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CEFE RODRÍGUEZ | CHEF EJECUTIVO DEL HOTEL PALACIO DE AVILÉS

El cocinero que alimenta almas

El experto descubrió su vocación por los fogones por consejo de su padre y ahora disfruta enseñando artes culinarias en televisión

Cefe Rodríguez, en el torreón del hotel Palacio de Avilés. RICARDO SOLÍS

"Más que estómagos, considero que alimento almas". Cefe Rodríguez descubrió su pasión por casualidad. O, más bien, por consejo de su padre. Él fue quien trató de orientarle cuando, como tantos adolescentes, se asomó a la vida adulta sin una vocación clara en la que explotar su sociabilidad y creatividad. "¿Y si estudias cocina?", propuso el padre al hijo, en el que fue el inicio de la brillante carrera del hoy chef ejecutivo del Palacio de Avilés e imagen de los supermercados Alimerka.

"No sabía ni freír un huevo", reconoce sobre sus inicios en las clases de cocina de la escuela de Pravia, en las que pronto comenzó a despuntar por encima de sus compañeros. En parte, porque pronto aliñó el aula con prácticas de fines de semana. Llanes y Salinas fueron sus paradas antes de llegar al Palacio de Ferrera. En las cocinas del lujoso hotel avilesino no dejaron escapar al por entonces proyecto de chef, al que contrataron sin ni siquiera haber hecho las prácticas obligatorias del curso.

"Al principio tenía a chavales de mi edad o mayores a mi cargo", recuerda sobre una etapa de la que guarda recuerdos agridulces. Por un lado, contaba con la ilusión de poder desarrollar la que ya había reconocido como su gran vocación. Por otro, aún estaba un poco verde y no había tiempo para aprender. Tuvo que hacerlo a marchas forzadas. "Fue una época muy sacrificada. Me dedicaba exclusivamente a trabajar y a dormir", rememora.

Aun con todo, reconoce que esos comienzos le dieron el último hervor que necesitaba para convertirse en el cocinero que es hoy. Tanto, que recomienda a todo aprendiz de chef que lo haga. "Esto es muy sacrificado. Al principio las condiciones no son las mejores, pero tienes que trabajar duro para aprender. Debes ser consciente de ello y tienes que pasar por ahí para saberlo", repite una y otra vez este cocinero, que defiende a algunos grandes chefs del país que fueron acusados de explotar a sus aprendices. De hecho, él mismo ha participado en "stages" con algunos de los más prestigiosos cocineros del país. "Me he llevado más de una decepción", dice eludiendo nombres, sobre unas estancias en las que, aunque aprendió, no terminaron de marcar su cocina.

Porque tal y como él dice, su cocina es inclasificable. "No imito a nadie. Estoy todo el día pensando en qué puedo hacer y en innovar. Me paso el día con la cabeza en la cocina", confiesa el chef, a quien tampoco influyó el olor que desprendían los fogones de su casa: "Sé que lo políticamente correcto sería decir que me influyó la manera de cocina de mi abuela. Pero si lo hiciese estaría siendo un farsante".

Con la entrega de las Estrellas Michelín aún frescas, Cefe reconoce que Asturias es una de las comunidades que peor paradas han salido. "La alta cocina de la región está de capa caída", afirma sobre una circunstancia que achaca, en parte, a la falta de clientela. "Muchas veces la gente prefiere gastar poco en unas tapas y unas sidras que pagar por un buen plato", lamenta el cocinero, que encuentra un problema añadido en Avilés. "Falta unión en el sector", afirma con franqueza.

Quizás esa naturalidad con la que habla, ahora bajo un pelo teñido de rubio platino, fue la que le valió para ser elegido en un casting como imagen de Alimerka primero y como cocinero en una programa de la TPA después. "Es una de las cosas que más me gustan, poder enseñar a los demás", dice sobre su faceta televisiva, por la que, afirma, le paran por la calle. "Agradezco mucho el cariño de la gente", afirma este Karlos Arguiñano a la asturiana, que sueña con cazos, potas y sartenes y para quien, la cocina es, "junto con la medicina

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