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La actitud de la familia, clave para superar la esquizofrenia

El psiquiatra británico Julian Leff reafirma las bondades del "modelo Avilés" del trato a los pacientes en su hogar

La actitud de la familia, clave para superar la esquizofreniaRICARDO SOLÍS

Educar a las familias para que sean capaces de reaccionar de una forma tranquila y positiva ante el comportamiento de los pacientes de esquizofrenia es una de las claves del trabajo que desarrolla el psiquiatra británico Julian Leff, uno de los referentes mundiales de la psicoeducación. Leff llegó ayer a Avilés, invitado por el jefe del área de Salud Mental del Hospital San Agustín, Juan José Jambrina, y ambos descubrieron los muchos puntos en común que tienen sus perspectivas sobre cómo abordar la enfermedad mental. En efecto, Leff aseguró que tratar a los pacientes en su hogar, que es precisamente la clave del "modelo Avilés", no es sólo más efectivo a la hora de conseguir resultados clínicos sino incluso más económico para la administración, porque el nivel de recaída es mucho más bajo.

Julian Leff lleva doce años jubilado, al menos oficialmente, porque no ha dejado de investigar, de escribir libros "y de pensar", según apunta con una sonrisa. Al profesor le brillan los ojos y se entusiasma con el trabajo de su vida, convencido como está de que se pueden hacer muchas cosas para mejorar la calidad de vida y la recuperación de los pacientes. Lejos ya de la red hospitalaria de época victoriana y de la sobremedicación de décadas pasadas, Leff sigue considerando que en los centros sanitarios de hoy en día siguen haciendo falta cambios, pero no sólo ahí: también en las familias. "Desafortunadamente la alta recuperación de los pacientes no se sostenía una vez de vuelta en sus casas".

Por eso varios expertos comenzaron a investigar. Y descubrieron que en las familias más negativas, más hurañas y disconformes, las recaídas eran mucho mayores. Ahí comenzó el trabajo terapéutico con las familias, para enseñarles a controlar esas emociones que tan fatales resultan. "Los enfermos de familias capaces de ser pacientes, de reforzar con incentivos el buen comportamiento, de ser optimistas y no estar ansiosas... están mucho mejor".

Junto a esa educación de las familias, que Leff ve fundamental y que ha exportado a países tan diversos como Estados Unidos, China y Japón, hay otra pata: los centros de atención sanitaria. En el Reino Unido, explicó, en 1965 existían 150 hospitales específicos para estas enfermedades mentales. Ahora, menos de 12, específicos para casos especiales, relacionados en su mayoría con crímenes. Y el resto de los pacientes -los nuevos y los que tienen que regresar tras ser dados de alta- están en los hospitales generales, que se benefician de una política avalada tanto por los gobiernos de izquierdas como por los de derechas. El problema está cuando estos centros sanitarios son urbanos y no tienen espacios agradables donde los pacientes puedan pasear, airearse y jugar. Convencido de que el entorno es fundamental, Julian Leff decidió abrir lo que él llama una "village", una especie de ciudad residencial en el campo, de atención altamente personalizada. Los resultados están para ver: "En un hospital normal, con pacientes difíciles, en cinco años un 30 por ciento consiguen salir. Aquí, en dos años el 40 por ciento". De ahí que la inversión sea económica y efectiva. En definitiva, un entorno amigable, familiar y sano es la mejor receta contra la esquizofrenia.

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