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El Ferrera, paraíso renovado

Los usuarios del parque, que recibe mejoras en varias zonas, alaban su tranquilidad y cuidado: "Convivimos en armonía a cualquier hora del día"

La familia compuesta por Agurtzane Loinaz y Guillermo Jiménez, con el pequeño Markel. R. S.

Al sol o a la sombra de cipreses, pinos, tilos, álamos, acacias o fresnos, entre otras muchas especies, los usuarios del parque de Ferrera aprueban con una nota muy alta este espacio situado en el corazón de la ciudad y del que disfrutan niños y mayores, corredores, paseantes, jóvenes que utilizan las diáfanas praderas para jugar, vecinos con perros y cuantos buscan la tranquilidad para leer, escuchar música o simplemente pensar y observar. En perfecta armonía conviven los centenares de avilesinos que disfrutan cada día de esta zona pública de 84.614 metros cuadrados y que estas semanas está recibiendo mejoras en la valla del lago y los baños. La reparación del mural en honor a San Agustín de la Florida acaba de ser restaurado y ya luce como nuevo.

Llegado el verano a su fin y con las primeras hojas del otoño tiñendo de ocre el césped, el considerado pulmón de la villa no para de recibir visitas. "Es perfecto, está muy cuidado, tiene una filosofía muy abierta que se adapta a todo el mundo; es de los mejores parques de Asturias. Y, a los corredores, nos gusta mucho porque tiene un circuito de arena e instalaciones para estirar y hacer ejercicios", señala uno de los deportistas que cada tarde, con la caía del sol recorre varias veces el perímetro del parque "para desestresar".

De una opinión similar se muestra el también corredor Jesús Manuel Llera, que acude al Ferrera por el tipo de terreno, "de arena y menos lesivo para las extremidades que el asfalto". También valora la caseta recientemente instalada para colgar la ropa y la iluminación antes inexistente en el lateral de la avenida de Cervantes. "La verdad es que está muy cuidado", afirma.

El mantenimiento del conjunto del parque recibe igualmente los elogios de quienes pasean por los senderos, permanecen en animada conversación en un banco, vigilan a los niños en la zona de juegos u observan los patos y cisnes en el estanque. Junto a la barandilla que delimita el hábitat de los ánades y que va a ser sustituida por otra de mayor altura para aumentar la seguridad tras venirse abajo, el pequeño Markel Jiménez Loinaz lanza gusanitos al agua que rápidamente recogen los patos. "Es un parque con muchas cosas y bien atendido", manifiesta Agurtzane Loinaz, que, si tiene que poner una nota al Ferrera, se muestra generosa: "Le doy entre 8.5 y 9".

A pocos metros y caminando a paso ligero, un matrimonio que no desea desvelar su identidad califica el parque de "una joya en la que tiene cabida todo el mundo". Otra fan indiscutible de la instalación municipal es Julita Bobes, que pasea acompañada de su perro "Lucky". Fotógrafa jubilada, esta mujer acude todos los días a dar un paseo "porque me relaja mucho" y, a veces, siempre al atardecer, inmortaliza con la cámara el reflejo de los árboles en el agua.

También rodeadas de dos perros ("Morgan" y "Nico"), las amigas Isabel Suárez, Gloria Alonso y Pilar Díez pasean relajadamente entre la espesa vegetación cercana al lago. Ensalzan el entorno. Aunque, si tienen que poner algún "pero", dirigen la atención en los baños. "Cierran muy pronto, a las 18.45, cuando todavía es de día", sentencian. En unos días, lucirán como nuevos.

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