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Comienza el desmontaje del centenario reloj de La Ribera para su limpieza y ajuste

La pieza será puesta a punto por Antonio Cano, optimista sobre la conservación de la máquina

Antonio Cano, ayer, durante el traslado de las piezas de la maquinaria del reloj a su taller. RICARDO SOLÍS

El siglo que lleva dando las horas -este año se cumple- el reloj de La Ribera de Luanco bien merece una puesta a punto para que la venerable maquinaria aguante, por lo menos, otra centuria. Eso es lo que ha pensado la autoridad municipal cuando encargó al experto en relojes Antonio Cano la limpieza, revisión y ajuste de la maquinaria del emblemático reloj luanquín, además de la reparación o sustitución de las piezas dañadas. El relojero se puso ayer manos a la obra y desde bien temprana hora comenzó a desmontar el reloj monumental de La Ribera con idea de llevarse las piezas a su taller para limpiarlas y revisar su estado.

"La maquinaria necesita limpieza, algún retoque de restauración y engrase; nada grave", comentó con optimismo el experto en relojes. Para llegar a emitir semejante juicio, Cano había visitado la torre del Reloj con antelación y echado un ojo a las "tripas" de la máquina de medir el tiempo que aloja el edificio. Los "achaques"del centenario reloj luanquín se concretan en depósitos de polvo, grasa reseca en los mecanismos y leves ataques de óxido que se ven favorecidos por la exposición al salitre del mar. La previsión del relojero es tener montado de nuevo el reloj "para finales de septiembre o los primeros días de octubre".

La intención del gobierno municipal es que este año los luanquinos, y cuantos quieran acercarse ese día a la localidad, puedan comer las uvas de Nochevieja al son de las campanadas de la torre del Reloj, una idea reforzada con el encargo -como ha informado este diario- de una nueva campana para la torre, pues la actual está dañada de forma irreversible.

La datación del reloj de La Ribera sitúa su montaje en el año 1920, a iniciativa de la Unión Gozoniega de La Habana, que donó 6.000 pesetas para la causa. Se trata del segundo reloj más antiguo de Luanco, solo superado por el del instituto, de mediados del siglo XIX.

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