Arquitecto

El urbanista en su laberinto

En memoria de Luis Carlos Iglesias García de Vicuña

?Convierte los puntos en letras, las letras en palabras, las palabras en un mundo?

Anthony Doerr

Adentrarse por la senda jurídica del urbanismo actual no es tarea sencilla y sobran las palabras que bordean sensaciones de orfandad para los que nos enfrentamos a "interpretaciones", "vigencias", "articulados", "decretos", "disposiciones", "refundidos" y demás conceptos misteriosos que surgen al paso de la apasionante tarea que nos plantea el urbanismo, percibido como una disciplina compleja-como un gran laberinto- cuya salida debe resolverse de forma diferente en cada momento. En ese mundo, ocasionalmente hostil y salpicado de engañosos atajos, tener la suerte de haber encontrado a un guía cualificado que transmitiese la seguridad de Luis para poder encontrar el camino seguro, frente a problemas complejos, ha sido uno de nuestros mejores regalos.

A menudo pienso que es posible que el pensamiento jurídico no sea tan diferente del arquitectónico, ambos necesarios para salir airosos de los trances del urbanismo, como apasionante disciplina creativa que es. Y también creo que los espacios jurídico y técnico -aunque quizá no se perciban o no puedan generarse de igual modo- debieran contaminarse mucho más de lo que lo hacen habitualmente. Pero si hubiese que intentar condensar todo el saber experto que Luis atesoraba, sólo cabría expresarlo bajo la dimensión del enfoque más constructivo de entre todos los posibles. Jamás desde la negación, ni desde el refugio en esa complejidad infecunda que nada resuelve. Así trabajábamos y así comenzaban siempre los enfoques de los grandes retos que debían afrontarse.

En las situaciones que se anticipaban difíciles, Luis aconsejaba ser cauteloso, pensando y anticipando el itinerario completo, aseverando que la precipitación jurídica podría conducirnos por caminos aún más difíciles o, peor aún, llegar a perdernos...". A los que corren en un laberinto, su misma velocidad los confunde" solía decir, parafraseando a Séneca, justo en medio de ciertos desafíos que le fascinaba resolver.

Su visión transversal y multidisciplinar -le encantaban las matemáticas- hacía que mantuviese distintos puntos de vista del problema desde una posición respetuosa y consensuada con otros profesionales. Como le ocurría con los arquitectos con quienes, de forma atípica en nuestros grupos de trabajo, compartía largas reuniones sobre los temas más diversos que se planteaban en un Colegio profesional en el que se sentía especialmente cómodo, aportando ideas y diagnosis que pudiesen ayudar a mitigar el enredo recurrente en los problemas de ciudades y territorios.

Escribo estas líneas convencido de que nunca olvidaremos su optimismo, su solvencia profesional y su inmensa capacidad productiva. Siempre recordaremos el desorden vitalista e inteligente de sus mesas de trabajo, que, repletas de cientos de folios amontonados en aparente caos, parecían tener vida propia y cuya gobernanza secreta -ese PERI siempre pendiente de alegaciones, como solía decir- solamente nos era parcialmente revelada ante la terca inquietud de quienes intuíamos que aquellas montañas de papel eran la obra abstracta de una mente poco común.

Sería imposible resumir aquí la variedad de opiniones, anécdotas, consejos y situaciones vividas en su larga y fructífera colaboración en Sogepsa, donde coincidimos por primera vez, a través de conceptos jurídicos tan sugerentes como aquel "derecho de subedificación", de aplicación fundamental en el desarrollo del PERI del Llano y tantos otros... Imposible, siquiera aproximar, mucho de lo que hemos compartido con él en unos años inolvidables de una producción urbanística tan creativa como compleja e inmensa.

Pero este lunes, al enterarnos de su repentina marcha, cuando ya menos se esperaba y lo peor parecía felizmente superado, la vida ha vuelto a sorprendernos con uno de esos giros incomprensibles y a situarlo en un nuevo "laberinto", esta vez muy diferente a todos los anteriores, pero en el que, como siempre, acabará encontrando el mejor camino para poder recorrerlo en paz, con esa sonriente y rara sabiduría que tuvimos el privilegio de conocer.

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