Eran las ocho de la tarde aproximadamente del pasado lunes de Carnaval cuando en el Ayuntamiento de Avilés resonaban cifras: 87, 58, 67, 59... y así hasta 726 mujeres asesinadas desde 2007. Y en la plaza se escuchaban el silencio, el respeto, la rabia y la congoja de la gente de Avilés y de los que no son de aquí y se habían acercado al Carnaval.

Se trata de 726 familias que a navajazos, a golpes, han perdido a una madre, una hermana, una hija, una amiga... A navajazos, no lo olvidemos, con ensañamiento salvaje. No las han perdido por una enfermedad, no, alguien en un determinado momento ha decidido que su vida se acaba aquí y ahora... Dicho y hecho.

A las ocho de la tarde sonaban esas cifras y a medianoche lo hacían los gritos de un personaje que subido a un escenario en la misma plaza del mismo Ayuntamiento animaba a sacar los móviles y grabar los "culitos" de mujeres en bikini que se contoneaban subidas en un bicicleta.

No se me ocurre nada más vejatorio o más pecado que esto. Yo pago mis impuestos, los de Avilés porque coincide que vivo aquí, y yo no quiero subvencionar la violencia de género; no, no quiero colaborar en esto. Exijo una disculpa o mi dinero en la parte proporcional que me corresponde.

Si a las murgas les piden las letras de las canciones y no cobran por su actuación, ¿no se comprueba lo que van a hacer los que sí se contrata? O si lo hacen, ¿a quien contrató le pareció oportuno consentir este espectáculo en 2018?

Sea como fuere, por las 726 mujeres asesinadas, el Ayuntamiento de Avilés debería pedir perdón, devolver ese dinero y revisar las motivaciones de la persona de Festejos que contrata esto.

De nada sirven la difusión del 016, las guías contra la violencia de género, si luego en una plaza pública tras escuchar cuántas mujeres van asesinadas consentimos esto. 726, ¡ni una menos, ni una más!