería era echar un vistazo a los peligros de la privatización de las montañas más altas del mundo, que se han convertido en un inmenso terreno deportivo". Quería, dice este francés afincado en Asturias, hacer de "notario" de una realidad que llega a lo increíble. Tanto como grabar las clases básicas de cómo ponerse crampones que se dan en el campo base del Everest a algunos turistas que ni esa técnica dominan.

"La gran demanda de los neoalpinistas dispuestos a pagar elevadísimas sumas de dinero para cumplir un sueño sin prescindir de ciertas comodidades ha disparado una oferta comercial que literalmente ha urbanizado las montañas. El campamento base, a 5.300 metros de altitud, tiene pasillos y calles formadas por decenas de tiendas de campaña que tienen hasta televisión. Ahora puedes jugar al ping-pong en el campo base, donde dentro de cinco años habrá un hotel real", asegura Jorda.

El nuevo alpinismo aprende a ponerse crampones en el Himalaya

Jean-Michel Jorda, en el Himalaya. / "Everest Invaders"

En el campo 2, a 6.500 metros de altitud, añade, "las instalaciones son impresionantes. Cada tienda tiene calefacción, cama de madera y espejo. Además de oxígeno y agua, por supuesto". De hecho, el problema de la basura generada por tanto tráfico de personas, del que lleva años hablándose en el Everest, tiene ahora un punto más conflictivo incluso en ese campo 2. "Se ha convertido en un campamento avanzado y mucha gente se queda ahí. Y las basuras se tiran a las grietas", relata.

El documental, una coproducción de Starlite Films y OME, no está concebido como una simple crítica. "Las cosas son como son. Lo que intenté fue poner imágenes a una reflexión sobre la realidad del montañismo moderno. Quizá debería decir: neoalpinismo", explica Jorda. Ese colectivo de expedicionarios que "no van al Everest porque quieren disfrutar de actividades basadas en la belleza natural. Solo van para hacerse la foto en la cumbre, sí o sí".

El nuevo alpinismo aprende a ponerse crampones en el Himalaya

cartel del documental. / "Everest Invaders"

Jorda, que nació "en un cine, el de mis abuelos, en Cataluña, pero del lado francés, cerca de Perpignan", es director y productor de documentales desde hace más de 20 años. "Empecé a hacer montañismo a los 14 años. Por eso quería hacer películas de montaña". No contaba con que iba a encontrar el amor a 6.000 metros de altitud, en Nepal. "Isabel era asturiana y me hizo descubrir las maravillosas montañas de los Picos de Europa. Desde ese momento, nuestras vidas han estado unidas por la fuerza de vivir en la montaña".

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