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El huerto, una asignatura en el Carreño Miranda

La siembra de verduras y hortalizas favorece el aprendizaje y mejora el rendimiento de 16 alumnos de tercero de Secundaria

Los alumnos del Carreño Miranda que cuidan el huerto, ante una de las zonas sembradas. RICARDO SOLÍS

Las lluvias de la primavera han deslucido el huerto ecológico del instituto Carreño Miranda que atienden 16 alumnos de tercero de Secundaria como parte del Programa de Mejora del Aprendizaje y del Rendimiento (PMAR). Estos jóvenes han elegido de forma optativa conocer y trabajar los secretos de las hortalizas, verduras y plantas aromáticas que crecen en un lateral de las dependencias educativas de la avenida Cervantes y que, en cierta medida, también forman parte del vecindario, ya que son muchos los ciudadanos que se interesan por su evolución.

"Los jóvenes están muy implicados en el huerto al que dedican dos horas a la semana; son chicos que aguantan poco en el aula pero que tienen unas destrezas que con las herramientas necesarias son capaces de hacer muchas cosas y bien", comenta Nina Álvarez Fernández, profesora del ámbito científico y matemático del departamento de orientación del instituto.

Desde preparar la tierra para la siembra hasta la recogida de los productos que los alumnos llevan a casa, los estudiantes se involucran en todo el proceso. "Incluso aprenden a compostar", indica la docente, volcada con este espacio desde sus inicios, hace cuatro años, cuando fue propuesto por la entonces profesora de servicios a la comunidad, María Campoamor, como un recurso para los niños de primero y segundo de Secundaria con problemas. "Le ayudaba y cuando ella se marchó me dio pena dejarlo morir, así que venía con mis alumnos de Biología", relata.

El tercer año de vida, el huerto se convirtió en la asignatura optativa que actualmente es. "Los alumnos están encantados, salen del recinto cerrado, trabajan en equipo y ven los resultados tanto de la parte teórica como de la práctica", añade esta bióloga que, en un afán de ampliar la formación de los jóvenes, ha dado un paso más y les enseña cómo elaborar insecticidas naturales -preparados a base de ortiga y también de jabón- , incide en la alimentación saludable, habla de etiquetaje de los alimentos, la composición del agua e, incluso, ofrece recetas para preparar con los productos recolectados en la huerta educativa: calabazas, lechugas, zanahorias, tomates, acelgas, ajo puerro, perejil...

Un blog titulado "El huerto ecológico del Carreño Miranda", publicado en la página web del propio centro educativo, actúa como complemento de la asignatura. Además de dar visibilidad al trabajo de los estudiantes, ofrece información de las particularidades de cada planta y de otros temas que por falta de tiempo la profesora no ha podido transmitir a sus alumnos. Algunos de los asuntos sobre los que profundiza son: los falsos mitos de la alimentación, la composición y el uso racional del agua o la biodiversidad. "Los alumnos están pendientes de lo que se publica en el blog, lo siguen", apunta Nina Álvarez, que evalúa el rendimiento de los estudiantes a través de dos parámetros.

El trabajo en el huerto supone el sesenta por ciento, mientras que el cuarenta por ciento restante se basa en plasmar en un cuaderno la evolución del huerto a lo largo de las diferentes estaciones. "Con estos alumnos se debe seguir una metodología distinta, hay que ser flexible, pero los resultados son positivos, son muy participativos y con una buena disposición", concluye la bióloga, que también organiza visitas a espacios naturales para ver in situ lo aprendido en el instituto.

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