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La escasez de sardinas en el mar aconseja un paro biológico, según la flota asturiana

Los pescadores ponen el ejemplo del bocarte, recuperado gracias a una veda de cinco años con compensaciones económicas para los afectados

Sardinas a la venta en una pescadería avilesina. MARA VILLAMUZA

Los cinco barcos asturianos de cerco que dependen económicamente de la pesquería de la sardina -otros andan ahora al bonito- ya no saben a qué atenerse en lo que a la gestión de la especie se refiere: tras el reciente cierre del caladero, esta semana recibieron con sorpresa una resolución de la Secretaría General de Pesca que anuncia la reapertura de la campaña hasta el 30 de septiembre. Eso sí, la pesquería está limitada a 3.000 kilos por barco y semana, lo que traducido para los bolsillos de un pescador "es lo mismo que nada". Tanto es así que Eduardo Cueva, presidente del colectivo de cerqueros de Asturias, reclama un paro biológico (la prohibición absoluta de pesca) para recuperar la especie y que, entre tanto, se indemnice a los barcos de cerco como en su día se hizo cuando se aplicaron paros biológicos al bocarte.

"Si los informes de los biólogos son realmente tan malos como nos venden, ¿para qué reabren la pesquería de sardina?", pregunta Cueva. En la resolución fechada el 31 de julio, Pesca destaca en este sentido: "La situación biológica en que se encuentra el stock de sardina de las aguas ibéricas continúa siendo preocupante lo que ha llevado a España y Portugal a elaborar un plan plurianual con un serie de medidas encaminadas a lograr la recuperación del stock". Estas medidas, sin embargo, no pasan por cerrar los caladeros del Cantábrico noroeste como indicaría el sentido común sino por "reducir las capturas previstas para la campaña de 2018".

"Esto no vale para nada", subraya Eduardo Cueva, que advierte: "Los pescadores ya no sabemos qué hacer; estamos sin cuotas o son una miseria, no podemos pescar nada". La resolución ministerial establece un límite de capturas para los dos próximos meses de 1.583 toneladas, pero para la flota asturiana figura un anexo en concreto: "Las flotas censadas en el Cantábrico Noroeste (cerco y aquellas que usen artes altamente selectivos como el racú y la piobardeira) se establece un tope de desembarques de 3.000 kilos semanales por buque. En la primera semana de agosto, de miércoles a viernes, esos topes se aplicarán "pro rata temporis"; es decir, proporcionalmente.

La sardina, aún así, ni está ni se la espera. Esta es al menos la sensación de los pescadores, que apenas ven rastro en el mar de uno de los peces más populares del verano. En estas fechas, la cotización de la sardina suele elevarse por la mayor demanda del producto. Pero los profesionales se van a quedar un año más, y ya van cinco, con las redes (y las carteras) casi vacías. Y es que apenas se ven bancos de sardinas en el Cantábrico. Esto incluso se nota en las romerías y fiestas que tienen a la sardina como protagonista gastronómico: precios algo más elevados y pescado llegado de otros mares.

La pesquería de la sardina está sometida a un plan de gestión conjunto entre España y Portugal debido a su escasez en aguas ibéricas para intentar evitar así que la Comisión Europea establezca una cuota anual como la que limita las capturas de otras especies. Este plan tiene vigencia hasta el año 2023. En él se fija una regla de explotación para este stock "clara y precisa, cuya aplicación debería permitir un incremento mínimo del 10 por ciento de la biomasa anual".

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