Según el relato de los testigos, E. N. G. U. siguió a Daniel Darío Capellán Castillo, que se arrastraba queriendo escapar de la muerte. Pero su agresor dio con él y le hundió por segunda vez el cuchillo. "Desde aquí, desde la puerta del bar, parecía que le estaba dando de hostias", contó el trabajador de la siderúrgica, paralizado por el miedo.

Las dos mujeres que atendían ayer de madrugada detrás de la barra del Milenio avisaron a la Policía Nacional nada más vieron que la pelea empezaba a tomar forma. Cuando otro cliente vio cómo había quedado Capellán sobre el arcén, cogió el coche, se acercó donde estaba el hombre moribundo y lo subió al asiento trasero del vehículo. "Pero no pudo ni salir para el hospital", dijo el trabajador de Arcelor. Capellán estaba ya muerto. En estas fue cuando llegó la Policía, que había sido alertada por las camareras muy poco tiempo antes. "Pero es que todo fue muy rápido: en apenas cinco minutos se había liado todo", añadió la camarera.

La escena del crimen comenzó a llenarse con una ambulancia, con más coches zeta, con el vehículo de la científica. La Policía Nacional acordonó la entrada del bar El Milenio. Tomaron las primeras declaraciones a los testigos y alguno de ellos acudió a la Comisaría de Policía. Poco tiempo después, hizo acto de presencia el juez de guardia. Las ventanas de los edificios colindantes comenzaron a abrirse. La inquietud se empezó a adueñar del barrio. Esa inquietud no cesó durante toda la jornada. Los agentes recibieron orden de encontrar al presunto asesino de Daniel Capellán, que deja viuda y varios hijos: cuatro en España y alguno más en la República Dominicana.

La vivienda de Daniel Capellán se convirtió en un velatorio improvisado. Su mujer comenzó a recibir a familiares y amigos. "La comunidad está conmocionada. Daniel era un tipo bueno que no había hecho nunca nada a nadie", se escuchó en el portal. Capellán era un veterano dominicano en Avilés. Llevaba más de veinte años en Asturias. Tuvo un bar, pero ahora sólo quería disfrutar del baile.