Ocho de los 47 trabajadores de Chemastur, la empresa de abonos con fábrica en terreno portuario de Las Arobias, recibieron ayer la notificación de sus despidos, una medida que ha cogido por sorpresa a los afectados, acostumbrados a ser víctimas de expedientes temporales de regulación de empleo pero hasta ayer ajenos a que la empresa tenía preparados planes más drásticos.

La razón que aduce la compañía para despedir a un 15 por ciento de su personal es de índole económico. La directora de la planta presentó un informe dando cuenta de las pérdidas acumuladas desde 2017 y sin visos de que este año la cuestión vaya a mejorar. Entre los dos ejercicios, Chemastur lleva perdidos 1,2 millones a fecha del pasado 31 de octubre. A esto se une el deterioro del precio de los productos que fabrica la empresa, superfosfato en polvo y en grano; el primero acumula desde 2015 una caída de su valor de venta del 24% y el segundo, del 20%.

Para compensar el deterioro de los ingresos, Chemastur realizó la pasada primavera un ERE, prescindió del servicio externo de limpieza (pasaron a hacerlo los propios empleados) y adoptó otras medidas de ahorro, pero ni así ha mejorado la situación, según se hizo saber a la plantilla en el momento de comunicar los despidos.

De los ocho despedidos, seis trabajaban en el área de mantenimiento, que ha quedado desmantelada. Otro de los despedidos estaba asignado a producción y la octava persona, al laboratorio. La renuncia al departamento de mantenimiento implica, según han explicado fuentes laborales, la contratación de una empresa externa (Montrasa) que se encargará de esas funciones, imprescindibles para el funcionamiento de la fábrica.

Entre los despedidos, que han iniciado consultas jurídicas para la defensa de sus intereses, cunde el convencimiento de que Chemastur ha aprovechado la coyuntura para realizar una "purga sindical" (tres de los ocho despedidos fueron en algún momento delegados sindicales). Así mismo, censuran las formas de materializar los despidos, con ingreso previo a la notificación del finiquito y la indemnización; y critican la ausencia de negociaciones tendentes a buscar soluciones a la supuesta crisis que atraviesa la empresa menos traumáticas que las cartas de despido.