Los nubarrones que se cernían sobre el futuro de cuatro de las ocho baterías de coque de Avilés -las más afectadas por el incendio declarado el pasado 16 de octubre en una cinta transportadora de carbón- se disipan y dan paso a un horizonte esperanzador para el empleo. La empresa gestora de la instalación, Arcelor, ha decidido reparar y volver a poner en producción las cuatro baterías dañadas. La compañía siderúrgica ha echado números y, aparte de otras consideraciones de índole productivo, ha determinado que le resultará más barato reparar el desaguisado del incendio que seguir importando carbón de coque de Francia, que ahora mismo es la alternativa elegida para abastecer a los hornos altos de Veriña (Gijón). La empresa trabaja con la previsión de recuperar la normalidad productiva para finales del mes de diciembre.

La reacción que ha causado este anuncio en medios laborales el anuncio de Arcelor es de alivio. Tanto la propia plantilla de la siderúrgica (unas 300 personas) como los 200 trabajadores de la primera y más importante auxiliar de Baterías, Daorje, durmieron ayer más tranquilos al saber que sus puestos de trabajo están asegurados al menos un año más gracias a la decisión de poner nuevamente en servicio la mitad de las baterías avilesinas (las numeradas de la 1 a la 4). La alternativa a este escenario era mucho más traumática: renunciar a la producción de esas baterías hubiera implicado hacer ajustes de empleo, pues en caso de renunciar a la mitad de la producción a nadie se le escapaba que a Arcelor le iba a sobrar gente.

Tal y como este diario ha venido informando desde el mismo día en que las llamas pusieron en jaque el futuro de las baterías de coque de Avilés a catorce meses vista de su cierre programado, los ingenieros de Arcelor han estado haciendo cálculos sobre costes de reconstrucción a la vez que varias brigadas de trabajadores de la propia empresa y de la auxiliar Daorje se esforzaban en mantener con un hilo de vida las cuatro baterías más dañadas por el fuego de octubre.

Los segundos lograron su objetivo: evitar el arruinamiento de las baterías, cosa que hubiera ocurrido en caso de que la temperatura en su interior bajase de los 900 grados. Mientras, la "calculadora" de Arcelor echaba humo: frente al coste millonario de reparar y volver a poner en marcha las baterías para clausurarlas definitivamente dentro de un año -cuando está previsto que sean sustituidas por las nuevas que se construyen en Gijón-, los gastos derivados de fletar barcos de carbón de coque en Dunkerque, donde Arcelor tiene otra coquería. Finalmente a prevalecido el criterio de la reparación.

Fuentes empresariales manifestaron ayer que la dependencia del coque francés entraña fundamentalmente tres problemas: que resulta caro traerlo, que tiene peor calidad que el avilesino (lo cual redunda, a su vez, en la calidad del arrabio usado para producir acero) y que las baterías de Dunkerque no tienen capacidad suficiente para abastecer durante un año a su planta vecina y, extraordinariamente, a los hornos altos asturianos.

El plan dispuesto ahora para reparar y volver a poner en marchas las baterías de coque de Avilés números 1, 2, 3 y 4 pasa, en primer lugar, por concluir los trabajos en marcha desde la semana pasada para retirar el amasijo de hierros retorcidos en que quedó convertida la galería por donde discurría la cinta transportadora que ardió. Cuando la "zona cero" quede despejada habrá que construir una nueva galería, así como reponer las tuberías de gas que rompieron durante el incendio. Una vez repuestas esas piezas será momento de hacer pruebas de funcionamiento de los hornos de las baterías, que en todo momento se mantendrán "parados en caliente", que es como se conoce en la jerga siderúrgica el "adormecimiento" a la espera de su reactivación de una instalación con gran contenido de material refractario.

Fuentes sindicales del sector auxiliar anticipan que, además del mantenimiento del empleo ordinario en las baterías de Avilés durante 2019, los trabajos de reparación a realizar en estos dos meses generarán puntas de trabajo que probablemente impliquen contrataciones extraordinarias.