José Antonio González Montoto, que es el delegado episcopal del Clero en la archidiócesis de Oviedo, presidió ayer el funeral por José Ramón García Alonso, Moncho, el segundo párroco de la historia de La Luz, un puesto en el que se jubiló hace más de dos décadas tras, precisamente, veinte años a su frente. La misa se desarrolló en el templo de San Pablo, actualmente, bajo la dirección de Francisco Alejandro del Rey.
"Hoy despedimos a quien durante más de veinte años fue nuestro párroco: un amigo, un padre, un hermano". Con estas palabras comenzó su homilía González Montoto, que hiló el recuerdo de Moncho con la celebración de la fiesta de la Santísima Trinidad, que fue ayer.
Montoto, que dirige también la Casa Sacerdotal de Oviedo, hizo memoria de uno de sus huéspedes. "Llevaba con nosotros desde julio del año pasado, pero no paraba: estaba donde le necesitaban", apuntó el sacerdote antes de recordar sus últimos días en la tierra: "El pasado lunes se quejaba de que tenía una mano que no le obedecía. Pronto descubrimos que tenía un derrame cerebral. Los médicos no pudieron cortar su hemorragia. Le pusimos en el HUCA la unción de enfermos y fue velado día y noche". No murió solo.
El paso de García Alonso por el popular barrio avilesino dejó tanta huella que el templo se llenó de feligreses que guardaron las distancias marcadas por los sucesivos estados de alarma. Junto a González Montoto oficiaron el propio párroco actual de La Luz; Daniel Fernández, que estuvo al frente de Pillarno durante muchos años, y también José Luis Pascual, que es el párroco de los Santos Apóstoles, en Oviedo. Además, tres sacerdotes salesianos de Oviedo y de Avilés. Moncho perteneció a la orden salesiana en sus primeros cinco años como sacerdote.
