Publica "Los derechos humanos en el cine" | Benjamín Rivayax Catedrático de Filosofía del Derecho

"El cine no solo refleja la realidad, ayuda a transformarla; Marx estaría encantado"

"Hay una emoción propia de los derechos humanos, la empatía; sin ella no existirían, y es la misma emoción que nos provoca la pantalla"

Benjamín Rivaya.

Benjamín Rivaya. / LNE

Chus Neira

Chus Neira

El catedrático de Filosofía del Derecho Benjamín Rivaya lleva años dedicado al estudio del cine en el marco de los problemas del Derecho y ahora acaba de sistematizar y agrupar todo ese trabajo en la novedosa y muy documentada monografía "Los derechos humanos en el cine", editado por Palestra.

–Antes de este libro, usted puso en marcha una asignatura muy exitosa sobre Derecho y Cine en la Universidad de Oviedo.

–Fue a principios de los 2.000 y era bastante innovador en España. Fue una de las asignaturas más exitosas de la Universidad de Oviedo, estaba abierta a todos los universitarios y venía gente de Químicas, de Ingeniería, de Historia... Cada uno aportaba su perspectiva, lo que estaba muy bien. Recuerdo, por ejemplo, hablando de las normas en Derecho un alumno de Químicas me preguntó qué realidad química tenían las normas, y cuando le dije que ninguna, concluyó, muy reduccionista, con un "¡ah!, entonces no existen". La asignatura desapareció con Bolonia.

–Y ahora vuelve como libro.

–Yo ya estaba enganchado al asunto y me divierte mucho, pero esto no es Cine y Derecho, son los derechos humanos. Los dos grandes argumentos del ser humano son el amor y la justicia, y lo que se entiende hoy por justicia son los derechos humanos. Me gusta decir, porque así lo siento, que este libro vino dado por sí mismo, que era una obra que quería ser escrita y yo tuve la suerte de encontrármela. No hay ningún libro como este sobre los derechos humanos y el cine y era algo muy necesario.

–¿Por qué?

–Vi que en el cine se encuentran todos los derechos humanos, resumidos, encapsulados y con su imagen fílmica. En el libro, tras la introducción, los voy analizando uno a uno, de forma que está dirigido a múltiples sectores. El militante pro derechos humanos tendrá aquí una herramienta para desarrollar su militancia. Todos los políticos, los estudiantes de derecho, los de historia... Fue clave para mí la lectura de "El siglo XX en pantalla" del historiador judía Shlomo Sand, donde va estudiando "La Unión Soviética en la pantalla", "El nazismo en la pantalla"... Era lo que yo quería hacer con los derechos humanos, cómo los narra el cine.

–¿Qué método aplicó?

–Tirarme a la piscina. Tomaba uno de los derechos humanos, la pena de muerte, por ejemplo, e iba tirando del hilo. Si era capaz de seleccionar las 70 mejores películas sobre el tema, ya tenía el corpus. Y en cada una de ellas podía ir viendo argumento por argumento todo lo relativo a la pena de muerte. La cuestión es que puedes leerte a Beccaria, "De los delitos y de las penas", pero también tienes una imagen fílmica donde están todos esos argumentos. Y entonces el cine deja de ser un divertimento y pasa a ser otra cosa. Pero lo importante es que los derechos humanos, en tanto que elemento literario, no llegan a todo el mundo. Pero el cine sí lo hace. El cine tiene más relevancia que un libro, es un medio que tiene el carácter de la universalidad.

–¿Hace más por los derechos humanos?

–Helen Prejean, el personaje real de la monja de "Pena de muerte" que en la película interpreta Susan Sarandon, dijo que a sus charlas iban unas cien personas y a partir de la película empezaron a ir no menos de 1.000. El cine potencia de una manera sorprendente el mensaje, el que sea, en este caso abolicionista.

–No hay cine pro pena de muerte.

–Muy poco. El cine que trata esta temática es, en gran medida abolicionista. Igual que el de la eutanasia suele ser despenalizador. Y, es curioso, el mismo año de "Mar adentro" le dan el "Oscar" a "Million dollar baby". En este sentido Hollywood es muy liberal, no en lo social, pero avanza temáticas. Como sucedió después con el cine LGTB, cuando antes la homosexualidad no aparecía en pantalla.

–¿Reflejo de la realidad?

–No solo. El cine refleja la realidad pero ayuda a cambiarla, la transforma. Marx estaría encantado. Y vemos muchos ejemplos de cómo se operan estos cambios. Griffith filma en 1915 "El nacimiento de una nación", que reivindica al Ku Klux Klan y el esclavismo, y al año siguiente hace "Intolerancia", que reivindica los derechos humanos y es partidaria de la abolición. A Pasolini le pasa algo parecido. Hace la mejor descripción de cristo en "La pasión según San Mateo", la gente se sorprende de su imagen tan respetuosa, y filma "Los 120 días de Sodoma", que en su momento me repugnó aunque ahora he llegado a entender que estaba haciendo una defensa del estado de derecho frente al fascismo.

–Hasta qué punto el cine añade ideas nuevas en estos debates.

–No suele crearlas, pero sintetiza y encapsula las ideas que están en la literatura. Puede haber excepciones, pienso en Kurosawa en "Rashōmon", pero no suele ser así. Lo que sí puede hacer el cine, miremos a Spielberg, es hacer esas relecturas maravillosas, por lo bien que están hechas, en las que resulta que los americanos no eran esclavistas.

–¿Por qué se ha fijado, en especial, en los derechos humanos y no en otro aspecto del Derecho?

–Hay un vínculo especial. Durante la mayoría de la historia prevaleció el derecho natural, que luego subjetivizó en los derechos humanos. Pero era una forma diferente de pensar. El interés general, el bien común, los derechos humanos, no tienen en cuenta al individuo. Por eso Lynn Hunt dice, en "La invención de los derechos humanos" que hay una emoción propia en estos derechos, que para que existieran la sociedad tuvo que desarrollar la empatía. Pues bien, el cine provoca en nosotros esa empatía. Hasta el punto que cuando no lo hace es cuando se niegan los derechos humanos. ¿Qué pasa con los indios en los westerns? Que no son humanos, por eso los matan.

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