Cuatro nuevos diáconos se foguearán un año en una parroquia "como ensayo al presbiterado"

Un ebanista durante diez años en La Felguera y un técnico informático, entre los ordenados en una solemne ceremonia en la Catedral

Luis Ángel Vega

Luis Ángel Vega

Se trata de una ceremonia solemne, con el empaque de los oficios de antaño, mecida por las voces angelicales de la Schola Cantorum, en medio del olor a incienso y el recogimiento, como corresponde a las celebraciones importantes de la Iglesia. La Catedral de Oviedo vivió en la tarde de este domingo, totalmente llena, la ordenación de cuatro nuevos diáconos transitorios, que durante un año se foguearán en una parroquia "como ensayo al presbiterado", como recalcó el arzobispo Jesús Sanz Montes.

Los cuatro diáconos tienen orígenes diversos. Dimas Fernández Fernández, natural de Valdesoto (Siero) y de 35 años, trabajó durante una década como ebanista en La Felguera antes de ingresar en el Seminario Metropolitano. Los otros tres son integrantes del Camino Neocatecumenal y proceden del Seminario Misionero Redemptoris Mater: João Otavio Da Silva, brasileño de 27 años; Juan Bautista González Crespo, gaditano de Barbate de 28 años; y Jonathan Solano Monge, costarricense de 36 años, que trabajó como técnico informático antes de ingresar en el seminario.

En su homilía, el arzobispo recordó el temor de los primeros cristianos tras el primer Viernes Santo y las lenguas de fuego con que el Espíritu Santo descendió sobre los Apóstoles –ayer domingo era Pentecostés–, para luego regocijarse con "el regalo de ver que unos hermanos nuestros van a recibir las órdenes sagradas". "Es toda la Iglesia diocesana, aquí presente, la que se alegra por tamaño don al acompañar y sostener con nuestro afecto y oración a estos cuatro hermanos que van a ser ordenados diáconos transitorios hacia su no lejana ordenación presbiteral", añadió.

Antes de encomendarlos a la Santina, Sanz Montes recordó a los aspirantes; "Vuestro ministerio diaconal que hoy comienza será un ensayo general a lo que luego continuaréis como presbíteros: oyendo en Dios lo que luego nos predicaréis, acogiendo en Dios lo que después nos regalaréis". Luego tuvo lugar la promesa: "¿Prometes respeto y obediencia a mí y mis sucesores?", preguntó el arzobispo. Y tras la respuesta positiva, llegó el deseo del prelado: "Dios, que comenzó en ti la obra buena, Él mismo la lleve a término".

Una vez revestidos de la estola y la dalmática, recibieron de manos del arzobispo, uno a uno, los Santos Evangelios, con estas palabras: "Recibe el Evangelio de Cristo del cual has sido constituido mensajero; convierte en fe viva lo que lees, y lo que has hecho fe viva enséñalo, y cumple aquello que has enseñado". Serios, temblorosos, como corresponde a quien ha tomado una trascendental decisión de vida, los nuevos diáconos iniciaron su ministerio de servicio en medio de la alegría de sus familiares, amigos, compañeros y el nutrido grupo de sacerdotes que concelebró la ceremonia.

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