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Uno de cada tres estudios del sueño que se hacen en Avilés deriva en tratamiento

El doctor Sánchez Antuña alerta de la relación entre apnea y obesidad y reseña las graves consecuencias de la somnolencia en la vida cotidiana

El doctor Sánchez Antuña, en su consulta. MARA VILLAMUZA

La apnea -enfermedad del sueño- afecta a personas cada vez más jóvenes, en estrecho vínculo con la obesidad. Así lo afirma el neumólogo Andrés Sánchez Antuña, responsable de la unidad del sueño del Hospital Universitario San Agustín. El perfil de los pacientes de esta unidad son personas que roncan en exceso y no descansan aunque duerman muchas horas seguidas, y que, además, suelen tener tendencia a dormirse al volante. Los pacientes normalmente llegan remitidos por el médico de Primaria o de otras consultas hospitalarias. "Un porcentaje importante son gente obesa y suelen tener otras patologías como tensión alta, problemas cardiológicos?", explica el doctor Sánchez Antuña.

El primer paso para hacer un diagnóstico de apnea es la prueba del sueño, que puede ser de dos tipos: la poligrafía, que es la más habitual, y que se hace en el domicilio del paciente, y la polisomnografía, que es más compleja y se realiza en el propio hospital. "La más cómoda y que lleva menos tiempo es la poligrafía", señala el doctor. Son las empresas que tienen adjudicado el servicio las que aportan la maquinaria y la llevan a los domicilios: son aparatos con aspecto de un teléfono móvil con sensores para la respiración, la oxigenación y los movimientos torácicos. Si no es totalmente clarificatoria, entonces se realiza la prueba completa, que ya requiere ingreso.

La unidad del sueño de Avilés realiza anualmente unos 300 estudios del sueño, de los que una tercera parte derivan en tratamiento. Un porcentaje alto está relacionado con la obesidad. Muchos de estos pacientes mejoran simplemente bajando de peso. Otras causas pueden ser la morfología cardiofacial, como malformaciones en la mandíbula que se solucionan operando, y a veces no se encuentra una causa específica. En niños, añade el doctor, es habitual por la hipertrofia de las amígdalas, y sí se cura operando.

La apnea afecta ligeramente más a los hombres que a las mujeres, pero a partir de la menopausia esos porcentajes tienden a igualarse. Entre las consecuencias más preocupantes de esta enfermedad es el riesgo que corren los pacientes de tener un accidente laboral o de tráfico, ya que las probabilidades son mucho más altas.

En la unidad del sueño se determina el tratamiento más adecuado, en función de la gravedad: recomendar bajar peso y no tomar alcohol antes de acostarse, en los casos leves, y para los que tienen una alteración grave, la solución es dormir con una máquina, la CPAC, que produce una presión en las vías aéreas.

El San Agustín realiza estudios del sueño desde hace tres décadas, pero después quedó el tema parado hasta que en 2004 el doctor Sánchez Antuña lo retomó. "Ahora vemos a más pacientes que antes porque hay conciencia de apnea". Este especialista formó parte de uno de los primeros equipos de España en hacer este tipo de estudios, el del Instituto de Silicosis de Oviedo. "De aquella ya veías a gente muy obesa con síntomas muy avanzados. Ahora cada vez se conoce más el tema, se consulta más, se sabe la repercusión sobre los problemas cardiovasculares y está más controlado".

El ronquido común, explica el neumólogo, es diferente a la apnea. Solucionar esta enfermedad no sólo cambia la vida al paciente, sino también a sus parejas. De hecho, según indica el doctor, son muchas veces las parejas quienes detectan el problema: pausas respiratorias prolongadas, los ronquidos... El doctor anima a las personas que tengan estos síntomas a que los consulten, sobre todo si tienen problemas cardiovasculares asociados. Una revisión a tiempo puede evitar un accidente al volante.

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