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El director de escena Raimon Molins, junto al autor dramático Juan Mayorga.

RAIMON MOLINS | Actor y director de escena de "Himmelweg. Camino del cielo", que se representa el sábado en el Niemeyer

"Montar a Mayorga es una provocación artística casi imposible"

"Cuando llega el miedo uno sólo quiere ver aquello que le hace sentir seguro: eso es lo que le pasa al protagonista de 'Himmelweg' "

Raimon Molins es el director y uno de los tres actores de la versión compacta del drama "Himmelweg. Camino del cielo", de Juan Mayorga, que se presenta el próximo sábado (20.30 horas) en el club del Niemeyer. Esta función es la segunda -tras "El cartógrafo", mañana, en el auditorio, también a las 20.30 horas- que se programa de manera consecutiva en el centro cultural de la ría. Se da la circunstancia, además, de que el autor del espectáculo participa, junto a Ernesto Caballero, en el último de los "Diálogos desde la escena", el lunes 11 de diciembre, en el teatro Palacio Valdés. Molins conversa con LA NUEVA ESPAÑA por teléfono.

-Presentan una función destilada, ¿no es eso?

-¿Por qué lo dice?

-Son sólo tres actores.

-La obra, sí, es para una compañía nacional y, de hecho, es en teatros públicos donde se suele representar "Himmelweg": tiene diez o doce personajes. Nosotros, en "Atrium", apostamos por una producción para una sala pequeña y esto ha permitido que el público establezca una relación íntima con la función. Y esto es así porque las palabras de Mayorga sugieren mucho más de lo que se representan.

-¿Y lo de reducir el número de personajes?

-Son tres los personajes sobre los que pivota toda la función. Optamos por que los judíos manipulados salieran a escena por medio de títeres: los bunraku, las marionetas japonesas. Son los títeres más humanos de todos y en esa idea nos hemos movido. En todo caso, todo el texto de Juan Mayorga está en nuestro espectáculo.

-¿Y le gusta todo esto a Mayorga?

-Después de cuatro años que hace que estrenamos ya no nos puede engañar. Le ha gustado mucho. Nos ha visto en Madrid, en Barcelona y también en las representaciones que hemos hecho cerca de Madrid. Después de todo este tiempo se ha generado una muy buena amistad entre nosotros.

-¿Por qué eligieron reponer "Himmelweg"?

-Porque todo cuanto representa es universal, porque Mayorga logra retratar la condición humana: los abusos de poder, la sumisión, la manipulación. Esta obra la íbamos a haber montado en el teatre Romea, pero finalmente apostamos por "Litoral", de Wajdi Mouawad, sin embargo, tuvimos que retomar la idea. Montar a Mayorga es una provocación artística casi imposible. Juan Mayorga entiende perfectamente la construcción que lleva a cabo el lenguaje. Lo que hay en "Himmelweg" es un juego estimulante para todos: para los actores y también para el público.

-En "Himmelweg" hay un delegado de la Cruz Roja que niega el holocausto.

-Sucedió en realidad. Un suizo viajó a un campo de concentración cercano a Praga, en plena II Guerra Mundial y, sí, posteriormente emite un informe favorable sobre el lugar que acaba de conocer.

-Un sitio donde mataban judíos.

-El tiempo es el que ha descubierto el Holocausto. Nosotros no defendemos al delegado de la Cruz Roja, tratamos de explicarle. Cuando llega el miedo uno sólo quiere ver aquello que le hace sentir seguro: eso es lo que le pasa al protagonista de "Himmelweg". Los nazis le mostraron una realidad falsa y él decidió elegir la fácil. Es una reacción humana y, a la vez, muy actual.

-Esto de que la realidad es sólo el cuento que nos inventamos es algo antiguo en Mayorga.

-Es reincidente. No eres más de lo que tú ves. Eso explica la reacción del protagonista. Entendiendo o no al delegado de la Cruz Roja lo que al final sucede es que te entiendes a ti mismo. En este sentido es por lo que digo que Mayorga es reincidente. Se trata de un juego delicioso, pero no un drama, una tragicomedia. No se ven los muertos, las crueldades que asociamos siempre a los nazis. Esta manera de representar el Holocausto es casi perfecta.

-¿Están representando a un clásico?

-Sí, desde luego. "Himmelweg" se sigue representando desde su estreno. Hace tres años nosotros, en "Atrium", hicimos un "Hamlet". Yo era el príncipe. Cuando decía mis frases sentía lo mismo que sentí cuando empecé con esta obra. En este sentido, es un clásico contemporáneo.

-Cambiando de tercio. ¿El teatro es una buena forma de vida?

-Es una buenísima forma de vida para el alma... nada más.

-¿Nada más?

-Tiene sus problemas, pero te permite vivir experiencias que de otra manera hubieran quedado vedadas.

-Con cuatro años de "Himmelweg" imagino que ya estarán con otros proyectos.

-Dentro de nada estrenaremos en Madrid "Las tres hermanas. Deconstructing Chekhov", una obra que nos escribió José Sánchis Sinisterra y que ya hicimos en Barcelona. Estaremos en Madrid en febrero próximo. Después tenemos un proyecto que haremos en el Teatre Nacional de Catalunya.

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