"Es todo mentira. No tengo nada que ocultar, no he hecho nada", aseveró ayer la praviana procesada por infligir un presunto trato degradante a su abuelo en los juzgados de Avilés a la salida de la primera sesión del juicio. La Fiscalía sostiene que N. V. F., vecina de la localidad de Agones, aisló a S. V. P., de 90 años y natural de Villaviciosa, le obligó a tomar más medicación de la pautada y hasta le hizo creer que estaba enferma de cáncer cerebral para que le diese 45.000 euros para un supuesto tratamiento. "Eso no es cierto. Él tenía la parte de la herencia de mi abuela que me correspondía a mí", aseveró.

La acusación particular, que ejerce la expareja de N. V. F. en nombre de la hija menor de edad que tienen en común (una de las herederas del finado), pide siete años de cárcel al añadir un presunto delito de homicidio imprudente. El nonagenario S. V. P., que según fuentes próximas al caso tenía numeroso patrimonio en Villaviciosa y dinero (los banqueros que declararon en el juicio hablaron de una cuenta con 100.000 euros), falleció en casa de su nieta a los tres meses de mudarse desde Villaviciosa, donde vivía solo y era completamente independiente. La acusación particular, a cargo de la letrada Anatolia Ferrera, cree que N. V. F. dio al hombre una medicación excesiva para anular su voluntad. El abogado defensor, José Carlos Botas, niega todas las acusaciones y pide la absolución. Su representada aludió a intereses familiares en torno a una herencia: "Hay una parte familiar molesta".

El nonagenario S. V. P. llevaba viviendo unos dos meses con su nieta en Agones cuando falleció mientras dormía la siesta el 22 de abril de 2014. Según los médicos, tenía buena salud física y padecía exclusivamente de insomnio y depresión a raíz del fallecimiento de su mujer, dolencias para las que tenía pautada medicación. Residió en Villaviciosa, en su casa, hasta febrero de 2014, fecha en la que sufrió una caída. Ese fue el motivo por el que supuestamente su nieta lo trasladó a Pravia para que residiera con ella y otros familiares (en el piso de Agones vivían además la actual pareja de la acusada y sus tres hijos en común, un tío abuelo de ella y por temporadas también la abuela materna).

La acusada expuso en el juicio que su abuelo se automedicaba ("llevaba las pastillas en una bolsa de plástico") e hizo referencia a una supuesta demencia, que médicos y familiares descartaron. N. V. F. negó haber aislado a su abuelo ("salía todos los días a jugar la partida y a tomar el vino"), dijo que alguna vez le dio con la "cachaba" y que el anciano tenía depresión. Sobre el día del fallecimiento, expuso que su abuelo se acostó después de comer y que fue a verlo a la habitación porque "roncaba más fuerte de lo habitual". Regresó una segunda vez, cuando pararon los ronquidos, y llamó al 112 porque "parecía que había fallecido".

Pero la médica que acudió al domicilio no pudo certificar la muerte. Las alarmas saltaron al comprobar en el Servicio de Salud que había una denuncia de unos días antes en el centro de salud de Villaviciosa en la que una sobrina de S. V. P. alertaba de que su tío estaba mal atendido y retenido en contra de su voluntad en casa de su nieta. Esta sobrina también declaró ayer como testigo en el juicio. "Cuatro días antes de fallecer conseguí hablar con él (supuestamente estaba incomunicado) llamando a la abuela de N. Se puso a dar gritos y a pedir auxilio, dijo que lo querían envenenar, que lo tiraron en la cama y lo cogieron por el cuello, que llamara a la Guardia Civil. Le dije que le iba a ayudar y se puso al teléfono su cuidadora (...) Nos pusimos en contacto con el médico de cabecera de Villaviciosa y con la concejala de Asuntos Sociales el día antes de morir. Lo llamé para decirle que estuviese tranquilo, que estaba todo arreglado, que iba a ir a la Residencia San Francisco".

Según este mismo relato, estaba previsto que un taxi fuese a recoger a S. V. P. a Agones al día siguiente de esta conversación para acudir al entierro de un pariente en Villaviciosa y quedar ingresado en la residencia. Pero su sobrina, según relató ella misma, recibió una llamada de la acusada: "No hace falta ya (el taxi). Ya murió. A las cinco. Un infarto. Ya vino el médico y estamos esperando a la funeraria".

Los guardias civiles que declararon en la sesión de ayer señalaron que "todos los testigos" a los que tomaron declaración durante la investigación "discrepaban con la versión de N. V. F.". Apuntaron que en la autopsia se encontraron restos de un barbitúrico que no tenía recetado el fallecido. También declararon varios trabajadores de entidades bancarias, que confirmaron desvíos de dinero de las cuentas del ahorra fallecido a su nieta. La vista prosigue mañana con la declaración de los testigos de la defensa y de los forenses.