"Algo tendrá Illas cuando viene todo el mundo". La sentencia es de Mónica Robledo, que vive en La Peral con su marido, Marcos del Barrio, y su hija, Deva. "Estamos encantados, por la calidad de vida y las facilidades de todo tipo que dan desde el Ayuntamiento", dice.
La pareja compró casa ya hace muchos años, pero viven en ella desde hace nueve y es en esta residencia donde decidieron asentarse y tener a su hija. "Nos gusta mucho la relación que hay entre los vecinos, con los padres de los niños en el cole, la forma de vivir del pueblo, cómo participa el alcalde, Alberto Tirador, en todo lo que se hace para mover el pueblo", señala.
Incide en que hay muchas familias que están comprando casa en la zona "por el modo de vida del que se puede disfrutar y por lo bien que están los niños". El funcionamiento del colegio rural agrupado de Illas es uno de los aspectos que más destaca esta joven, que subraya su horario y las facilidades que se ofrecen para la conciliación.
"Viene mucha gente por lo bien que funciona. Tenemos un comedor gratuito y servicios añadidos que puso el Ayuntamiento a través de un plan de empleo. Hay un horario amplio, que empieza con los desayunos tempranos desde las siete y media de la mañana. Y después, también horario con actividades que puede llegar hasta las seis y media de la tarde. Para matrimonios como el nuestro, que trabajamos los dos, ayuda mucho", añade.
En el pueblo, apunta, "todo el mundo se integra y participa en algo", desde el Alcalde hasta el cura. "Tenemos un párroco, Ceferino, que es un amor. Mi marido toca la gaita y como mi hija va al catecismo y vamos a misa todos los domingos, fíjate cómo son las cosas que al final mi marido se ha vuelto el gaitero oficial de la misa. Es una cosa que la gente mayor disfruta mucho y eso hace también que te conozcas, que trates con personas que a lo mejor antes no tenías contacto", concluye.
