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Avilés no es un planeta tan desértico

Ian Edginton y Larry Hama llevan Asturias a la historieta y George Pérez homenajea las Jornadas del Cómic en una de sus creaciones

Avilés no es un planeta tan desérticoreproducción miki lópez

Saúl FERNÁNDEZ

Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana, un explorador recaló en Avilés y se encontró que era un planeta desértico, y no la ciudad del Niemeyer.

-Bueno, desértico, desértico no es del todo cierto -comenta Jorge Iván Argiz, director de las Jornadas del Cómic de Avilés, uno de los responsables del resplandor mítico de la ciudad en el futuro.

El planeta Avilés, uno de los cientos que rotan en la saga galáctica de Darth Vader, es una creación del guionista británico Ian Edginton, uno de los «evangelistas» de las aventuras siderales creadas, allá por los setenta, por George Lucas.

-Lo único que sabemos con certeza es que una parte del planeta Avilés es desértico, pero no nos lo han enseñado por completo -aclara Argiz.

La cosa funciona de la siguiente manera: un guionista de la serie envía una propuesta a la oficina de Lucas, que la somete a análisis. «Si la acepta, se incluye en la "Enciclopedia galáctica" y a partir de entonces pasa a ser de dominio público», comenta Argiz. Es decir, la oficina de Lucas protege las esencias de la serie y evita las inverosimilitudes. «Edginton conoció Avilés cuando las Jornadas. Vino por su cuenta y se quedó encantado. Lanzó la propuesta de crear el planeta desértico y, no sabe bien por qué, se la aceptaron», explica el director de las Jornadas del Cómic. «Así que Avilés ha traspasado el mundo real, y todo aquel que desee saber de los viajes de Yoda descubrirá que en una ocasión pasó por Avilés», señala Argiz. «John Wagner, por ejemplo, pensó en plantear una de sus historietas en Avilés, en ese planeta que había creado Edginton», anuncia el director de las Jornadas del Cómic.

Pero no sólo de fantasía vive el hombre. Y mucho menos el «friki» -que es el aficionado desorbitado a los cómics-. En noviembre pasado, otro guionista, Larry Hama, publicó el álbum «Storm Shadow», de la serie de los Gi Joe, los soldados de élite, como juguetes.

Resulta que Hama, guionista nipon-americano, conoció Avilés cuando trabajaba en la serie Lobezno, de la «Patrulla X». Los vínculos con España de Hama ya vienen de atrás. Es autor de una historia de Lobezno desarrollada en la guerra civil española.

-¿Y lo de Avilés?

Lo de Avilés es lo siguiente: el personaje Storm Shadow -uno de los que son clave en la serie- llega a Avilés porque le ha llamado una persona de su pasado. «Muy importante», dice Argiz. El amigo le invitó a matarle. Esta línea argumental, ya explorada por Hemingway en uno de sus relatos, se cruza con el enfrentamiento de Shadow con los malos. «Así que Avilés, con su calle San Francisco, con los arcos de Galiana, se convierte en un campo de batalla real», señala Argiz. Este adjetivo es el que distingue la fábula de Edginton de la de Hama. «La serie de Gi Joe se desarrolla en el mundo real, en ciudades que existen».

A Storm Shadow, en su estancia en Avilés, en sus paseos por la ciudad, incluso le da tiempo a beber unas sidras. «En el Alvarín», concretamente.

Larry Hama, entre la serie de Lobezno y la de los Gi Joe, pasó por Batman. «Hace tiempo que me había comentado la idea de ubicar una historia en Avilés, pero Batman es una fantasía, y no cabe Asturias junto a Gotham», comenta el director de las Jornadas del Cómic.

Hasta aquí, la ciudad traspasada al mundo de la historieta. Los avilesinos de ficción también son una realidad: el propio Jorge Argiz, o Ángel de la Calle, o Germán Menéndez, los tres coordinadores del encuentro avilesino de la historieta.

En «Crimson plague», de George Pérez -una leyenda del tebeo-, está el bar Ángel de la Calle Comida Latina. Un pirata sideral que sólo habla en español y que se acompaña de un traductor se llama Jorge Argiz. «Y me pinta siempre quejándome por todo», señala la persona real que participa en el tebeo de Pérez. Germán Menéndez tiene su alter ego en una historieta de Mike Carey.

Avilés, que es de verdad, también disfruta de una realidad ficticia. Y no es un planeta tan desértico: da frutos en el cómic.

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