El coche eléctrico pide paso, pero nadie se atreve a precisar en qué momento iniciará la maniobra de adelantamiento para generalizarse como la opción de movilidad del futuro. Aún flotan en el ambiente incertidumbres y desconfianzas, como quedó de manifiesto en una charla-coloquio celebrada ayer en Avilés en el marco de la feria Norte Renovables con presencia de tres expertos en la materia: Adriano Mones, director de desarrollo de mercado de una multinacional proveedora de puntos de recarga y componentes para automoción sostenible; Javier Briansó, ingeniero de la compañía eléctrica EDP; y Pelayo Alonso, responsable de la flota de vehículos de Alimerka, eléctrica en su casi su cuarta parte.

Puestos a dar seguridades, Javier Briansó aseguró que la principal eléctrica del Principado -y en general el conjunto del sector- ya está preparada para asumir el impacto de demanda de electricidad que supondrá el despliegue, tarde o temprano, del coche recargable. "Para un consumo por coche de 1.875 kilowatios/hora por año y con 5,5 millones de vehículos eléctricos en circulación en 2030 (ese es el objetivo para cumplir con el horizonte europeo de descarbonización), la energía necesaria son 10,3 terawatios. Bien, pues eso equivale a tres ciclos combinados (queman gas) como el de Soto de Ribera funcionando 24 horas al día, 365 días al año. En estos momentos hay 52 ciclos combinados parados en España... Es decir, la demanda de electricidad para cargar coches no es un problema", explicó Briansó en el acto, moderado por Eloy Méndez, jefe de sección de LA NUEVA ESPAÑA de Avilés.

Mones detalló un futuro cercano en el que los fabricantes de coches lanzarán al mercado un aluvión de modelos de coches eléctricos (solo Volkswagen, 25) "y a precios similares a los vehículos de combustión térmica". Es decir, los consumidores tendrán más y más barato donde elegir. De la rentabilidad que proporciona el coche eléctrico -el mayor respeto al medio ambiente se da por sentado- habló Pelayo Alonso, quien reveló que Alimerka ha logrado amortizar en tres años su inversión en furgonetas eléctricas: "Empezamos a ciegas, pero con la experiencia las ratios mejoraron y ahora el ahorro es ingente".

Los frenos que impiden el despegue del coche eléctrico, a juicio de los ponentes, son la escasez de puntos públicos de recarga, un marco normativo demasiado rígido y el rechazo psicológico de los usuarios de automóviles tanto al cambio en el modo de circular como a la incertidumbre latente en materias como la autonomía de los coches recargables, su fiabilidad y sus prestaciones.

Mones, Briansó y Alonso creen que es cuestión de tiempo vencer esas resistencias. "Ayuntamientos como el de Llanera han aprobado ordenanzas ejemplares en materia de movilidad eléctrica, esperemos que cunda el ejemplo", señaló Mones. "Vendría bien que el Gobierno emitiera 'señales fiscales', entre otras como las penalizaciones circulatorias en las ciudades a los coches más contaminantes, para hacer ver que el coche eléctrico está ahí y que llega para quedarse", añadió Briansó.