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Todo queda en familia

Un descendiente de Pedro Menéndez pintó el retrato que cuelga desde hace unos años en la misión de Nombre de Dios y adopta el papel del conquistador en recreaciones históricas

Mark Menéndez tiene en su armario todo el aliño indumentario de Pedro Menéndez: ropas inspiradas en las que visten la escultura del parque del Muelle y el hombre cuyo retrato cuelga en el salón de recepciones del Ayuntamiento de Avilés. Mark Menéndez tiene un poderoso motivo para vestirse ocasionalmente de Pedro Menéndez, asegura que es uno de los descendientes del quinto Adelantado de la Florida, el navegante del que este año se celebra medio milenio desde su nacimiento, el del hombre que fundó en 1565 la ciudad de San Agustín, el primer asentamiento urbano permanente en los actuales Estados Unidos. Allí, en la misión del Nombre de Dios, en la sala donde se exhibe el ataúd en el que enterraron por vez primera al marino avilesino, cuelga uno de los cuadros de Mark Menéndez, que también es pintor: el que dedicó a su ascendiente más notable. La obra recrea la imagen icónica del comendador de la Orden de Santiago, aquella que le coloca con una mano sobre la empuñadura de la espada y, en la otra, cartas de navegación.

Menéndez ha intercambiado con LA NUEVA ESPAÑA varios correos electrónicos y en ellos explica que en unos días participará en la fiesta en honor a Pedro Menéndez que se va a celebrar en Beaufort, en Carolina del Sur. Allí están los restos de Santa Elena, la segunda ciudad que levantó el avilesino, la primera capital de La Florida, un territorio que, en puridad, nacía en los cayos de Florida y concluía en Terranova. Todo esto mucho antes del "Mayflower" y las 13 colonias de la costa este de los Estados Unidos.

El pintor del navegante nació en la ciudad de Tampa (1956), que es un núcleo histórico de la muy histórica península de Florida. La presencia asturiana allí -capital tabaquera norteamericana- es muy subrayada. El periodista Luis Argeo y el catedrático neoyorquino, aunque de orígenes castrillonenses, James Fernández los han estudiado de manera profunda.

Mark Menéndez reconoce que "en el estado de Florida, todos los estudiantes de cuarto grado deben aprender la historia regional. Cuando estaba en cuarto, en septiembre de 1965, estábamos leyendo el libro de texto 'La Florida: Its Land and People'. Era el relato cronológico de la conquista. Comenzó con Juan Ponce de León, siguió por Hernando de Soto, Pánfilo de Narváez, Cabeza de Vaca y Tristán de Luna. Pasamos la página y me sorprendió ver el encabezado: ponía 'Menéndez'. Después de leer acerca de la fundación del primer asentamiento permanente en los Estados Unidos, estaba ansioso por regresar a casa y preguntarle a mi padre si estaba al tanto de esta historia. Él respondió: 'Sí, ¡y nosotros estamos relacionados con Pedro Menéndez!' Yo respondí: '¿Cómo lo sabes?' Él respondió: 'Porque mi padre y mi abuela me lo contaron cuando yo era pequeño'", cuenta el artista, que se formó en Tampa con Austin K. Angle. "Me hice aprendiz de ella a los 13 años. Me enseñó el método clásico. Aprendí las técnicas de pintura de los maestros europeos. A los 16 años, me invitó a ser su instructor asistente enseñando a mis compañeros artistas jóvenes en sus clases. He estado enseñando desde entonces", narra el norteamericano que hace pocos año logró certificar sus orígenes asturianos a través de un informe encargado a un genealogista ovetense.

El retrato que Mark Menéndez dedicó al navegante es de 1975, una década después de que descubriera sus vínculos con el Adelantado de la Florida. "Lo pinté como regalo para mi padre. Entonces me casé con mi esposa, con Catherine. Poco después de que mi padre recibiera el retrato, mi madre falleció y mi padre se mudó de la casa de mi infancia a un apartamento más pequeño y no tenía espacio para un lienzo tan grande. Así que me lo devolvió y el retrato quedó colgado en mi casa durante más de veinte años. Con motivo de nuestras bodas de plata, mi mujer y yo visitamos San Agustín y fuimos a ver el ataúd de Pedro Menéndez. El ataúd se exhibía en una pequeña habitación. Se me ocurrió que el retrato sería un añadido maravillosa. Me puse en contacto con Eric Johnson, el director de la misión, y le ofrecí el retrato como regalo. En el Día del Fundador, el 9 de septiembre de 2000, el retrato se instaló donde se encuentra actualmente".

La pasión de Mark Menéndez por su antecesor le ha llevado a mimetizarse con él: luce barba y, en días señalados, uniforme de la Orden de Santiago. "La celebración del Día del Fundador de 2010 incluyó la recreación del desembarco de Pedro Menéndez de Avilés a cargo de los 'Men of Menéndez', un grupo histórico de historia viva. Cinco años después, para la celebración en 2015 del 450.º aniversario de la fundación, sentí un fuerte deseo de unirme a la compañía. Y cuando Chad Light dejó el papel del conquistador, expresé mi deseo de encarnarlo. Y así sucedió: en 2016", cuenta el pintor que se transformó él mismo en Pedro Menéndez. Primero, en el parque de la Fuente de la Eterna Juventud, y después, en Santa Elena, es decir, en Beaufort.

El artista lamenta que el navegante siga siendo "desconocido para muchos americanos". Para Mark Menéndez, muchos de sus compatriotas "no han considerado adecuadamente la importancia de toda la historia de los Estados Unidos". Asegura que los "Men of Menéndez" se han propuesto cambiar esta perspectiva. "Queremos educar en la figura del conquistador", señala.

"Para los ganadores, vaya el botín", afirma Mark Menéndez cuando se le pide que explique la circunstancia de que la colonia de Plymouth sea considerada por muchos de los historiadores de su país como el inicio de la historia de los Estados Unidos. "Fueron los británicos quienes prevalecieron en América hasta la Revolución Americana en 1776. Desafortunadamente, si Menéndez hubiera vivido más tiempo, podría haber ayudado a asegurar un dominio más fuerte en Norteamérica y España habría evitado que los británicos hubieran prevalecido", calcula el pintor que viajó a Avilés por primera vez con motivo de cuadragésimo aniversario de su boda con Catherine Menéndez: "Fue un momento mágico, memorable en nuestras vidas: pararnos frente a la tumba de Pedro Menéndez, caminar por las calles de Avilés y conocer a tantos avilesinos cálidos y maravillosos". En cierto modo fue como volver a casa.

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