La iglesia de Santo Tomás de Cantorbery, en Sabugo, acogió ayer el funeral del pintor Andrés Cerezo Mena. La muerte le llegó a los 88 años, tras una vida pausada y un amor por los pinceles que le llevó a plasmar, con estilo realista, paisajes y escenas de su entorno. Realidad unida a una pizca de ensoñamiento, de poesía, con la que dulcificaba la existencia. Tras de sí deja dos hijos, Andrés y Maribel, además de hermanas, sobrinos, primos y una amplia familia de amigos.

"El pintor solitario", rezaba ayer el encabezamiento de su esquela. Y es que así era Andrés Cerezo, un avilesino de adopción que nació en Andalucía y que se formó como pintor en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid.