La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La factoría aluminera, al borde del cierre | La tensa espera a la puerta de la fábrica

El retén de la desesperanza

Los trabajadores de Alcoa hacen guardia delante de la fábrica al calor de improvisadas hogueras mientras aguardan una solución óptima a la crisis

El retén de la desesperanza

Hace frío a la puerta de la aluminera de San Balandrán, "pero aún hará más frío fuera de fábrica: en el paro". Esto es lo que dice Carlos Álvarez, que no trabaja para Alcoa, "pero mi empresa sí". Es vigilante de seguridad, uno de los diez trabajadores que Prosegur ha destinado a la entrada de la venerable fábrica cuyo futuro está en el aire desde hace tres meses, desde que sus actuales propietarios -la firma norteamericana Alcoa Inc.- decidiera cerrar sus fábricas de productos primarios de España; es decir, Avilés y La Coruña. Las auxiliares de la aluminera también están a verlas venir y por eso sus trabajadores no abandonan la guardia, y menor ayer, el día definitivo para la activación de una regulación masiva. "Ahora parece que buscan alargar la agonía hasta junio", se lamenta Álvarez. Francisco González es de la misma opinión. Y así la verbalizó en la misma puerta de la fábrica, huyendo del frío del invierno y del frío del futuro.

"Mandamos un autobús a Madrid para apoyar a los negociadores", explica González. Por eso son menos en la puerta de la fábrica que otros días. Hoy [por ayer] había que estar en Madrid, en la sede del Servicio Público de Empleo Estatal, que es como se llama ahora el antiguo Inem, que no deja de ser paradójico. "Salieron del turno de madrugada, cogieron el coche y cogieron el bus en dirección a Madrid. Buena parte de ellos no trabaja el miércoles de noche", aclara González. "Otros cogieron el coche y viajaron por su cuenta", aclara González mientras dos de sus compañeros se alejan de los rayos del Sol que van directos a los ojos, que ciegan pero que no quitan el frío. El frío lo quitan los maderos que arden en los barriles de aceite que sirven de hogueras controladas. Daniel Nido carga cada uno de los barriles dispuestos en los accesos a la fábrica. "Cerramos un carril, pero dejamos entrar los camiones porque no vamos a ser nosotros los que paralicemos la planta", explica González.

La carpa está asolada con palés que los días de lluvia dan una falsa sensación de sequedad pues todo se convierte en un barrizal. Es cierto que la lluvia ha sido escasa desde el día 16 de octubre, cuando todo volvió a empezar. "La compañía se ha comportado con nosotros como pillagallinas y le han dejado los gobiernos que hemos tenido: el PP y el PSOE", cuenta Nido Hernández, bajo el casco y el casco de seguridad y enfundado con el equipo profesional, unos minutos antes de que termine el turno de mañana. "Lo que quieren es cerrar y llevarse la producción a Ma'aden, a Arabia Saudí", añade el trabajador que reconoce que "a fuerza de hostias" ha tenido que aprender a analizar cómo va el mercado del aluminio internacional, cómo cotizan las materias primas, qué pasa con la bauxita, que es el producto original que deviene al final en aluminio a su paso por las cubas electrolíticas.

Los trabajadores del retén de la desesperanza no quieren renunciar al futuro por el que vienen trabajando desde años, cuando la multinacional Alcoa accedió a renovar la plantilla histórica, la que se fue jubilando poco a poco para aligerar la edad de los productores. Buena parte de ellos no llega a los 50, están casados, tienen uno o dos hijos y quieren que todo levante el vuelo. Marcelino Iglesias se prejubiló en 2017, "pero no puedo olvidarme del tiempo que pasé aquí", cuenta bajo la carpa en la que hay mandarinas y café. Eso es lo que alimenta la espera de los rumores que se cuecen en Madrid sin acabar de tomar forma de noticia cierta. "Vamos a seguir estando aquí. Muchos compañeros, cuando salen, paran, nos preguntan a ver si hay algo nuevo. Les decimos lo que sabemos, pero ayer [por el lunes] la reunión se alargó hasta las tantas", explica Nido.

No saber si el futuro es el que todos tenían planeado es lo peor de todo. "Estamos al 66 por ciento de capacidad productiva porque ellos (Alcoa) lo decidieron. La cosa es más política que nada y los políticos tendrían que ser los que solucionen el problema", apunta Carlos Álvarez.

Un vecino de los bloques de Endasa acaba de parar delante de la fábrica. Lleva tiempo jubilado, pero los hombres que dieron todo por la fábrica la consideran como una parte de sí mismos. Comenta que el frío se mete en los huesos. Las fogueras en los barriles ahuman a los trabajadores de la guardia. Hay humo y hay frío. Y todos anhelan que la niebla se disipe y el frío remita.

Compartir el artículo

stats