Adriana Escarrio tiene solo tres años, pero no faltó ayer a la cita con su santo, San Adriano, en Castrillón. "Se pasa las cadenas desde que tenía un año y no vino con dos meses porque no era plan tan pequeña", explica su madre, Cristina Nido, después de cumplir con el rito de las cadenas que, según la tradición, cura todos los males, en la capilla castrillonense. Fue tras la procesión de la imagen del santo y la de la Santina, venerados por cientos de romeros que más tarde no faltaron a la cita con la comida y la música en el prao de la fiesta.

Tampoco faltaron en San Adriano un grupo de vecinos de Pillarno que cada año van caminando desde su localidad hasta la capilla "como antiguamente" para asistir a la misa y la procesión. "No podemos dejar perder la tradición, este año venimos con los jóvenes de la familia para que algún día la continúen ellos", sentenció Mónica Menéndez, junto a sus vecinos Juan Manuel Riesgo, Virginia Rodríguez, Pedro Bárcenas y Pedro Villalás. Otros de los veteranos son los del "Grupo de los 600" de Avilés, que pasaron las cadenas "por todos lados, porque nunca se sabe", como explicó Celso Fernández, que añadió: "Yo después de venir, siempre me siento mejor".

Lo mejor para que las cadenas empiecen a funcionar es alimentarse bien y en abundancia, como hicieron familias y amigos en el prao de la romería, antes de bailar hasta la noche.