Mi vida después de que la jueza de Avilés me retirara la pensión compensatoria hace ya seis meses con auto de suspensión de pago en espera del recurso de la apelación:

Todas las mañanas, de 9.00 a 14.00 horas, estoy en la puerta del juzgado recogiendo firmas para que la protesta de la injusticia tenga más fuerza.

Por las noches, lloro por mi presente y futuro y para que no me caiga una sola lágrima a las puertas del Juzgado.

La alimentación me la cubren los Servicios Sociales y Cáritas de Corvera, el recibo de luz y comunidad los paga la mujer del hijo que vive fuera de Asturias y es la que trabaja. La bombona de gas, detergentes y productos de aseo me los compran las pocas amistades que me quedan, pues cuando no tienes dinero la mayoría desaparecen.

Mi exmarido, tornero oficial de primera, gana más dinero del que dice que gana. Lo sabe él y lo sé yo. El pago de mi pensión no le deja sin nada.

A medida que pasan los días, me hago siempre la misma reflexión: Si la jueza me ha castigado por no encontrar trabajo y media España está igual que yo, incluidos mis dos hijos, ¿qué hará la Justicia? ¿Castigarnos a todos?