Con actitud funcionarial en su sede en Las Meanas, Papá Noel atendía ayer a niños como los gemelos Pablo y David Izquierdo y apuntaba sus deseos para el 25 de diciembre. "De momento va bien la cosa", comentó el legendario anciano, quizás porque dentro de su carpa en La Exposición no avistaba la enorme cola de chavalines que guardaban turno para hacer sus peticiones.

Era el día para ello, porque justo ayer llegó la Navidad a Avilés con el encendido de las luces de colores. "Le voy a pedir un telescopio y un balón de baloncesto", relataba la pequeña Laura Pedrosa, de ocho años, sobre el cuento con el que le fue a Santa Claus, que ayer parecía una estrella de rock en Las Meanas.

Y eso que tenía dura competencia. En el centro de La Exposición refulgía un reno hecho con luces navideñas. Se sabe que es un reno y no un oso por los cuernos. Pero hay quien no lo tenía tan claro. "Ya me dijo la nieta que por los cuernos era un reno y no un oso", acataba Ramón Fernández. El hombre de 62 años acudió a desprecintar la Navidad en Avilés con todo el equipo familiar al completo. "Estamos la mujer, los nietos, el yerno y la hija", glosaba sobre una tarde muy familiar.

Al lado de la carpa de Papá Noel estaba otro de los clásicos de las fiestas de Navidad: la pista de hielo. En el recinto, donde había resbalones, caídas y un frío considerable, estaba Alba Velasco, que era la primera vez que se calzaba las cuchillas. "No me da miedo caerme, pero por si acaso voy con cuidado", afirmó segura de sí misma la pequeña. Su hermana, Andrea, ya tenía más experiencia. "Suelo venir siempre por estas fechas", señaló la mayor.

No solo en Las Meanas sino que también en el Parche se notaba la llegada de las fiestas de Navidad con el encendido del gran árbol que preside la plaza de España. Y también en los barrios como la Luz, donde sus animosos vecinos vieron la recompensa a las muchas actividades que realizaron durante el año, como mercadillos solidarios, y por fin pudieron estrenar sus luces de Navidad.

Una Navidad que ya está en Avilés y se refleja en la cara de los niños, que vivieron ayer el encendido de las luces como si fuera ya la noche antes de abrir los regalos. Lo mismo, pero al contrario, los padres, que saben que falta casi un mes para ese momento.