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IVÁN ROTELLA | COORDINADOR DEL CENTRO DE ATENCIÓN SEXUAL DE AVILÉS

Un triple para la educación sexual

Nacido en Gijón y amante del baloncesto y de diferentes estilos de música, es un abanderado de su disciplina

Iván Rotella, en el parque del Muelle. RICARDO SOLÍS

Iván Rotella Arregui (Gijón, 1971) es sexólogo y coordinador del Centro de Atención Sexual del Ayuntamiento de Avilés (CASA). Le chifla la música aunque reconoce que no sabe tocar ningún instrumento. Descubrió que quería dedicarse al mundo de la sexología cuando era un adolescente al ver que sus colegas sufrían con las relaciones sociales, infidelidades, amores y desamores. Su deporte es el baloncesto y tiene claro que uno de sus rincones favoritos está en el playón de Bayas, donde dice que tiraría sus cenizas.

Rotella es un hombre elegante aunque solo se puso una corbata el día en que se casó con Ana Fernández en la iglesia de Sabugo. Criado en el barrio gijonés de El Coto, creció en un ambiente de juegos junto a un cuartel y una cárcel. Su colegio estaba pegado a la antigua prisión de la mayor ciudad asturiana y en más de una ocasión tuvo que ir a pedir la pelota que le había caído a él y sus amistades. Le gustaba el fútbol, pero mucho más aún el baloncesto. Es más, jugó en el equipo de su instituto, el Calderón de la Barca. De adolescente era "un chaval formal y tranquilo que veía en la música su vía de escape, siempre buscando más grupos nuevos". Empezó con "Los Ilegales" y "Los Locos", escuchó las zarzuelas que ponía su madre y las compaginaba con "Kortatu" y "La Polla Records". Le encantaban sus letras, pero le pedía más a la música y se refugió en "Barricada", "Iron Maiden" y "Scorpions". Su discografía es grande y le encantan "Guns'n'Roses" y "Megadeth". No es mitómano, prefiere dejarse llevar por los sonidos de las guitarras.

Es un hombre observador y pensativo. Cuando era un chaval le dio tiempo a fijarse en su entorno, vio a personas que sufrían con amores y desamores y decidió buscar una carrera que intentara dar solución a esos problemas. Probó suerte con Psicología, la acabó entre Oviedo y la UNED y comprobó que no era lo que deseaba. Descubrió la sexología en un curso del Consejo de la Juventud. Se apuntó y le encantó. Y, desde entonces, no ha parado. En el segundo curso conoció a Ana, que le animó a estudiar de lleno el mundo de la sexología hasta que se dio cuenta de que quería que fuera su profesión. Se formó en Madrid. Se integró en el equipo de Abierto hasta el Amanecer en Gijón, fue animador deportivo y cultural, fue el coordinador del barrio de El Coto y más tarde, de toda Asturias.

Explica que la sexología no es más que definir lo que son las personas y como interaccionan entre ellas. Insiste en la búsqueda de la felicidad y las fórmulas para vivir en familia, en pareja y con amigos. En una sociedad avanzada, dice, es importante conocer la importancia del placer porque ve necesario "invertir más en placer que en la violencia con relaciones de respeto" antes que en cualquier otra cosa. Entre él y su compañera Ana Fernández nació Martín hace 18 años, del que ambos se sienten muy orgullosos.

En su trabajo como coordinador de CASA y en sus clases por los institutos de Asturias sobre sexología trabaja desde el respeto a las diferentes culturas y religiones. Si alguien le comenta que la "masturbación es un pecado", el replica con que "no perjudica la salud ni le va a secar la médula". Entiende que todo proceso sexológico bien explicado no puede llevar a conflicto. "Hay mucha ignorancia activa", insiste este hombre de 48 años que considera que la comunicación entre las familias y sus hijos ayudaría a solucionar muchos problemas. "La educación sexual busca un bienestar social, la sexología es una profesión no una ideología y, por supuesto, "no es genital".

La lectura le apasiona y la novela histórica, sobre todo. Sin embargo, lleva tiempo leyendo solo sobre sexología y música. Tiene una habitación plagada de vinilos, de cassettes y de libros musicales, también de instrumentos que no toca. Le gusta el cine, pero no se declara cinéfilo. "Me gustan las películas que me transmiten cosas, no me gustan las películas de terror y tampoco las lacrimógenas, para eso me pongo el telediario, que da motivos suficientes para llorar". Cuando habla de baloncesto, le brillan los ojos. Juega pachangas con amigos. Se traslada a su adolescencia con Epi, Corbalán y Romay, pero su jugador por antonomasia es Michael Jordan "un jugador increíble que nunca sabías que iba a hacer con la pelota". Rotella no juega todo lo que desearía, su labor profesional le quita tiempo y además tiene las "rodillas destrozadas". Cuando habla de viajes, defiende los viajes "por este país maravilloso que es España". "Tenemos mucho por descubrir", apunta. Eso sí, tiene claro que tras visitar muchas playas a lo largo de su vida se queda con la de Bayas. "Y el atardecer, el mejor el de Verdicio", remata no sin antes enfatizar que se declara un enamorado de la gastronomía y del vino.

Iván Rotella es un hombre tranquilo, paciente, que ama su profesión y las cosas sencillas. Es cariñoso y en sus exposiciones orales, cuando habla de sentimientos y de sus conocimientos sobre sexología se desvive porque le encanta comunicar. Para las personas que como él denomina son "ignorantes activos", solo desearía que sus clases se emitieran en streaming "para que todo el mundo vea que hablamos de asuntos que atañen a las personas".

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