Macbeth en realidad se llamó Mac Bethad mac Findlaích. Pero así, con este nombre verdadero, no podía ir muy lejos. El caso es que el gobernador de Moray, que es una tierra al norte del río Fiddich, tuvo una visión: matar al rey Duncan. Lo hizo. Y, después, a otros cortesanos. Había que esconder la primera muerte con todas las muertes posibles. Y así se generó un río de sangre que tomó el dramaturgo William Shakespeare para contar la ambición del poder, la corrupción del poder, el poder agrietado... Fue "Macbeth" una historia escocesa que hace tiempo que dejó de serlo y se hizo universal.

En un día raro para Avilés -la noche de un lunes- La Compañía Estable que dirige el colombiano Pedro Salazar sorprendió al respetable que acudió anoche a ver un "Macbeth" nuevo y, a la vez, "depurado", como se encargó de explicar el propio Salazar cuando presentó el espectáculo este fin de semana pasado en el la antigua Universidad Renacentista de Almagro, uno de los escenarios predilectos de los organizadores del festival teatral de La Mancha, aliado ahora con el Niemeyer, Ignacio García mediante, el director de aquella joya que fue el "Kijote Kathakali", una pequeña ópera muda con sabor a Kerala, en el sur de la India, la joya de la corona británica.

Los lunes al sol son más proclives a la holganza que a la escena. Y se notó anoche en la platea del Niemeyer. Pero lo que salía sobre la escena fue espectacular. Aunque sólo fuera por ver un clásico con con quince actores sobre la escena, que es algo extraño: allá, en América, y aquí, en España, donde el teatro se destila.

El espectáculo de anoche lo protagonizó Christian Ballesteros, que es una celebridad en Colombia. Se da la circunstancia de que participó, además, en la versión operística que dirigió Ignacio García en 2016, un espectáculo en paralelo a la tragedia sangrienta que se vio en el Niemeyer. La producción corrió de la cuenta del teatro Colón de Bogotá y de La Compañía Estable: una institución pública (del Ministerio de Cultura de Colombia) y una fundación sin ánimo de lucro. O sea, que Ballesteros fue dos veces Macbeth: cantando y declamando los versos de Willliam Shakespeare, el escritor que tomó Escocia como excusa para contar la historia de las ambiciones, de las culpas y de las destrucciones. Todo esto se hizo a través de un montaje punk que contó con la admiración del personal. Que lo bueno que tienen los clásicos es que caben en cualesquiera escenarios que se precien.

El teatro continúa esta semana: el viernes, "El funeral", la comedia que interpreta Concha Velasco, en esta ocasión, junto a Jorge Sanz. En el Palacio Valdés.