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El parque de Llaranes agoniza por el abandono

El Club Cultura reclama acondicionar las zonas ajardinadas, reparar las escalinatas y restaurar numerosos elementos decorativos

Juan José de la Roz, bajo el pórtico de colores. RICARDO SOLÍS

El parque infantil de Llaranes tiene tantos años como el barrio, unos sesenta, y a juicio del Club Cultura requiere una mayor atención. No solo en la zona baja, donde se ubican los juegos para los pequeños sino también en la parte de arriba, en el área ajardinada que los vecinos quieren recuperar y que vuelva a lucir como hace décadas. "Es necesario reparar esas estructuras, definir mejor las zonas ajardinadas y reparar las escaleras, que están completamente abandonadas", indica Juan José de la Roz, miembro del Club Cultura, que conoce palmo a palmo el parque.

Mientras camina, va enumerando las deficiencias. Se detiene ante el pórtico de colores de entrada al espacio de ocio infantil. Observa y critica que la pintura está levantada y defiende que le vendría mano una reparación inmediata "para conservar una de las piezas originales del parque". "Está desconchado, descuidado y necesita una restauración", destaca De La Roz, que censura además el vandalismo sufrido por las figuras de soldados, payasos y demás, que rodean el perimetro del parque. "Esas figuras son únicas, no conozco otro parque que las tenga, es algo que debemos cuidar y mantener y, como ocurre con el pórtico, requiere una restauración inmediata, antes de que vaya a más", señala el vecino, que paso a paso se acerca a la zona ajardinada de la parte superior del parque. Las escaleras de acceso están deterioradas y "suponen un peligro" para niños y mayores.

La asociación de vecinos "Santa Bárbara" de Llaranes también reclama una urgente reparación de la zona. "La escalinata, los bancos, están abandonados, hay que invertir en esta zona para que la gente pueda volver a utilizarla", indica Juan José de La Roz, que reclama la rehabilitación antes que desaparezca por completo esta infraestructura que forma parte de la identidad del barrio nacido a mediados de los años cincuenta vinculado a la extinta Ensidesa. "El parque, al igual que el barrio, tiene un importante valor patrimonial que tenemos que proteger como tenemos que hacer con la seta, que también está desconchada y requiere también una mano de pintura", señala de La Roz, que por momentos se remonta a hace décadas y recuerda al guarda de la piscina que presidía el parque, de apodo "Pin".

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