"Los Glayus", tres décadas "sembrando" la semilla educativa entre niños y mayores

"Hacen falta más materia gris y más corazones para trabajar la felicidad", dice Alejandro García, natural de Los Cabos (Pravia) y fundador de "Los Glayus". La asociación, que nació como un proyecto entre dos estudiantes de psicología con vocación de ayudar a la gente, celebra este año su 30.º cumpleaños.

Aunque están "donde se nos necesita", a día de hoy su trabajo se desarrolla especialmente con "niños, niñas y adolescentes en los proyectos de participación infantil, acompañando consejos municipales de infancia y adolescencia de distintos concejos", explica García. Las actividades se enmarcan dentro de las Ciudades Amigas de la Infancia, según el reconocimiento de Unicef, y Asturias es la comunidad autónoma con mayor porcentaje de estos municipios en el país. En total suman 43 e incorporan consejos, planes y grupos de participación infantil, de los cuales "Los Glayus" dinamizan 22. Otra de las herramientas de trabajo de la asociación es el teatro, a través de las escuelas municipales para "gente menuda" y proyectos o talleres "para gente mayor", a fin de "estar presentes en las etapas más vulnerables de la vida".

Y es que "Los Glayus" se estrenaron oficialmente en junio de 1994, cuando Alejandro García y Rubén González recibieron la inscripción oficial del registro como asociación. Ambos iniciaron su andadura en la facultad esperando encontrar un movimiento asociativo en el que poder colaborar y aprender de la profesión que habían escogido. "Veníamos de pueblo, lo que ahora se conoce como zona rural, y entendíamos que ya habría alguna iniciativa puesta en marcha, pero tras varios meses de búsqueda no encontramos nada", relata García. Así que decidieron ponerse manos a la obra y empezar ellos mismos. "El inicio fue un poco difícil. Tuvimos buena acogida en la teoría, porque mucha gente quería participar, pero poca en la práctica, cuando convocábamos una reunión estábamos nosotros dos solos", dice.

Ni Alejandro García ni Pablo González cejaron su empeño, aunque sí cambiaron de estrategia. "Nos dimos cuenta de que nuestros compañeros querían sobre todo aprobar los exámenes y fiestas, así que empezamos por ahí, organizando grupos de aprendizaje entre iguales, que no eran otra cosa que grupos de estudio", explica el director. De esta forma se dieron a conocer para después desarrollar poco a poco otras actividades generando "un movimiento cultural, festivo y de estudios", concreta el fundador de "Los Glayus".

Un ejemplo de ello es que a fin de recaudar dinero para el viaje de fin de carrera crearon un grupo de teatro, actividad que les ha acompañado hasta el día de hoy y que se convirtió en piedra angular de su filosofía. "El teatro aplicado es una herramienta terapéutica que hace reír, entrena la memoria, ayuda a perder el miedo y los complejos y facilita el aprendizaje colectivo desde la experimentación tanto en niños como en adultos y mayores", añade García.

Y es que "Los Glayus" nacieron con el objetivo de hacer que la gente, sea cual fuere su edad, tuviese mayor calidad de vida. "Cuando intentamos escoger el nombre salían cosas feísimas, hasta que un amigo propuso El Glayu, y en seguida nos quedamos prendados de su sonoridad. Después descubrimos que es un pájaro que durante el verano recoge muchas semillas y las esconde bajo tierra, cuando llega el invierno no recuerda dónde están, así que es uno de los principales reforestadores. Nosotros queremos hacer lo mismo con la educación", expone el praviano. A lo largo de estos 30 años la asociación ha sufrido altibajos, incluso el riesgo de desaparecer en más de una ocasión. La primera fue al finalizar la carrera. "Hubo un momento en que solo quedé yo", lamenta el director. La última, durante la pandemia. "Casi todo nuestro trabajo se desarrolla de forma presencial, así que al no haber proyectos nos fuimos al ERTE, éramos todos o ninguno".

No obstante, la suerte les sonrió una vez hubo pasado "lo más gordo" y los proyectos se reavivaron. "Pasamos de ser 11 ó 12 a los 22 a día de hoy", celebra Alejandro García, que espera seguir creciendo pero sin desmesura puesto que "perderíamos esa cercanía que ofrecen las comunidades pequeñas".

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