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El comercio de Pruneda se defiende de los maleantes con un grupo de Whatsapp

Los integrantes usan el chat como alerta ante cacos y para la colaboración vecinal: "Hay buen rollo"

Integrantes del grupo de mensajería instantánea de la calle Pruneda. MARÍA FUENTES

Tania Juan tiene un estudio de fotografía en la calle Constitución. Hace tiempo, le entró un hombre que afirmaba trabajar en una gran empresa, que tenía el coche aparcado fuera y que necesitaba diez euros para gasolina. No se los dio, por lo que el varón se acercó a un comercio cercano con la misma milonga. Cuando fue a intentarlo a un tercero, los dueños ya estaban prevenidos. Habían recibido un mensaje de alerta por el grupo de WhatsApp "Las Number One", una charla común en la que participan hoy 17 negocios de las calles Constitución, Pruneda, Marcos del Torniello y la avenida de Los Telares para alertarse de los maleantes que visitan el barrio y para impulsar medidas vecinales comunes. "Esto es como una calle de pueblo. Nos conocemos todos y nos ayudamos entre nosotros", aseguran los miembros del grupo.

El chat surgió en 2012. Lo conformaron cinco establecimientos. Ahora ya son 17 y de lo más variopintos. Hay bares, una farmacia, una inmobiliaria, varias peluquerías, una frutería, una carnicería y hasta una tienda de bicicletas. "Lo empezamos porque al ser autónomos, nunca hacíamos cena de Navidad", explica Begoña Lorenzo, una de las fundadoras y propietaria de una frutería.

Lo conforman sobre todo mujeres. "Hay tanto buen rollo, que solemos comprarnos entre nosotros", cuenta Rocío Suárez, una peluquera del barrio. "El buen rollo empezó sobre todo cuando llegaron las mujeres a la calle", indica socarronamente Luciano Méndez, un carnicero de 64 años, y el empresario más veterano de la calle Pruneda junto a su mujer María del Mar Ondina.

El pasado 15 de abril se produjo un pequeño atraco en supermercado cercano a la calle Pruneda. Algunos propietarios de los establecimientos que forman este grupo también han sufrido pequeños hurtos. "Me han intentado robar hasta la crema para decolorar el bigote. He tenido que limitar el número de productos que pongo en la estantería. Duele que te roben lo tuyo", argumenta la farmacéutica Ana Ortega. Juan Antonio Fernández regenta una peluquería de caballeros. Él sufrió el hurto más reciente. Robaron el móvil de su mujer. "Menos mal que no fue el de un cliente, ahí sí que habría tenido un grave problema", cuenta la víctima del asalto.

Sin embargo, estos pequeños empresarios reivindican la seguridad de la zona. "Este es un lugar sobre todo de paso. Suele ser muy tranquilo. Nosotros no tenemos miedo", cuenta. Así no es extraño que aparte de funcionar como alerta, el grupo sirva para poner en marcha medidas de colaboración vecinal como una mejora de la iluminación de Navidad. "Es que aquí ponen muy pocas luces", se lamentan. Y evidentemente, como cualquier grupo, sirve también para enviar bromas y pasar fotos de las amenas cenas que organizan. "Nos apoyamos en todo", rematan.

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