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Miriam Martínez, del Corverastur, con su hija Nora en brazos, ayer, en Avilés.MARÍA FUENTES

Tenis de mesa | Primera División

Volver a competir tras ser madre

"A los dos meses de embarazo tuve que dejar el tenis de mesa por los vómitos", relata Miriam Martínez, jugadora del Corverastur

Miriam Martínez tiene 29 años y es jugadora de tenis de mesa en el Corverastur. También fue mamá en junio de Nora, una bebé de cinco meses que pesó 3, 145 kilogramos y midió 47 centímetros al nacer. A los dos meses de quedarse embarazada dejó la práctica deportiva. Este fin de semana, tras más de un año en el dique seco, ha vuelto a la competición. "Tenía muchas ganas de volver. A los dos meses lo tuve que dejar por los vómitos. Te agobias mucho porque como deportista lo que quieres es ayudar en todo a tus compañeros", explica con una sonrisa de oreja a oreja la avilesina.

Martínez trata de compaginar ahora su primera maternidad con el deporte a alto nivel. El Corverastur milita en la Primera División de tenis de mesa, algo así como la tercera categoría nacional. "La gente se cree que el tenis de mesa es pasarse la bola. Pero aquí si faltas un día a entrenar, lo notas mucho", explica.

Sus entrenamientos no son moco de pavo. Son sesiones dos horas en las que se alterna el trabajo en la mesa con el apartado físico: pesas, estiramientos comba y carrera continúa, entre otros ejercicios. Actualmente sólo lo hace dos días a la semana, los miércoles y los jueves. "Ahora sólo caliento y me dedico a la mesa", profundiza.

"Para el deporte, condiciona mucho ser madre. No sólo se nota en lo físico. Nora no puede estar separada de mí más de cinco horas, porque le tengo que dar el pecho", relata sobre una rutina de vida y de práctica deportiva que se ha visto alterada con la llegada de la niña.

En su cuerpo también ha notado los cambios. "Me noto con mucho menos reflejos que antes. En el tenis de mesa no se puede estar demasiado tiempo sin entrenar porque enseguida pierdes movilidad y lo notas al instante", comenta.

Lo vivió en sus carnes este fin de semana. Su equipo se enfrentó al San Sebastián y al Irún en el campeonato nacional de Liga de Primera División. Perdieron los dos partidos por un marcador excesivamente abultado ante los dos equipos: 5-1. Martínez dio a luz en junio. Fue un parto sin complicaciones. No necesitó ni epidural. "Salió todo perfecto, fue gracias al deporte, me dijeron", explica. Lleva un mes de nuevo en el circuito. "El primer día que fui a entrenar me sorprendí mucho. Me vino súper bien. Al llegar a casa tenía la sensación de haberme quitado de encima al menos 20 kilos de peso", relata.

La jugadora de tenis de mesa está casada. Su marido se llama Javier Tobaruela. Cuando Nora llora por las noches, le toca levantarse a Martínez. "Él se dedica a la hostelería y trabajo mucho, así que sí. Soy yo la que tiene que ir a atenderla", explica. En su familia llevan este deporte casi en la sangre. El padrino de la niña es el andaluz Carlos Caballero, jugador del Burgos en la máxima categoría, internacional español y jugador también en la Primera División de Suecia.

Ahora, con Nora a su cargo, la cual no se pierde ni un solo partido de su madre, Martínez quiere volver a su máximo nivel. "Espero que este año podamos lograr el ascenso. No es fácil, además las ayudas brillan casi por su ausencia. Es lo que tiene el deporte minoritario y más si encima es femenino", cuenta la deportista avilesina, que también opositó, hasta quedarse embarazada, para la Policía Nacional. Mientras, la pequeña Nora no para de sonreír cuando sus padres la miran y ven en ella una futura compañera de tenis de mesa.

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