Saúl FERNÁNDEZ

Francisco Bances Candamo (Avilés, 1662-Albacete, 1704) tiene una calle en su ciudad. Y también una biblioteca. Fue el dramaturgo asturiano más importante de cuantos vivieron el Siglo de Oro y, además, el escritor avilesino que llegó más alto en el cielo de los intelectuales. El rey Carlos II le nombró Dramaturgo de Cámara, un cargo que no pudo disfrutar ni Pedro Calderón de la Barca. Este es el año de Bances Candamo: hace tres siglos y medio nació en el barrio de Sabugo, a finales de abril de 1662 (no se conoce la fecha concreta, se perdieron unas páginas del registro eclesiástico que coinciden con el nacimiento del escritor). El poeta y profesor de Literatura del Siglo de Oro Santiago García-Castañón reivindica el valor histórico del autor de «El esclavo en grillos de oro» y de otros veintitantos dramas a mitad de camino entre el barroquismo de Calderón y el incipiente neoclasicismo del siglo XVIII.

Bances Candamo, apunta García-Castañón, «fue mucho más importante en su tiempo de lo que se le reconoce ahora; los gustos estéticos cambian». El profesor explica: «Tuvo muy mala suerte en el momento de nacer. Tuvo que competir con los grandes monstruos de su época. Se le considera un autor secundario porque los principales eran Cervantes, Lope de Vega, Tirso de Molina, Quevedo, Góngora, Calderón... pero tiene una obra importante», resalta García-Castañón.

Dramaturgo más que poeta. «Se publicó una colección de sus versos de manera póstuma. Una selección de aquellos poemas las edité en 2004. Es más reconocido como autor teatral y tratadista de teatro», continúa la explicación el profesor avilesino que imparte clases en los Estados Unidos desde hace más veinte años. «El teatro de los teatros de los pasados y presentes siglos», dice García-Castañón, es el tratado teórico del drama según Bances Candamo. «En muchos ámbitos el escritor es más reconocido como tratadista del teatro que como dramaturgo. Establece unos parámetros de la escena de manera semejante a Lope de Vega, pero a finales del siglo. Parte de los postulados aristotélicos, sienta las bases del teatro de su tiempo. Defiende las comedias que llama historiales (obras de carácter histórico), clasifica las obras del momento», comenta el profesor.

El dramaturgo avilesino vivió bien poco en Avilés. Cuando salió de la ciudad lo hizo para nunca más volver. «Viajar en su época no era igual de fácil que hacerlo ahora», advierte el profesor. La huella avilesina en la obra de Bances es «nula», reconoce García-Castañón. «Su padre murió cuando era muy niño. La madre envió a sus hijos a Sevilla, donde les acogió su tío, que era canónigo de la Catedral», apunta. «Se siente muy orgulloso de su condición de asturiano. En uno de sus romances habla de la "noble cuna" que le dio esta región».

«Bances Candamo no es autor original, pero dicho así parece que no vale. Entonces no se reconocía su originalidad», subraya. El avilesino llegó a la corte en un momento en que empezaba a desquebrajarse el universo español que había fundado el Emperador Carlos V. La muerte del último de los Austrias encendió la guerra de Sucesión. Los quince años de conflicto cambiaron la corona y cambiaron un modo de entender el mundo y también su literatura.

El Siglo de Oro se oxida con la llegada de las estéticas francesas triunfantes en la corte de Versalles. La obra de Bances Candamo sirvió para reinaugurar el teatro Palacio Valdés, en el año 1992. En 2004, el grupo «Teatro Margen» hizo una lectura poética de uno de los textos del avilesino dorado. Una selección de sus poemas los reeditó Santiago García-Castañón. Entonces se cumplían el tercer centenario de su fallecimiento. Hubo un ciclo de conferencias para recordar su paso por el mundo. Carreño Miranda, Pedro Menéndez y Bances Candamo pusieron a Avilés en el mapa. En aquellos siglos pasados.