La Real Compañía Asturiana de Minas (RCAM) adquirió en 1856 al farmacéutico de Torrelavega Ramón Pérez del Molino los derechos de explotación de la mina que acababa de descubrir en el municipio cántabro de Reocín, lindando con Torrelavega. En el año 2003, la mina cesó su producción y comenzaron los problemas. Las aguas subterráneas anegaron el embudo de la explotación a cielo abierto. El escritor cántabro Manuel Bartolomé señala que el embalse surgido «cuenta con 320.000 metros cuadrados de superficie. Este lago es el que quiere vender Asturiana de Zinc. La compañía, heredera de la RCAM, cuantifica el valor de la mina en 2,1 millones de euros y admite que «hay ciertos impedimentos legales que no le permiten [a la sociedad] la enajenación de los mismos».

¿Cuáles son estos impedimentos legales? Desde el abandono de la explotación, las aguas subterráneas han invadido la superficie. Estas aguas han pasado al cauce del río Saja y estas a su vez, y según todos los indicios, son las responsables de las filtraciones en las viviendas del barrio de La Turbera, en la localidad de Torres. Los vecinos de este barrio llevan más de un año elevando quejas a las tres administraciones: la local, la regional de Cantabria y la de estatal. La solución no parece cercana por el momento.

La explotación minera de Cantabria depende de la dirección general de Operaciones Metalúrgicas de Azsa que, por el momento, está en manos de Jaime Arias Zapico, director, asimismo, de la planta de San Juan de Nieva. Los técnicos determinaron dejar Reocín cuando descubrieron que la siguiente veta productiva no era beneficiosa.